David Jiménez Enviado especial de elmundo.es
Miles de coreanos participan en los Juegos Arirang, exhibición artística de la dictadura.| David Jiménez
- Los juegos Arirang son el mayor espectáculo del mundo, según el libro Guiness
- Son la representación artística de la dictadura coreana
- La ideología Juche es una mezcla de confucionismo, estalinismo y nacionalismo
- El crimen político tiene un castigo: los campos de trabajos forzados
Imagínese la mejor ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos. Los norcoreanos la superan y encima la repiten tres veces a la semana en el Estadio Día de Mayo de Pyongyang. Ni un fallo. Ni un despiste. Miles de chavales, algunos de tan sólo seis años, haciendo las más increíbles piruetas mientras en la grada de fondo una masa de estudiantes dibuja con sus cuerpos lemas revolucionarios, olas en movimiento, paisajes idílicos y el retrato gigantesco y detallado del Gran Líder.
Todo es tan perfecto, la sincronización de más de 100.000 personas tan exacta, que te preguntas si lo que tienes delante son personas de verdad. Pero deben serlo: el Guinness de los récords ha otorgado a los Juegos Arirang el título de mayor espectáculo gimnástico del mundo.
La actuación debería ir acompañada de un aviso alertando a otros países de que no intenten imitarla en sus casas. Hay cosas que sólo están al alcance de los totalitarismos y Arirang es una de ellas. La exhibición artística de esta dictadura megalómana y surrealista es una representación, a menor escala, del concepto de sociedad ideado por sus líderes: obediencia marcial, disciplina y sometimiento al timón de un déspota que decide cuándo, dónde y cómo deben moverse las piezas de su sociedad orwelliana.
Semejante aplastamiento de la libertad individual sólo es posible mediante una elaborada programación que comienza desde la cuna. Lo primero que aprendes, si has sufrido el accidente de nacer en un lugar así, es que salirse de la cadena de montaje se paga. En Corea del Norte no quedan valientes: se están pudriendo en el gulag.
La ideología Juche y el concepto de raza
Uno de los actos de Arirang representa la independencia del país y termina con la composición, con ayuda de 20.000 estudiantes portando carteles, de la palabra mágica que lo ha hecho todo posible: Juche. Así se llama la ideología que todo norcoreano debe aprender. Creada por Kim Il Sung, el fundador de la patria, se estudia desde los tres años y hasta el asilo. Es una extraña mezcla de confucionismo, estalinismo y ultranacionalismo que tiene su base filosófica en el concepto de que "el hombre es dueño de su propio destino". Y no se pregunten, porque no tiene explicación, cómo puede haber salido tan libertina frase de una dictadura que ha convertido este país en una inmensa cárcel.
El mayor error de los gobiernos occidentales al tratar con Corea del Norte ha sido pensar que el país se encontraba encerrado en sí mismo en un intento de defender el fuerte del comunismo, el último rincón estalinista del planeta.
Pero Juche, lo quisiera o no su fundador, es hoy la base de una filosofía mucho más cercana a Hitler que a Stalin. El concepto de la raza es lo que mueve realmente al régimen de Pyongyang, como argumenta con acierto B.R. Myers en su libro 'The Cleanest Race' (La Raza más Pura). Otros, como el médico norcoreano Ri Kwang Chol, lo exponen de forma más cruda. "¿Por qué es imposible ver a personas con deficiencias mentales en Corea del Norte?", se pregunta Ri, exiliado en Corea del Sur tras ejercer durante años en Pyongyang. "Son eliminados tan pronto nacen dentro de un programa de purificación de la raza".
La deslealtad es un crimen
Presos que han logrado huir de los gulags norcoreanos aseguran que el régimen fuerza el aborto e incluso mata a bebés recién nacidos de madres que se quedaron embarazadas en China y fueron deportadas de regreso a Corea del Norte.
La ex actriz Bang Mi Sun presenció, antes de escapar de un campo de reeducación en 2004, una escena en la que otros dos internos fueron obligados a saltar sobre el vientre de una mujer embarazada de nueve meses hasta que ambos, la mujer y el bebé, perdieron la vida.
Es sólo uno entre más de 300 testimonios de ex presidiarios que revelan desde la existencia de cámaras de gas donde se ensaya el efecto de agentes químicos en detenidos a la ejecución de familias enteras condenadas bajo la ley de Responsabilidad Colectiva. Esto es: cuando alguien comete un crimen político en Corea del Norte, hasta tres generaciones de la misma familia -nietos, padres y abuelos- son enviados al campamento de trabajos forzados. Es parte del programa gubernamental para erradicar de raíz una supuesta tendencia genética a la deslealtad al régimen. La persecución de la pureza, en este caso mental.
Los testimonios de desertores y exiliados son imposibles de contrastar y su dureza a veces los hace difíciles de creer, pero existe en ellos una escalofriante consistencia teniendo en cuenta que llegan de personas que no se conocen y no han tenido contacto entre ellas. Te obliga a pensar si, como sucedió con las primeras informaciones que llegaron de las cámaras de gas nazis, no será demasiado tarde cuando al fin les demos crédito.
Mientras, la supuesta superioridad de la raza coreana se enseña en escuelas, se inculca en los soldados y se propaga por las aldeas. La idea es simple: es necesario vivir en el aislamiento total para mantener el país limpio. ¿Y quién es el único capaz de defender a la nación de la contaminación exterior? El Querido Líder Kim Jong Il, el más puro entre los norcoreanos.
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