Hoy el mundo se levanta con una cara larga.
La cosa es la siguiente, la Suiza de América, el país con más libertad de expresión del continente (según Reporteros sin Fronteras, los qué, en su estudio, sitúan a Mexico por debajo de Honduras, Colombia y Venezuela), el país que presentó superávit en plena crisis financiera mientras sus vecinos se iban al diablo.
Pues ese país, despertó del sueño del país de las vacas gordas, abrió los ojos y amaneció este lunes como un país latinoamericano más.
¿Por qué? El día de ayer hubo elecciones presidenciales (lo de siempre, el candidato de la derecha arengando contra su contrincante diciendo que es un peligro para el país [sic] mientras que el candidato de la izquierda, con experiencia política pero con estilo populachero hace declaraciones que asustan a más de uno [por lo menos no dijo “cállate chachalaca”]; la izquierda es la favorita porque el aura de Tabaré Vázquez (actual presidente) la arropa con un 60% de apoyo a su gestión. No hay ganador, pero a diferencia de México, habrá una segunda vuelta el 29 de noviembre (así que queda un mes más de discursos incendiarios de parte de los candidatos, que, como dijo Danilo Astori, candidato de la izquierda a vicepresidente, será un plebiscito entre el pasado gris y el gobierno actual).
Y, hablando de plebiscitos (y así regreso lo de un país latinoamericano), la cosa es la siguiente (again) cuando en 1985 se retornó a la democracia, junto con ella retornaron los presos políticos, sin embargo, había sillas vacías; la denuncias por derechos humanos se acumulaban y los militares, temerosos de ser enjuiciados presionaron para al promulgación de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, en pocas palabras, un “de 1973 a 1985 no pasó nada y no jodan con eso de los derechos humanos). Verdadero monstruo jurídico que tiene como resultado el completo olvido de la memoria histórica de años que nadie debería olvidar.
Después de 20 años era el momento, anular la Ley de Caducidad el objetivo, se tenían las firmas para aceptar el plebiscito, ayer, solo se necesitaba el 50% del electorado (recordemos que en Uruguay el voto es obligatorio y se multa al que incurra en la falta de no votar)
Pero triunfó el miedo, el terror por recordar épocas obscuras y, más que nada, la indiferencia de los cientos de desaparecidos cuyos nombres seguirán borrosos en la historia. Solo faltó el 2% solo un dos por ciento para diferenciar entre un país civilizado o una república bananera; el fantasma de la dictadura hace años que se fue ¿entonces? ¿Qué pasó? ¿Dónde quedó el Sí a la anulación? ¿Cuánto tiempo pasará para que se haga justicia? ¿Pasan los años y los torturadores viven tranquilos en sus casas sabiendo que es la ley la que los ampara, mientras que los familiares desaparecidos viven intranquilos en sus casas sabiendo que viven bajo la misma ley?
“Dictadura nunca más” eso se sabe y se repite ad infinitum (sin tener en cuenta el experimento sui generis de la democracia dictatorial de Venezuela o la dictadura democrática en Colombia [no cito a México porque está en otras esfera de la sudamericana]), pero ¿cuándo se dirá “memoria, ni olvido ni perdón”? el pasado es la mejor arma para el futuro ¿qué es de los pueblos que conscientemente deciden olvidar los crímenes y las muertes de sus hermanos, padres, hijos y vecinos? ¿Qué es de los niños que crecen en un país que dio carpetazo a la memoria y a los derechos humanos? Ayer, ese 52% que dijo “no” a la anulación se acaba de manchar de la sangre de los que le dijeron “no” a la dictadura, ayer, ese 52% se convirtió en cómplice de torturas y desapariciones; el día de ayer se convirtió en un accidente geográfico en la cordillera de las civilizaciones ¿para qué sirve la democracia cuando los muertos (que murieron intentando restaurarla) no pueden descansar tranquilos?
Hoy no es un buen día, hoy despertamos dándole una vez más la bienvenida al concierto de la realidad latinoamericana a la República Oriental del Uruguay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario