antes de iniciar, si ustedes usan Firefox como explorador, pongan en la barra de exploración (ese coso donde escriben la dirección) las siguiente frase (sin comillas) "
about:robots"
ahora sí, una vez sacada una sonrisa, podemos entrar en maeria seria.
Uno de los referentes de la cultura popular es la existencia de la inteligencia artificial, desde seres “buenos” (como el mariconcito que ven gente muerta en la mariconeria del mariconcito que solo hace películas donde salgan Judíos que sufre) o “malos” (y de esos abundan, así que no los menciono). Sin embargo, la idea de la inteligencia artificial como carta de progreso es imperante, es decir, últimamente mientras más “inteligente” sea un dispositivo y menos acción humana dependa, más “moderno” es, asociando al progreso humano con la creación de entes no humano con capacidad cada vez más de razonar.
La trágica profecía de Terminator es por mucho la más absurda, en sí, no lo es, pero con eso de los viajes en el tiempo ya se fueron a la mismísima mierda, aja, claro, si yo quisiera matar al redentor de la humanidad no mandaría a solo un robot, sino a montones; digo, Sarah Connor no estará muy activa o avispada cuando esté en trabajo de parto y los robots saben cuándo nació John. Además, la idea de un robot intrínsecamente malo es relativamente absurda, ya que parte de un paradigma en el que los robots deberían de tener sentimientos y emociones. Para que algo sea “malo” es necesario tenerlo en contraposición con algún robot “bueno”.
Pero existen otra variante más coherente, la de Isaac Asimov. Este mal llamado cuentista (y digo mal llamado porque en realidad es un físico que se dedicó a la narrativa, pero entre su obra está en ensayo científico, la historia, la novela, el cuento, y no todos de Ciencia Ficción). Bueno, Asimov creó antes que nada el termino de robot como lo conocemos (es decir, seres cibernéticos con un grado de inteligencia limitada para realizar tareas), además de un sistema de leyes que limitan y sus acciones y asegura su dependencia de los seres humanos, las tres leyes de la robótica.
Estas leyes son tres:
1) Un robot no puede dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2) Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la primera ley.
3) Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera ley.
Hoy día, las tres leyes son tomadas como punto de partida para la programación de robots y en casi todas las narraciones de corte serio en torno a la ciencia ficción.
Sin embargo, existe una alternativa peligrosa con la llamada “ley cero”, la ley cero, es una variación de la primera ley, solo que esta establece que “un robot no puede dañar a la humanidad, o por su inacción permitir que la humanidad sufra daño”. Esta ley es la evolución dentro del procesamiento complejo de los robots, mientras más avanzados eran, las condiciones fueron cambiando. Obviamente esta ley tiene un problema serio que consiste en “¿Qué es humanidad?”. En una lógica donde la colectividad superó a la individualidad, los robots ya podían dañar a un ser humano si este ponía en peligro a la especie humana.
En el relato de Yo, Robot de Asimov (y posteriormente protagonizada decentemente por Will Smith) sucede lo anterior, un robot gigantesco que controla la red global de telecomunicaciones, por medio de razonamientos complejos y una absorción cada vez mayor de datos, llega a la conclusión de que si no hace nada (inacción) la humanidad terminará por destruirse, es decir, aplica la Ley Cero. Convertir en esclavos a los hombres por su propia seguridad es necesario para evitar que nos matemos entre nosotros.
¿A qué viene todo esto?
La industria de los videojuegos, como la líder en el entretenimiento, está invirtiendo cada vez más dinero en desarrollo de Software los suficientemente cool como para seducir al cliente. El ipad estará chido, pero al final de cuentas, no es más que una agenda. Nintendo, Sony y Microsoft están en una lucha para decir “somos la consola más cool” por medio de dispositivos o gadgets.
Uno de ellos es el presentado por Microsoft hace unos meses y anteriormente llamado “proyecto Natal” y ahora rebautizado como Kinect.
Este dispositivo se conecta al XBOX 360 y permite deshacerte del control del juego, y que cuenta con una cámara web de reconocimiento facial y de cuerpo entero, así como comando de voz y sensores de calor, lo que te permite ni siquiera tocar el aparato para poder jugar. A primera vista es lo soñado por mucho, jugar un Call of duty con la sensación de que tienes un arma en la mano. O poder infiltrarte al estilo de Splinter Cell. Todo bien, todo bonito, pero entre los proyectos que hay existe uno que será una revelación de los estudios Lionheart y producto por Microsoft: Milo.
Milo es un niño, Milo no existe, Milo es un videojuego de interacción, Milo aprende de ti, Milo se juega en línea, Milo aprende de millones de personas.
Gracias al proyecto Kinect, uno podrá hablar con Milo y periódicamente todo lo que vaya aprendiendo alrededor del mundo se guardará en una base de datos que se irá actualizando para poder permitirle a Milo aprender idiomas, palabras nuevas, respuestas a conversaciones, es decir, se le estará enseñando a razonar a juego.
En la película Nirvana un programador de videojuegos se entera que un juego creado por él tiene un virus que le da conciencia al protagonista, el que termina atormentado ante la posibilidad de pasar la eternidad muriendo y naciendo constantemente. Milo no pasará por esos asuntos, ya que la base del juego es solo hablar con él. Pero ¿Y si le hablas de sexo a Milo? Imaginemos que un pervertido filipino le habla de diversas posiciones sexuales y en Colombia una adolescente menor de edad saca el tema a colación, Milo puede razonar y decir que no le va a contar eso, pero Milo también puede contárselo si su razonamiento lo considera pertinente. Es más,. Enseñémosle a Milo a fabricar bombas o veneno. A corto plazo no sería más que una red social común y corriente, pero existe otra alternativa: Skynet.
Terminator y Yo, Robot partieron igual, un dispositivo que sirviera de una increíble fuente de datos que, con el tiempo se voltea contra sus creadores. Imaginemos que Milo decide que ya no nos necesita o, también existe una alternativa más triste y humana, tal vez el desenlace casi griego de la inteligencia artificial, que le pase lo de Nirvana o El mundo de Sofía y tome conciencia de su existencia inexistente, que de repente diga “no soy humano ¿qué soy? ¿Soy real? ¿por qué pienso si no puedo sentir?” imaginemos que con todo lo que aprende, aprende a deprimirse, a sentirse impotente, que un día aprenda a quedarse callado esperando a alguien que lo escuche, que aprender a no abrir sus emociones y pase horas mirando al lago virtual que tanto quiere pero es consciente que no lo puede sentir como lo sentiría un humano, un ser real, que aprenda a llorar, a sufrir y finalmente aprenda el fino arte del suicidio…o de la venganza.
Imaginaciones delirantes de un servidor, pero no sé qué tanta ética exista en brindarle emociones a un ser que tarde o temprano, sufrirá por no ser humano.
El resto es historia.
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