como siempre, es un placer leer a Jorge Volpi.
la historia de este texto es sencilla, un psicoanalista mexicano despierta en pleno mayo francés en la ciudad de París, como buen conservador, despotrica contra los fanaticos estudiantes de izquierda, como todo buen ser humano, se enamora de una fanática estudiante de izquierda, como todo buen personaje, se convierte en fanático estudiante de izquierda solo para complacerla.
la historia de Anibal Quevedo, su desventura que lo lleva a convertirse en uno de los más grandes intelectuales de la izquierda mexicana, la apoteosis de su caída en pleno salinismo, momento en que se da "el fin de la locura" revolucionaria.
el libro tiene varios aciertos, uno de ellos es el desfile de diversos personajes de la época con los que cruza Quevedo y cuyas vidas son narradas en forma de microrelatos al interior de la novela (Lacan, Foucault; Barthes, Althusser) asi como sus encuentros con personajes relevantes como Allende, Castro, el Sub. Marcos y Salinas.
¿qué hariamos por amor? podría ser el leit motiv de la obra, un deseo apasionado por una mujer que nos arrastra a convertirnos en algo que no somos y, sobre todo, interpretar perfectamente el papel de ese algo que no somos.
varias reflexiones propias de Volpi, entre ellas una sutil critica a una izquierda radical y combativa que se va desvaneciendo con el fin de los tiempos, cuando sus caudillos desaparecen (y no me refiero a los dirigentes, sino a los ideologos) esta se irá consumiendo al interior hasta asimilarse a los nuevos tiempos del neoliberalismo.
una historia del fin de una época, de una utopía de creer lo imposible y darnos cuenta que por algo es imposible. algunos criticarán su cinismo ante la izquierda, pero es cierto, muchas de las cosas que se hicieron desde los 60`s hasta el fin del comunismo, fueron simplemente locuras.
el libro termina, precisamente, con una critica al libro en la que el mismo Volpi devasta la obra de Volpi (y a él mismo), tal vez por el simple placer lúdico de ponerse del lado del "otro" para entender no solo las ideas, sino a los detractores. al final, todos estamos locos, lo importante es saber en qué momento recuperaremos la cordura.
termino con un parrafo que expresa el sentido de la obra (contradicciones internas, pasiones no correspondidas y juegos mentales y de poder):
lo que hay entre nosotros, me explicas, no es-no debe ser- una relación de pareja. Te parece más divertido decir que se trata de un pacto en el cual cada uno sólo busca sacar el mayor provecho. Como en cualquier acuerdo, asientas una clara división entre lo permitido y lo prohibido. Parafraseando a Barthes, todo un sistema de signos articula nuestro deseo. Por ejemplo: yo puedo expresarte mi amor, pero no puedo exigírtelo. To Puedo intentar seducirte, pero no puedo forzarte a responderme. Yo puedo sentir celos de ti, e incluso puedo expresarlos, pero no puedo exigirte que dejes de causarmelos. Yo Puedo besarte y a veces incluso puedo hacerte el amor, pero no puedo pedirte que me correspondas. Yo puedo darte lo que se me antoje, pero no puedo esperar nada a cambio... ¿Y tú? Tú posees una sola prohibición. Lo curioso es que no te la he impuesto yo, sino tú misma: puedes hacer lo que quieras, absolutamente todo lo que quieras, exepto una cosa: ceder a mi voluntad de romper este maldito acuerdo.
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