25 jun 2011

El Oscuro Pasajero: un año de gatos


la historia es la siguiente:
Allá por el año 2010, durante estas fechas de lluvias torrenciales, precipitaciones pluviales, ángeles llorando o solamente sudor de Dios un servidor habitaba un frío departamento en una zona del centro de la ciudad, lugar que por cuestiones contractuales estaba por abandonar. durante ese periodo de transición a lo que sería oficialmente mi casa, me planteé la duda de adoptar una mascota, supuse que ese era el siguiente paso en independencia personal. al igual en esa época, Scarlett conversaba con un servidor hasta que salió el tema de la mascota; en realidad en ese momento la idea estaba en el terreno de la hipótesis, de ahí no pasaba. pero la citada O'hara respondió inmediatamente que yo debería de tener un gato. ¿por qué un gato? en realidad nunca conoceré el mecanismo mental para convencerme de ligarme a un ser vivo para cuya especie siempre mantuve mi distancia.
Hasta ese momento en realidad yo con los gatos había tenido una relación de respeto y tolerancia, ni tú te acercas a mí, ni yo me acerco a ti, incluso en algunas ocasiones llegué a afirmar simplemente que no me gustaban y punto; pero la prueba del encanto de ciertas personas es su capacidad de hacerte cambiar de opinión sin que la decisión esté ligada a la persona misma (como el que hace algo para quedar bien pero una vez que ese "quedabien" no es necesario deja de hacerlo). desde ese día, hubo una campaña en una conocida red social para que adoptara un gato, más allá de los mensajes privados que me llegaron ofreciéndome algunos, ya había una lista filtrada de posibles mascotas (de nuevo, jamás supe cuáles eran los criterios de selección, pero hay cosas en las que otros saben mejor que tú que es lo que quieres, como los buenos directores de tesis), de hecho había una candidata que se perfilaba como la oficial, se llamaba Filomena y era una reina, pero la reina encontró reino antes; la búsqueda siguió, acompañada de literatura especializada y vídeos de gatos (aprendí que es una región del cerebro la que hace que los gatos caigan siempre de pie), Scarlett encontró otro llamado Josss (o Josshh, siempre me confundió la pronunciación); le íbamos a poner por nombre "dexter" (al parecer "Señor Gato" no tuvo mucho quórum), ya le había comprado su caja de arena y una casita (sí, la famosa casa que nunca usaron) y algunas bolsas de croquetas, nunca había tenido un gato y mi único contacto real con uno fue el Napo, así que no tenía idea de cuál era en sí la dinámica de convivencia con uno; luego de varios intentos de establecer contacto no se logró hacer nada.
Pasado un tiempo, nos volvimos a poner en contacto con los de Progato para preguntar sobre Josss (Josshh) y seguía disponible, la tipa, al reconocer que el interés por el gato era auténtico, se puso en contacto con nosotros y acordó la entrega para tal día. el caso es que fuimos y nada, por un error de logística, estuvimos esperando al gato pero el gato no llegó. derrotados salimos de ahí, pero acordamos otro encuentro poco después, esta vez Scarlett no fue, a partir de ahí no sé que habría pasado si ella hubiera estado en la jornada de adopción, porque en ese momento debo admitir que me dejé llevar por el impulso, tal vez una mente más fría me hubiera detenido... o alentado.
el caso es que ahí estaba Josss/Josshh, mi nerviosismo era obvio cuando la chica de progato notó que ni siquiera sabía cómo cargar uno "¿no que te gustaban?" supongo que fue lo que pensó en ese momento. Estaba feliz, por fin tenía mi gato; más la alegría se fue cuando noté que en la caja había otro animal que, temeroso, no se atrevía a hacer ningún movimiento. la tipa me dijo que era su hermano Steven (en realidad dudo que por el color dan disímil haya habido algún parentesco entre ellos, sin olvidar la desgracia de haber sido bautizado con un nombre tal), me dijo que si quería me lo podía llevar también; entre en duda, si apenas iba a tener uno por primera vez ¿cómo era posible adaptarme a dos? pero luego vino a mí la escena del abandono, del pobre gato negro que pierde a la única compañía que tiene; nadie es humanamente capaz de hacerle eso a un animal. así que adopté a los dos. llevarlos a la casa de mis padres fue un viacrucis, porque nadie ahí los quería, en momentos incluso yo me pregunté de la pertinencia de estos en mi vida ¿realmente los quería o fue el impulso de seguir una falda? por fortuna hoy día eso no lo cuestiono, serían absurdo condicionar la felicidad de una mascota a un evento ajeno a ella, nadie pregunta por qué cayó la manzana, el caso es que cayó y a Newton le fue útil, el resultado supedita el motivo. El gato negro pasó a ser Dexter (el Oscuro Pasajero, ya saben), el blanco, por su ímpetu, no podía ser más que Renton (El droggy de Trainspotting), luego llegamos a la casa, con eso descubrí que los gatos son lo más parecidos a los gremlins, demasiadas reglas estrictas en torno a su alimentación, higiene y residencia (una regla era que cuando llegáramos a un lugar nuevo, tenían que permanecer encerrados dos semanas para generar sentido de pertenencia), fue entonces cuando entendí eso de que los perros tienen dueños y los gatos personal de apoyo. En realidad fue una buena relación, ellos no exigen mucho de mí y yo me siento tranquilo con saber que regresan luego de pasar la noche Alá sabe dónde. cada 4 o cinco días un pequeño plato de leche (sé que les hace daño, pero yo también me empedo cada 4 o 5 días). Dexter es más hogareño, de vez en cuando busca mi mano para acariciarlo, Renton es básicamente un salvaje (en el sentido antropológico del termino), su forma de mostrar afecto es un tributo cada cierto tiempo de algún pobre pájaro despistado convertido en comida.
ha sido un año de cambios, de hecho, si hiciera un resumen de mi vida, me quedaría con los últimos 365 día (o 395, porque mayo de 2010 va incluido), gané buenos amigos (solo una en realidad, pero vales mil! jaja), perdí malos amigos, le fui indiferente a las personas que me son indiferentes, adopté dos gatos y un perro, vi Dexter, aprendí a cocinar algo más que frijoles (que lo haga bien o mal no es asunto de nadie, el caso es que sé), tengo casa propia.
los gatos se han vuelto bastante perezosos y aburguesados, la prueba es el incidente del ratón, lo que no entiendo es por qué cazan fuera, pero no tienen la decencia de seguir una cucaracha adentro.
el resto es historia.

P.D. Coincidencialmente al momento de terminar esto, me entero que Napo volvió como atormentante recuerdo (“tu Dios te ha concedido de vuestros ángeles una tregua”).
Napo vive.

No hay comentarios: