Ha sido un año fructífero, cargado de situaciones y momentos divertidos, algunos frustrantes y otros más completamente fomes. Pero así transcurrieron los doce meses desde que comencé a escribir esta “columna”. Sin embargo, como todos los ciclos, tiene que terminar en algún momento. ¿Por qué? Pues porque sí, porque todo tiene su tiempo y porque es hora de hacer otra cosa. Se escribieron muchas cosas, algunas divertidas y otras pelotudas, algunas demasiado incomprendidas y otras de una comprensión clara. Siguieron parte de mi vida, y una parte de ella jamás la di a conocer. En el blog (al que nadie entra) se le dio seguimiento a muchas de las cosas que escribí (aunque hubo una cobertura especial al tema Honduras al que, a un autor, como al resto de la comunidad internacional, el asunto se le tornó indiferente).
El nobel de Obama (que, al final no es para tanto, si se lo dieron a Kissinger se lo pueden dar a cualquier pelotudo señor de la muerte) también fue víctima de vituperios, asimismo la política internacional (con especial interés en la Banda Oriental) y la nacional, la Influenza y esas cosas.
Hubo algunas situaciones que me habría gustado abordar durante el año, una de ellas fue la llamada “revolución verde” en Irán, donde Twitter dejó de ser una red de microbloggin para pasar a ser un instrumento ideológico gratuito, los casos de Twitter y Facebook (el primero como arma ideológica y el segundo como “instrumento de control”) pasaron a ser las dos claves de este autor para enterarse del mundo (y como ejemplo basta decir que el día del golpe de Honduras, gracias a Twitter me enteré de este dos horas antes de CNN)
Los cultos laicos, entre ellos el funeral de Michael Jackson y la parafernalia mesiánica de AMLO como gran elector quedó manifiesta con el delirante caso de Juanito que convirtió a México de un país semi-democrático en un poema de Bretón.
Leí muchos libros, pero especial mención a El Insomnio de Bolívar y No será la Tierra, ambos de Jorge Volpi y der schwarm de Frank Schätzin.
Las pelis? Creo que la mejor fue Waltz with Bashir y Zombieland (así es, zombies)
Eso sí, otra cosa que no traté es que 2009 fue el año vampiro, series, películas, “novelas” (entrecomillado, porque sin fruto de una moda, no de una aspiración literaria)
Sin embargo, lo que estoy haciendo en sí, es despedirme. Después de varios años de estar mandando correos (si mi memoria no falla, esto comenzó en 2005), en días de estudiante regular (los cuales ya terminaron) era un mecanismo catártico para expresar lo que en el aula no era posible o no existía el momento. Ahora que el aula no existe (y que, gracias a que esta navidad, después de mandar mensajes de navidad y recibir respuestas de “¿quién eres?” me dí cuenta que la gran mayoría de mis contactos simple y llanamente eliminan mis correos) el asunto ha terminado. Seguiré escribiendo en el blog, pero ahora quedará a criterio de uno entrar o no, ya que definitivamente, los mails masivos han terminado y tenían que terminar el día en que el Manifiesto Desastre se comenzó a mandar (en ciclos, el Manifiesto Desastre sería el 4º después de “Noticias desde el Imperio” “los Idus de Mayo” y “El Memorial de Montevideo” títulos que les día a mis anteriores ejercicios narrativos, además de algunos lapsus sin título)
En el blog comenzaré 3 columnas para tener un orden ideológico, la primera será llamada “Barranca abajo” en honor la larga cuesta descendiente hacia el 16 de septiembre cuando conmemoremos 200 años de ser un Estado Fallido, columna de carácter exclusivamente política, una segunda titulada “mungdo Cogtazá” que se dedicara a reseñar el libro en turno que caiga en mis manos y una tercera llamada “Ich bin ein Nerd” simplemente dedicada a todo lo relacionado con el ocio. (aunque esta semana estaré dándole una remodelación al bló para hacerlo más atractivo)
Semper Fidelis
A los que leyeron alguna vez estas palabras: gracias, a los que no, Gracias (con mayúsculas, porque implica que tienen cosas mejores que hacer que leer los delirios paranoides de un loco). Sin más y desde ya, gracias por aguantarme durante 4 años y no denunciarme como Spam. Termino con una cita de Racine que expresa el interés de mantener esta columna:
No hay secreto que el tiempo no revele.
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