El escenario es el siguiente:
Una vez lo leí, o bueno, intenté leerlo, tres veces; primero, Conversaciones en la catedral que luego e 50 paginas me invitó a devolverlo a la biblioteca y olvidarme de tal, dos años después, por mediación de la güerita, que incluso me advirtió que no leyera Conversaciones… tomé La fiesta del chivo y fue lo mismo, tal vez porque no me pasaba la misma sensación que con García Márquez o Carpentier, algo en Vargas Llosa no me gustaba.
Luego dije “creo que es porque no comencé con el más famosos” así que fui a por El reino de este mundo mismo efecto, 50 páginas y adiós. Me parecía uno de esos autores que están encantados de conocerse a sí mismos, arrogante, con referencias desconocidas para uno (dando por entendido que el lector es igual de culto que el autor), narraciones demasiado largas sin llegar a algún punto. Nada, una pudrición.
Ah, también intenté La tentación de lo imposible nada que ver con Víctor Hugo, ni siquiera como homenaje.
Pero sus opiniones, sus jodidas opiniones son lo que más lamento. Obviamente de tendencia liberal, casi ultra, enemigo (ojo, no crítico, enemigo) de la ola de nueva izquierda latinoamericana donde todos son dictadores excepto los gobiernos colombiano, peruano y chileno que son ejemplos lujosos de democracia. Obviamente un servidor también distiende de ciertos gobernantes o posturas ideológicas, pero eso no lo ciega a uno para reconocer logros en ciertas áreas.
Hace años fue él el que acuñó el término de que en México existía la dictadura perfecta (para referirse al PRI como una dictadura disfrazada de democracia), a lo que la clase política mexicana solo contestó que lo consideraba un gran escritor (forma sutil de decir “dale, escribes bonito, pero de política no sabes nada”) recordemos que este “gran caballero” perdió contra Fujimori en las elecciones de su país.
También forma joyas familiares, su hijo Álvaro Vargas Llosa, recién acaba de afirmar que lo que ocurrió en Ecuador fue un plan orquestado por Correa para ganar popularidad y consolidarse como dictador (recordemos que fue el mismo Álvaro Vargas Llosa que dijo que Zelaya también orquestó su golpe para ganar popularidad y consolidarse como dictador)
Vargas Llosa, al igual que Carlos Fuentes, son esos autores que pongo en una cajita total, escriben para la mierda e ideológicamente tiene más mierda en la cabeza. La pregunta también es ¿de dónde emana la autoridad de los Nobel? Es decir ¿en qué momento se dijo “estos son los mejores premios”? bien podía Murakami ganarlo, pero no, no es lo que buscan los Nobel, los Nobel buscan hacer política y entregar el premio a regiones donde la influencia de Occidente es necesaria, América Latina, golpeada a más no poder por violencia o narcotráfico, ahora necesita darle un voto de confianza a la derecha regional (al parecer último baluarte de una democracia consolidada), porque esa es la lógica de Vargas Llosa, donde gana la derecha existe la democracia participativa, si gana la izquierda, todo se va a la mierda porque se viene la dictadura.
Tengo sentimientos encontrados, porque sé exactamente dónde están, dónde los encontré y donde van, son fáciles, si tuve dudas por parte del de la paz a Obama antes de hacer algo siquiera pacifico, tengo serias preocupaciones por esto; me dirán que se premia su pluma, no su postura, pero responderé que en el 100% de los casos la pluma es el espejo de la postura, y creo que la pluma de Vargas Llosa está putrefacta de prejuicios fascistoides y neologismos absurdos (nada que ver, pero tenía ganas de escribir “neologismo”) hay de errores a errores, pero antes de ver las drogas o la violencia, entiende que ciertas personas también son errores de la sociedad, lástima que tengamos tendencia a premiarlos.
El resto es historia.
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