Mientras que en Copenhague los líderes mundiales están tratando de “salvar el mundo” de ellos mismos, en Oslo Obama va casi de pasadita por su Nobel a pocos días de autorizar 30,000 soldados en Afganistán y reconocer las elecciones en Honduras.
Las prioridades son otras hoy día, estamos en pleno Día Internacional de los derechos humanos y las denuncias por violaciones de estos son cada vez mayores y cada vez más graves frente al panorama que se vislumbra.
Hace algunos años, cuando Amnistía Internacional recibía el Nobel de la Paz las críticas hacia este organismo se hacían oír ante el silencio de estos en ciertas regiones del mundo (sobre todo en Latinoamérica) cuando se descubrió que, donde no hablaba era dónde la empresa Ford tenía intereses y que tal empresa era la principal financiación de esta ONG su credibilidad quedó cuestionada, hoy día, los reclamos siguen saliendo de los pasillos este organismo ante la mirada indiferente y desafiante de todos, literalmente todos los criticados. Las recomendaciones y denuncias son miradas con tranquilidad por gobiernos que reaccionan con un “¿Qué me vas a hacer?” bajo la égida del “acátese pero no se cumpla” se oyen pacientemente las recomendaciones, se dice que son exageradas, que se tomaran en cuenta y el año que viene es seguro que se oiga la misma recomendación y se vuelva a decir que es exagerada.
Sin embargo, algo es clave, las violaciones a los derechos humanos son parte de la humanidad misma, siempre que se sueña con un mundo utópico e ideal se choca con el que nadie de nosotros somos iguales y la ambición está por encima de la realización; entonces, creamos las democracias en las que, por relación ontológica, las minorías terminan siendo las más perjudicadas.
Los derechos humanos no solo encarnan a la personalidad física de una persona, sino a su entorno de realización humana y acceso a servicios básicos, acciones emanadas del gobierno federal que no tengan que ver con desapariciones forzadas o tortura se engloban en esta categoría. Desde la militarización masiva del país hasta la simple acción de aumentar impuestos a telecomunicaciones, cerrando la oportunidad de las personas necesitadas a el acceso a la información.
Organismos de derechos humanos como la Corte Interamericana de Derechos humanos son espectros de los que todos hemos escuchado hablar, pero en sí no tenemos la menor idea de qué hacen y cuáles son sus facultades de injerencia cuando se detecta un caso de violación de estos, porque siempre que un ente global se manifiesta desconforme ante el trato de un Gobierno tiene hacia sus gobernados, dichos gobiernos invocan a la más grande de las quimeras de la sociedad moderna y el peor error humano emanado de la razón: la soberanía y el nacionalismo.
Es como decir “yo soy tu amigo y confío en tu palabra, pero si no te gusta lo que hago te digo que no te importa, que es mi vida, pero todo bien, critica a los demás, no a mí” así, organizaciones como AI se sienten impotentes ya que solo pueden emitir “recomendaciones” que serán nota de diario un día y al siguiente estos hablaran de idioteces como el futbol. Así, los derechos humanos para los gobiernos son solo expedientes archivados en oficinas de burócratas, consagrados en las constituciones y acuerdos internacionales firmados pero ignorados en la praxis no solo por gobernantes, sino por los mismos gobernados.
Dicen que se comienza desde el hogar, y la violencia intrafamiliar es el hogar de los futuros forjadores de naciones que, en el culto público defenderá la equidad de género siempre y cuando su mujer esté en casa haciéndole de comer, que intentará acostarse con las mujeres que pueda siempre y cuando no se metan con su hermana y su esposa le sea fiel; así, ideales como la defensa de derechos naturales e inalienables se quedan coartados por la misma idiosincrasia humana que nos dicta que pensamos que no somos iguale, pobres con pobres, ricos con ricos, blancos con blancos, negros con negros, latinos con latinos, sajones con sajones, músicos de cumbia con músicos de cumbia, metaleros con metaleros, cristianos con cristiano, judíos con judíos, todos contra todos pero nadie con nadie para conformar una sola sociedad plural, integral e incluyente.
Los derechos humanos comienzan en el hogar, pero terminan en pura ilusión… el resto es historia.
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