En abril de 1994 Kurt Donald Cobain era encontrado de un plomazo en la cabeza, algunos años después, los canadienses Joseph Heath y Andrew Potter escribían en Rebelarse vende: el negocio de la contracultura que el suicidio de Cobain había sido el acto de inconsciencia más grande de su vida, no por el hecho de acabar con su vida ni que el acto de suicidarse sea una bajeza, sino por el hecho de que Cobain cometió un error táctico al creer que así escapaba del sistema, el cual, aprovechando su muerte, lo elevó a nivel de figura mítica y como algo más dentro de un todo.
Cobain muere, según los autores mencionados, porque tenía talento, es decir, su música gustaba y eso lo convirtió en figura mediática, la única forma en la que el cantante hubiera podido escapar a esa realidad habría sido que tocara una reverenda mierda, Cobain, inconsciente de su realidad dentro del mainstream, decide acabar con su vida sin arreglar el asunto y por lo tanto, continuar asimilado.
Estos autores llaman a eso “asimilación contracultural”, es decir, cuando surge un símbolo que atenta contra el sistema establecido lo que hace éste es absorberlo, quitarle la carga simbólica y soltarlo de nuevo como producto de consumo. Así la población lo adquiere con la idea de que están realizando un acto contestatario sin desestabilizar nada.
Asimismo afirman que la contracultura es una falacia, ya que la cultura, como parte de un todo no puede tener oposiciones, ya que lo que llamamos contracultura, emana de ésta y se mueve dentro de los parámetros establecidos por consenso, así, nada escapa a la cultura, sin importar que tan revolucionario pueda ser.
¿A qué viene todo esto? A una duda que si bien tenía desde hace años, en los últimos días ha regresado a mi cabeza ¿Qué nos define como generación?
Douglas Couplan en Generación X (Novela de donde sale el nombre) defina a esta como apática y contestataria, con rechazo a los valores tradicionales y las estructuras sociales. Pero también fue una generación que tiene motivos para serlo, nació de la incertidumbre y del fin del mundo bipolar. El miedo nuclear, la lucha entre capitalismo y comunismo, siempre, siempre había dos opciones, algo para elegir, un camino y una corriente que seguir, pero un día de 1989, mientras miles de berlineses derrumbaban un muro, nadie se dio cuenta que también derrumbaban los esquemas mentales de toda una generación que nació huérfana. Musicalmente crecieron escuchando desesperanza, Nirvana, Smashing Pumpkins, Soundgarden, Pearl Jam, Radiohead; la época de Wham! Quedaba atrás, The Cure, Twisted Sister, bandas de falsa rebeldía que solo se movían en los parámetros de la lucha bipolar en la que el miedo al socialismo y el desprecio del capitalismo eran usados como plataformas de venta para poder vender algo. En el cine Quentin Tarantino les dio una narrativa diferente dónde hablar por hablar era un verdadero arte y generaba una empatía sin límites, ya que siempre, con sus películas, reaccionábamos con un “yo platico igual” si cine, violento, ágil, lúdico era un canto generacional hacia un grupo que creció mirando pelis barata de bajo y alto presupuesto siempre con los mismos actores semi adolescentes o comedias familiares donde se descubre el verdadero valor de la familia aderezado un algunas películas de monstruos o asesinos seriales. En televisión crecieron con el Tío Gamboin y caricaturas demasiado acartonadas (pero no por eso geniales) y diálogos arquetípicos que ensalzan la familia.
Hay jóvenes de nuestra edad actuales que en su afán de sentirse rebeldes se autodenominan “generación X” cayendo así en el juego de la asimilación contracultural del que hablé al comienzo. El honor (o deshonor) de formar parte de la gran X le pertenece a los que nos precedieron, lo que nos deja en una disyuntiva aún mayor ¿Qué somos nosotros si somos los herederos de los huérfanos? Nunca crecimos en un mundo bipolar como para ver derrumbadas las estructuras sociales porque cuando nacimos (y me refiero a nacer como el momento en el que desarrollamos pensamiento abstracto) el socialismo no era mas que un fantasma que se derrumbó hace años, los pilares de la sociedad, como la familia y las jerarquías, estaban ya agonizando y las religiones estructuradas cedían pasos a chacras, mantras y cuarzos.
Entonces ¿qué nos toca a nosotros? Si bien la generación X se caracteriza por una aparente apatía (aún en formación, porque las pasiones binarias aún se mantenían levemente), la de nosotros se ha caracterizado por una total y completa indiferencia. Así como nada nos satisfacía al cien por ciento, todo nos gustaba al cien por ciento.
Nacimos sin incertidumbre no porque tuviéramos las respuestas, sino porque no nos interesaban, anteriormente, cuando teníamos un nuevo mecanismo o nos enfrentábamos a un avance que desconocíamos, nos cuestionábamos del por qué y las posibles repercusiones que podría producir en nosotros. Ahora, simplemente lo tómanos y nos adaptamos a ellos sin cuestionar su naturaleza intrínseca. Es decir, tomamos las cosas como ya hechas e ignoramos cómo se llegó a estas porque simplemente no lo necesitamos. Nos definimos como esponjas, simplemente nos dedicamos a absorber y absorber sin importar origen o destino.
¿Tenemos referentes? Musicalmente somos la generación MTV, porque esa empresa se adelantó, aprendió de la generación X, así que para evitar problemas, se decidió en crear ellos mismos las pautas y lo que debe de ser, así, crecimos con referentes tan “importantes “como Korn, Limp Biskit, Christina Aguilera o Britney Spears. Nacimos con efectos especiales en el cine donde los diálogos eran cosa del pasado, Titanic, El Día de la Independencia, Hombres de Negro, nada, nada de pensamiento, solo desfiles aceleramos de colores e imágenes uno más espectacular que el anterior.
Carecemos de espíritu porque somos un entremezclado de ideologías disimiles y contradictorias, nos rebelamos con los mismos medios que queremos destruir, tratamos de canalizarlos para algo pero como no entendemos su funcionamiento interno, solo tenemos margen de acción dentro de lo que nos permiten los creadores. Abrimos grupos de Facebook contra la censura en Facebook ignorantes de que si esto se puede, es porque a los creadores de la página les importa un bledo que esto suceda, porque se realizan dentro de lo permitido, sin acción social concreta.
Todos somos unos hipócritas de primer orden en uno o mayor sentido, pero cuando la hipocresía es racional y lo haces a conciencia nos damos cuenta de que las causas que defendemos están perdidas desde que iniciaron. En este momento estoy escribiendo este texto en una computadora con Windows XP en un monitor Samsung SyncMaster modelo 140b; visto unos tenis Atlética, una playera Op al momento de que escucho a la oreja de Van Gogh en mi reproductor de Mp3 Centon y frente a mí NOLOGO de Naomi Klein y hago una crítica a un sistema asimilado re la contracultura revolucionaria. El problema de los que se autodenominan rebeldes dentro de nuestra generación es que no saben que en el momento en el que el sistema de detenga, todos los demás se darán cuenta de que son hijos de ese sistema, entonces se rebelarán contra aquellos que los “liberaron”, y ellos pasarán a ser el sistema. Por eso no participan en la política, pero serán arrastrados por las consecuencias al ver que los medios fuera del protocolo no son prácticos y no llegan a nada. Entonces los jóvenes, deseando ser como nadie seguirán a un grupo que simbolizará los últimos restos del naufragio que llamamos “Generación 2.0”.
Termino con una frase que Lisa le dice a Bart en un episodio de Los Simpson que tal vez refleja el sentir de quienes nacimos sin sensaciones:
“te definiste como un rebelde, pero en ausencia de un medio represaron has sido asimilado. Perdiste tu identidad”
Esa es nuestra historia, que Dios tenga piedad de la generación que sigue de nosotros.
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