21 feb 2014

El Imperio Otomano, Colin Imber

Por un error, prejuicio cultural o por la facilidad del acceso a la información uno forzosamente termina conociendo más de su entorno que de aquello que le es ajeno culturalmente. Durante un periodo en el que no tenemos libertad de consumo cultural (es decir, que leemos y aprendemos lo que nos dan) lo que sabemos del “otro” es generalmente por terceras fuentes, por lo que dicen otros que es más allá.
Turquía es un país del que uno puede aprender rápidamente por su cercanía con Europa, toma general interés por Estambul, antes Constantinopla, antes Bizancio. El puente entre Occidente y Oriente del mundo antiguo. Todos sabemos los “higlights” de esta ciudad, de ser un prospero puerto en el Bosforo, pasó a ser temporalmente la capital del Imperio Romano para, luego de la división de este, ser la capital del Imperio Bizantino (siempre se me ha hecho extraño que se llame “Bizantino” justo cuando la ciudad dejó de llamarse así, pero en fin), así duró unos mil años hasta que en 1453 los otomanos tomaron la ciudad para convertirla en la capital de su imperio hasta la disolución de este en 1918. Además de la batalla de Lepanto y el sitio de Viena poco se sabe de este imperio
Hasta ahí todo, así que uno se pregunta ¿En qué consiste el Imperio Otomano? 
Hace unos días compré un pequeño libro de un autor llamado Colin Imber, no es una historia en sí del Imperio Otomano, tampoco es un análisis del mismo, si podría hacer una definición más clara sería una historia de las instituciones otomanas en hasta su consolidación formal de las mismas ¿Por Qué?
Pues porque, primero que nada, tiene una cronología establecida de solo trescientos cincuenta años, es decir, data el origen del mismo en el 1300 y termina el libro en 1650 debido a que toma esa fecha como una parálisis del Imperio, o sea que a partir de esa fecha llegó a un cenit que solo sería descendente desde entonces, asimismo establece que, aunque con obvias modificaciones fruto del espíritu del tiempo posterior, las instituciones, usos y costumbres se establecieron tales como se les recuerda hoy día.
El autor toma como punto de partida la poca información que se tiene en Europa sobre el Imperio Otomano y, sobre todo, lo compleja y académica de esta, proponiéndose hacer un libro de divulgación para el profano que quiere conocer más. El resultado es una obra bastante bien estructurada por secciones, primero abre con una historia de corte positivista del periodo para que uno tenga una guía previa de quién mató a quién y quién le declaró la guerra a quién, es decir, una de esas historia cronológicas que tanto me gustan porque carecen de interpretaciones, solo de qué pasó y cuándo. Luego de esto, pasa a un estudio estructurado en 7 categorías:
1) la dinastía, que es la que habla no del origen, sino cómo fue que el sultán pasó a ser sultán (a veces creemos que los reyes son reyes y ya, pero no tratamos de explicar por qué precisamente ellos son y no otros); así como la conformación de la herencia, o sea, cómo pasó del fratricidio al morir el padre a la primacía del primogénito.
2) reclutamiento, o sea, cómo estaba conformada la infantería del ejército, más fácil, de dónde sacaban los soldados
3) el palacio; las cosa pública otomana provenía del palacio del sultán ¿Quiénes residían ahí, quiénes eran los miembros del consejo que tomaba las decisiones de Estado y de dónde provenían?
4) Las provincias, no es lo mismo un feudo que una provincia o un sancaks ¿O sí?
5) La ley. En el mundo islámico la ley es la Sharia, en el mundo otomano esa no es la excepción, aunque el espíritu de los tiempos tiende forzosamente a la laicidad y la creación de un código legal secular.
6 y 7) El ejército, en una nación cuyo gobierno se legitima en la conquista el ejército y la marina son fundamentales, puesto que de ahí proviene la gloria del reino, pero también su principal enemigo.

Un excelente libro que, si bien su cometido no es un grueso estudio académico sobre el Imperio Otomano, cumple su cometido al ser una guía para el que quiera dar sus primeros pasos en un tema que muchas veces desconocemos porque pertenece a una cultura tan ajena al mundo occidental que llegamos a juzgar solo porque no se comportan como nosotros ¿Habrá una obra así sobre los chinos?

14 feb 2014

Venezuela

Hay tiempos en los que hay que mirar a un lugar aunque deseemos hacerlo para otro lado. Nadie puede ni debe de sorprenderse de lo que está pasando en Venezuela, lo que está sucediendo no es más que la consecuencia de una serie de eventos acumulados que no son solucionados, pero antes de todo, vayamos por partes.
Primero respondamos una pregunta ¿Qué está pasando en Venezuela?
Todo comenzó con Julian Assange y sus güquiliquis, entre el mar de pruebas irrefutables que desestabilizaron el sistema y provocó la caída del poder global, estaba el primer dato de que Chávez había sido tratado de un cáncer por médicos rusos, obviamente, el comandante denunció que Assange era una herramienta más del capitalismo y negó la información. Obviamente pasó el tiempo y el mismo comandante tuvo que admitir su enfermedad, lo que no lo minó a lanzarse en una campaña express que consumió todas sus energías hasta lograr una holgada victoria por encima de Capriles; a razón de esto el comandante se internó para tratar su cáncer, el cual se intensificó por el desgaste de energía en campaña no sin antes dejar dicho que si algo le pasaba, Maduro sería su delfín.
Durante la internación Maduro ejerció como presidente, y comenzó tal vez una de las comedias más bizarras del mundo político actual. Nada se sabía del presidente, ni siquiera asistió a su investidura para su nuevo mandato (¿Para qué tiene que tomar juramento, si ya es? alegó el gobierno), la oposición comenzó con las suspicacias de que no se les dejara ver ni en fotografía y solo la cúpula chavista lo “veía” y Maduro, como Gran Visir de un sultán haragán, lo veía y salía de la habitación diciendo que le dijo tal o cual cosa. Era obvio que Chávez estaba muerto y lo que estaba pasando era que el chavismo estaba alargando la noticia para establecer un reacomodo interno, la principal fractura se hizo evidente cuando surgieron los rumores y las primeras criticas de Diosdado Cabello hacia Maduro, solo que había un problema, Cabello sabía que cuestionar a Maduro era cuestionar a Chávez y Cuestionar a Chávez es cuestionar incluso la propia autoridad de Cabello.
Cuando todo estaba listo, se anunció la muerte del comandante y la convocatoria a nuevas elecciones en abril de 2013, los candidatos serían Maduro y Enrique Capriles. Lo que sigue todos lo conocemos por la mar de notas de humor involuntario provocada por Maduro (llegando a su apoteosis con la anecdota del pajarito) mientras destruía todo el capital político de Chávez hasta ganar por solo un punto porcentual en una jornada electoral cargada de tensión e irregularidades que desembocó en un conflicto pos electoral que estuvo por salirse de control para la oposición mientras que el Estado lanzaba un discurso incendiario cargado de amenazas. Capriles optó por una postura a largo plazo: replegarse y dejar solo al gobierno para que sean ellos y nadie más que ellos los que hundan el país y la población se dé cuenta de tal.
Esta postura no gustó a muchos, sobre todo a gente de calle que simplemente veían reducir su poder adquisitivo cada vez más. El gobierno entró en un periodo de desesperación con metidas de pata cada vez mayores hasta llegar al escenario de hoy, la inflación más grande del mundo (3.7% en enero), saqueos legalizados, reducción obligatoria de los margenes de ganancia (puedes vender, pero tienes que ganar poco, lo suficiente como para que no tengas un nivel de vida digno), un cuasi bloqueo aereo, desabastecimiento de productos básicos, cierre de empresas extranjeras (y con esto fuga de capitales), inseguridad y servicios públicos deficientes en un país que regala su petroleo (o cambia por canasta básica) a los miembros del ALBA cuya única fuente de ingresos real es el petroleo que le vende a Estados Unidos siendo su principal abastecedor.
Las cosas dentro de la oposición tampoco van tan bien, luego de la moderación de Capriles, Leopoldo López y Maria Corina Machado se comenzaron a distanciar de este y convocar movilizaciones para forzar la salida de Maduro, un proceso que llamaron “la salida” más parecida a las que forzaron la renuncia de De la Rua en Argentina que al golpe de 2002. Siendo el grueso de los manifestantes estudiantes, más de uno se decidió llamar a esto “primavera venezolana”, sin embargo, como era de esperarse en esto de las primaveras, el gobierno no reaccionó con mucho contento y comenzaron los disturbios. Las imágenes del caos que se estuvo viviendo esta semana abren una ruptura dentro de todos los ámbitos del país, la izquierda está comenzando a criticar a Maduro por su tibieza y por que sus medidas económicas no están resultado de la mejor manera. La oposición está igual de dividida entre los que quieren paz y los que quieren el fin del gobierno ya.
Pero, y es una pregunta normal ¿A mí qué? Pues primero que nada, como dije más arriba, Venezuela regala grandes cantidades de petroleo a países como Cuba, Bolivia, Nicaragua, Uruguay o Argentina, así como ser un cliente importantisimo de potencias como China o Rusia, el fin del chavismo implicaría un desequilibrio económico en los países de la región que de la nada tendrían sus cuentas bastante reducidas, que sería básicamente lo mismo que un día amanecieras con un presupuesto apretado y de repente vieras que es más corto y tienes que reducir gastos. Lo que pasa en Venezuela no solo afecta a Venezuela.
Lamentablemente siempre hay algo que me ha irritado de la izquierda por sobre todas las cosas, y esta es la falta total de autocrítica, veo con una desesperanza que ya preveía como en medios “alternativos” como aporrea.org o rebelion.org el discurso es el mismo, todo es culpa de la oposición fascista, los medios hegemónicos y capitales extranjeros que quieren detener una revolución pacifica que respeta las libertades más naturales del ciudadano, un discurso informado y no manipulado que daría risa de no ser que lo que está en juego es el bienestar de millones de personas. Incluso en aporrea comenzaron a aparecer algunos textos críticos del gobierno con su correspondiente eliminación del post y denuncias de una infiltración de este medio por elementos fascistas.
Por el momento, el gobierno ha convocado a una manifestación contra el fascismo este sábado, posiblemente las confrontaciones se den de nuevo ya que ahorita los ánimos están bastante caldeados y, si me atrevo a decir algo, Maduro no termina su mandato, pero tampoco habrá elecciones anticipadas, alguien dentro del chavismo le dirá “quitate que están destruyendo la memoria del comandante” y la situación será más grave, un golpe de Estado entre chavistas no es un golpe de Estado, es un reacomodo institucional...
Igualmente me sigue soprendiendo la actitud de nuestras izquierdas, es decir, defienden a Maduro por hacer las cosas que defenestran de Peña Nieto (control mediático, desinformación, un aparato del Estado a su servicio, impunidad, fraude), es decir, son los mismos que apoyaron los bloqueos lopezobradoristas pero llamaron a Capriles un resentido que no sabe perder una elección.

El resto es historia.

8 feb 2014

La Victoria, Jaime Sánchez Susarrey

No sé si debería quejarme, después de todo solo pagué $30 y en peores cosas he gastado más dinero.
Compré un libro llamado La Victoria de Jaime Sánchez Susarrey. La historia es demasiado atractiva como para ponerle peros: un ejercicio contrafactual sobre un hipotético escenario donde López Obrador gana la elección de 2006 (el libro fue publicado en febrero de ese año, meses antes del arranque de las campañas).
Aunque el inicio es bastante prometedor, se queda en el intento, es decir, uno lee las primeras veinte páginas y piensa "No es un escritor muy bueno que digamos, pero la idea central es bastante atractiva como para permanecer leyendo". Y es ahí donde uno cae en la trampa.
Veamos, primero la historia, esta se mueve en tres lineas temporales, una abarca entre 2006 y 2012, donde narra cómo simplemente Obrador va destruyendo el modelo neoliberal a la vez que va consolidandose en el poder por medio de referendums, gasto social excesivo, sistemas clientelares e intervencionismo radical en la economía, todo esto hasta terminar con un naciente movimiento reeleccionista promovido desde Los Pinos.
La segunda linea es una historia de los momentos más importantes de la carrera de AMLO hasta, precisamente, el momento previo a la candidatura de 2006.
La tercera es una historia que carece totalmente de sentido.
Veamos, la primera parte obviamente es la más atractiva, pero tiene demasiada fallas, tal vez la más grave, que está en todo el libro, son los diálogos y una excesiva demonización de López Obrador e idealización del PAN. Acción Nacional es retratado como un partido ético y respetuoso de las instituciones, Fox como un estadista que respeta la autoridad de los demás poderes que, aunque sienta antipatía por Obrador, decide respetar el estado de derecho y no operar para dañar sus aspiraciones. Al contrario, el PRD y el PRI son acomodaticios, divididos totalmente en el interior hasta casi desaparecer ante (y esta es la única parte donde tiene voz de profeta) la creación de un nuevo partido que agrupe a los puros y fieles seguidores de AMLO con Martí Batres como su presidente. Sin embargo, el autor, con el afan de desprestigiarlo pone en papel estelar a René Bejarano, casi queriendo decir que Obrador solo trabaja con personas de esa calidad moral. 
La segunda linea, pinta a un Obrador sin ideales, traicionero y vengativo, admirador de Echeverria y enemigo de todo lo que suene a instituciones. Pero lo peor es que el autor se hace eco de leyendas urbanas tan irrisorias que incluso durante la narración se contradice a sí mismo, por ejemplo, que Andrés Manuel en realidad es Manuel Andrés, pero que cambió su nombre para no sonar a MALO, curiosamente en ninguna parte explica en qué momento realizó eso, pero sí porqué se llama Andrés Manuel, en ese orden. Además del caso de la muerte de su hermano y de que él lo mató por envidia. Es decir, esas ideas que solo Francisco Martín Moreno puede reproducir. un disparate total para alguien que presume un doctorado en Ciencias Sociales en París.
La tercera, y la peor de todas, es una historia sin sentido tan soporifera que la pasas de largo sin ningún interés y sin perderte de nada aunque sea la mitad del libro, no es más que la patética historia de un "periodista" critico, más en ninguna parte presenta idea alguna, se la pasa hablando de con cuantas mujeres se acuesta y cuantas quieren con él, de cómo anda en motocicleta por lo cool que es y con dialogos tan profundos como:
"--¿Es el departamento 1201?
--Sí.
--Soy de DHL, traigo un paquete"

o

"--Bueno.
--¿Lucia?
--Sí, ¿Quién habla?
--Soy yo, el amigo de Josefina-
--¿Cómo estás?
--Bien, te llamo porque me encantaría invitarte un café o, tal vez, a comer.
--Pero tú estás saliendo con Josefina, que es mi amiga.
--No, no tengo ninguna relación con Josefina, ella también es mi amiga."

Y así sigue el dialogo, un rato hasta que se la lleva a la cama. Ni siquiera entiendo qué sentido tiene poner todo eso, una  de dos, no carecía de ideas para el desarrollo de la trama principal y quería llenar espacio, o simplemente pensó que una intriga amorosa sería interesante (tan interesante que te duerme).



Podría decir que es uno de los peores libros que he leído, pero tiene la ayuda de que me salió bastante barato y solo perdí un día de mi vida con semejante bodrio.
El esto es historia.