Hay
tiempos en los que hay que mirar a un lugar aunque deseemos hacerlo
para otro lado. Nadie puede ni debe de sorprenderse de lo que está
pasando en Venezuela, lo que está sucediendo no es más que la
consecuencia de una serie de eventos acumulados que no son
solucionados, pero antes de todo, vayamos por partes.
Primero
respondamos una pregunta ¿Qué está pasando en Venezuela?
Todo
comenzó con Julian Assange y sus güquiliquis, entre el mar de
pruebas irrefutables que desestabilizaron el sistema y provocó la
caída del poder global, estaba el primer dato de que Chávez había
sido tratado de un cáncer por médicos rusos, obviamente, el
comandante denunció que Assange era una herramienta más del
capitalismo y negó la información. Obviamente pasó el tiempo y el
mismo comandante tuvo que admitir su enfermedad, lo que no lo minó a
lanzarse en una campaña express que consumió todas sus energías
hasta lograr una holgada victoria por encima de Capriles; a razón de
esto el comandante se internó para tratar su cáncer, el cual se
intensificó por el desgaste de energía en campaña no sin antes
dejar dicho que si algo le pasaba, Maduro sería su delfín.
Durante
la internación Maduro ejerció como presidente, y comenzó tal vez
una de las comedias más bizarras del mundo político actual. Nada se
sabía del presidente, ni siquiera asistió a su investidura para su
nuevo mandato (¿Para qué tiene que tomar juramento, si ya es? alegó
el gobierno), la oposición comenzó con las suspicacias de que no se
les dejara ver ni en fotografía y solo la cúpula chavista lo “veía”
y Maduro, como Gran Visir de un sultán haragán, lo veía y salía
de la habitación diciendo que le dijo tal o cual cosa. Era obvio que
Chávez estaba muerto y lo que estaba pasando era que el chavismo
estaba alargando la noticia para establecer un reacomodo interno, la
principal fractura se hizo evidente cuando surgieron los rumores y
las primeras criticas de Diosdado Cabello hacia Maduro, solo que
había un problema, Cabello sabía que cuestionar a Maduro era
cuestionar a Chávez y Cuestionar a Chávez es cuestionar incluso la
propia autoridad de Cabello.
Cuando
todo estaba listo, se anunció la muerte del comandante y la
convocatoria a nuevas elecciones en abril de 2013, los candidatos
serían Maduro y Enrique Capriles. Lo que sigue todos lo conocemos
por la mar de notas de humor involuntario provocada por Maduro
(llegando a su apoteosis con la anecdota del pajarito) mientras
destruía todo el capital político de Chávez hasta ganar por solo
un punto porcentual en una jornada electoral cargada de tensión e
irregularidades que desembocó en un conflicto pos electoral que
estuvo por salirse de control para la oposición mientras que el
Estado lanzaba un discurso incendiario cargado de amenazas. Capriles
optó por una postura a largo plazo: replegarse y dejar solo al
gobierno para que sean ellos y nadie más que ellos los que hundan el
país y la población se dé cuenta de tal.
Esta
postura no gustó a muchos, sobre todo a gente de calle que
simplemente veían reducir su poder adquisitivo cada vez más. El
gobierno entró en un periodo de desesperación con metidas de pata
cada vez mayores hasta llegar al escenario de hoy, la inflación más
grande del mundo (3.7% en enero), saqueos legalizados, reducción
obligatoria de los margenes de ganancia (puedes vender, pero tienes
que ganar poco, lo suficiente como para que no tengas un nivel de
vida digno), un cuasi bloqueo aereo, desabastecimiento de productos
básicos, cierre de empresas extranjeras (y con esto fuga de
capitales), inseguridad y servicios públicos deficientes en un país
que regala su petroleo (o cambia por canasta básica) a los miembros
del ALBA cuya única fuente de ingresos real es el petroleo que le
vende a Estados Unidos siendo su principal abastecedor.
Las
cosas dentro de la oposición tampoco van tan bien, luego de la
moderación de Capriles, Leopoldo López y Maria Corina Machado se
comenzaron a distanciar de este y convocar movilizaciones para forzar
la salida de Maduro, un proceso que llamaron “la salida” más
parecida a las que forzaron la renuncia de De la Rua en Argentina que
al golpe de 2002. Siendo el grueso de los manifestantes estudiantes,
más de uno se decidió llamar a esto “primavera venezolana”, sin
embargo, como era de esperarse en esto de las primaveras, el gobierno
no reaccionó con mucho contento y comenzaron los disturbios. Las
imágenes del caos que se estuvo viviendo esta semana abren una
ruptura dentro de todos los ámbitos del país, la izquierda está
comenzando a criticar a Maduro por su tibieza y por que sus medidas
económicas no están resultado de la mejor manera. La oposición
está igual de dividida entre los que quieren paz y los que quieren
el fin del gobierno ya.
Pero,
y es una pregunta normal ¿A mí qué? Pues primero que nada, como
dije más arriba, Venezuela regala grandes cantidades de petroleo a
países como Cuba, Bolivia, Nicaragua, Uruguay o Argentina, así como
ser un cliente importantisimo de potencias como China o Rusia, el fin
del chavismo implicaría un desequilibrio económico en los países de
la región que de la nada tendrían sus cuentas bastante reducidas,
que sería básicamente lo mismo que un día amanecieras con un
presupuesto apretado y de repente vieras que es más corto y tienes
que reducir gastos. Lo que pasa en Venezuela no solo afecta a
Venezuela.
Lamentablemente
siempre hay algo que me ha irritado de la izquierda por sobre todas
las cosas, y esta es la falta total de autocrítica, veo con una
desesperanza que ya preveía como en medios “alternativos” como
aporrea.org o rebelion.org el discurso es el mismo, todo es culpa de
la oposición fascista, los medios hegemónicos y capitales
extranjeros que quieren detener una revolución pacifica que respeta
las libertades más naturales del ciudadano, un discurso informado y
no manipulado que daría risa de no ser que lo que está en juego es
el bienestar de millones de personas. Incluso en aporrea comenzaron a
aparecer algunos textos críticos del gobierno con su correspondiente
eliminación del post y denuncias de una infiltración de este medio
por elementos fascistas.
Por
el momento, el gobierno ha convocado a una manifestación contra el
fascismo este sábado, posiblemente las confrontaciones se den de
nuevo ya que ahorita los ánimos están bastante caldeados y, si me
atrevo a decir algo, Maduro no termina su mandato, pero tampoco habrá
elecciones anticipadas, alguien dentro del chavismo le dirá “quitate
que están destruyendo la memoria del comandante” y la situación
será más grave, un golpe de Estado entre chavistas no es un golpe
de Estado, es un reacomodo institucional...
Igualmente
me sigue soprendiendo la actitud de nuestras izquierdas, es decir,
defienden a Maduro por hacer las cosas que defenestran de Peña Nieto
(control mediático, desinformación, un aparato del Estado a su
servicio, impunidad, fraude), es decir, son los mismos que apoyaron
los bloqueos lopezobradoristas pero llamaron a Capriles un resentido
que no sabe perder una elección.
El
resto es historia.
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