Por un error, prejuicio cultural o por la facilidad del acceso a la información uno forzosamente termina conociendo más de su entorno que de aquello que le es ajeno culturalmente. Durante un periodo en el que no tenemos libertad de consumo cultural (es decir, que leemos y aprendemos lo que nos dan) lo que sabemos del “otro” es generalmente por terceras fuentes, por lo que dicen otros que es más allá.
Turquía es un país del que uno puede aprender rápidamente por su cercanía con Europa, toma general interés por Estambul, antes Constantinopla, antes Bizancio. El puente entre Occidente y Oriente del mundo antiguo. Todos sabemos los “higlights” de esta ciudad, de ser un prospero puerto en el Bosforo, pasó a ser temporalmente la capital del Imperio Romano para, luego de la división de este, ser la capital del Imperio Bizantino (siempre se me ha hecho extraño que se llame “Bizantino” justo cuando la ciudad dejó de llamarse así, pero en fin), así duró unos mil años hasta que en 1453 los otomanos tomaron la ciudad para convertirla en la capital de su imperio hasta la disolución de este en 1918. Además de la batalla de Lepanto y el sitio de Viena poco se sabe de este imperio
Hasta ahí todo, así que uno se pregunta ¿En qué consiste el Imperio Otomano?
Pues porque, primero que nada, tiene una cronología establecida de solo trescientos cincuenta años, es decir, data el origen del mismo en el 1300 y termina el libro en 1650 debido a que toma esa fecha como una parálisis del Imperio, o sea que a partir de esa fecha llegó a un cenit que solo sería descendente desde entonces, asimismo establece que, aunque con obvias modificaciones fruto del espíritu del tiempo posterior, las instituciones, usos y costumbres se establecieron tales como se les recuerda hoy día.
El autor toma como punto de partida la poca información que se tiene en Europa sobre el Imperio Otomano y, sobre todo, lo compleja y académica de esta, proponiéndose hacer un libro de divulgación para el profano que quiere conocer más. El resultado es una obra bastante bien estructurada por secciones, primero abre con una historia de corte positivista del periodo para que uno tenga una guía previa de quién mató a quién y quién le declaró la guerra a quién, es decir, una de esas historia cronológicas que tanto me gustan porque carecen de interpretaciones, solo de qué pasó y cuándo. Luego de esto, pasa a un estudio estructurado en 7 categorías:
1) la dinastía, que es la que habla no del origen, sino cómo fue que el sultán pasó a ser sultán (a veces creemos que los reyes son reyes y ya, pero no tratamos de explicar por qué precisamente ellos son y no otros); así como la conformación de la herencia, o sea, cómo pasó del fratricidio al morir el padre a la primacía del primogénito.
2) reclutamiento, o sea, cómo estaba conformada la infantería del ejército, más fácil, de dónde sacaban los soldados
3) el palacio; las cosa pública otomana provenía del palacio del sultán ¿Quiénes residían ahí, quiénes eran los miembros del consejo que tomaba las decisiones de Estado y de dónde provenían?
4) Las provincias, no es lo mismo un feudo que una provincia o un sancaks ¿O sí?
5) La ley. En el mundo islámico la ley es la Sharia, en el mundo otomano esa no es la excepción, aunque el espíritu de los tiempos tiende forzosamente a la laicidad y la creación de un código legal secular.
6 y 7) El ejército, en una nación cuyo gobierno se legitima en la conquista el ejército y la marina son fundamentales, puesto que de ahí proviene la gloria del reino, pero también su principal enemigo.
Un excelente libro que, si bien su cometido no es un grueso estudio académico sobre el Imperio Otomano, cumple su cometido al ser una guía para el que quiera dar sus primeros pasos en un tema que muchas veces desconocemos porque pertenece a una cultura tan ajena al mundo occidental que llegamos a juzgar solo porque no se comportan como nosotros ¿Habrá una obra así sobre los chinos?
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