Las últimas semanas han sido bastante vertiginosas para un mundo que aún así se resiste a cambiar. Lamentablemente esta consecución de acontecimientos choca con nuestra limitada capacidad de retención, y cuando estamos tomando conciencia de un acontecimiento, repentinamente sucede otro que desestabiliza nuestra atención y confunde nuestro modo de ver las cosas.
Si no son 200 niñas secuestradas en Nigeria es un avión estrellado en Ucrania, o es el Estado Islámico, o es un bombardeo en Gaza o es el default argentino...
Si soy sincero en esto último, me gusta ver en aprietos al gobierno de CFK para reiterar que “el modelo” es fallido, sin embargo, este tema de los fondos buitre, sobrepasa cualquier comprensión, Argentina tiene razón como víctima y la esencia más degradante del capitalismo depredador solo provoca más simpatías hacia la alternativa populista.
Pero esa no es mi idea, desde que comenzó el conflicto de Gaza ocurre el mismo fenómeno que se da cada que hay algo en esa región. Por alguna razón más allá de la comprensión humana, el antisemitismo se hace presente de la forma más estúpida posible a la vez que un discurso sionista del otro lado no hace más que levantar antipatías hacia Israel.
Porque ese es el detalle, el ciudadano de a pie (ese que postea memes y usa hashtag) no puede distinguir entre un judío y el Estado de Israel, así como estos no pueden distinguir entre un civil palestino y un miliciano de Hamas.
Causó revuelo en EEUU el manifiesto firmado por varios artistas españoles, pero con especial interés en las figuras de Penelope Cruz y Javier Bardem, los cuales fueron acusado, precisamente, de antisemitas, y ese es el problema, hace algunos años Günter Grass fue fuertemente criticado por un poema en el que acusa a Israel, y se le dio el mismo tratamiento de antisemita cuando precisamente él se refería a una especie de temor entre los intelectuales al ser tildados de antisemitas por criticar las acciones del Estado de Israel (la misma lógica del que piensa que un taxista norteamericano es el que invade medio mundo por petroleo).
Israel es un Estado fallido desde el comienzo porque su base fundacional es la argumentación de que Dios otorgó esa tierra, sin importar quién estuviera ya ocupandola y se sostiene en la creencia de que como la ONU se las regaló, es suya por derecho.
En una guerra asimétrica donde la rabia de los desposeídos se hace presente contra el gigante Goliat la comunidad internacional pide el cese al fuego sin ofrecer solución alguna, porque para Hamas como para el Estado de Israel la única solución es la aniquilación del otro. Sin embargo, tildar de antisemita a todo aquel que critique las acciones de Netanyahu me parece si no estúpido, sí de una irresponsabilidad importante al no poder diferenciar un pueblo y una fe de un gobierno (la misma lógica de decir que todos los católicos son ignorantes y todos los curas pederastas).
Señores, aunque un gobierno esté legitimado por las urnas, sus acciones no tienen que ser precisamente aprobadas por su población, mucho menos blindadas ante cualquier intención de crítica donde se recurre argumento barato de ponerle a uno un bigote de Chaplin y cerrar la discusión.
Pero ojo, Hamas no es ni de lejos una perita en dulce, es propiamente dicho una organización terrorista que también asola a la población civil israelí con bombardeos regulares, porque Hamas sí es una organización antisemita que declara en su carta fundacional:
Nuestra lucha contra los judíos es muy grande y muy seria. Exige todos los esfuerzos sinceros. Es un paso al que inevitablemente habrán de seguir otros. El Movimiento no es más que un escuadrón que debe ser apoyado por más y más escuadrones de este vasto mundo árabe e islámico, hasta que el enemigo sea vencido y se realice la victoria de Alá.
así, hasta que no terminen aniquilandose entre los dos, en conflicto de Medio Oriente se resume en gente matándose en nombre de la misericordia del mismo Dios.
El resto es historia.
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