El pasado siempre es un lugar primigenio al que emotivamente nos queremos remitir para restaurar ciertos elementos de nuestra inocencia perdida, no me refiero a la historia en sí, ese cumulo de hechos y deshechos de una especie, colectivo, grupo humano o individualidad, sino a los elementos colectivos identitarios que algunos (en un concepto reducido al que me atendré para no meterme en discusiones conceptuales) llamamos “cultura”, la cultura consiste en un patrón general dentro de determinado grupo humano que lo diferencia de otro, aunque aquí está el juego engañoso de saber hasta qué punto dos grupos humanos comienzan a diferenciarse de otros con los que comparten también elementos, como diferenciar a la cultura mexicana de la argentina y englobarla en la cultura latinoamericana, pero que esta separa a México de la cultura sudamericana, la que se separa de la cultura rioplatense y esta diferencia entre la argentina y la uruguaya y esta última se diferencia entre Montevideo y el Interior, cuando al final de cuentas. Pero digo, al final forman parte de la cultura Occidental.
La cultura se puede clasificar en diferentes, dependiendo siempre del lo que se quiera estudiar, en el caso, mi favorita siempre es la cultura pop, porque es la que siento que a final de cuentas abarca todo y es un aspecto que llega a todas las capas de la sociedad. Una dama híper elitista de Puerta de Hierro conoce la tonadita de Mario Bros tanto como un plancha. Porque son cosas con las que se bombardea no constantemente hasta el hartazgo, sin que lo hacen gradualmente con la paciencia de, bueno, algo paciente (es lo malo de querer hacer analogías cuando no se te ocurre nada).
Sin embargo, existen recuerdos que llegan más por asimilación colectiva (es decir, que no te llegan individualmente sino que te adentras en un grupo en el que ya existen) que por su condición exógena carecen del sentimiento emotivo que te generan los recuerdos de la infancia, ya sea porque realmente nunca los viviste o porque en su momento carecían de las dimensiones culturales actuales.
Esto me molesta de ciertas personas, me molesta no porque me moleste en sí, sino porque no entiendo. Los jóvenes de hoy escuchan a Pink Floyd y los Beatles, y está bien, porque hay sonios cuyas melodías se sobrepasan a las generaciones, y ta, las drogas siempre han sido lo que son ;)
En realidad con la música no tengo problema, porque sucede al igual que la literatura; en esos ámbitos, mientras más atrás se vaya, más placer puede causar. A veces el problema recae en la intencionalidad de quien hace las cosas porque son cultas y como él es un intelectual entonces es más culto que los demás, lo que lo orilla a no degradarse mirando esos productos de consumo barato llamado “televisión”, que desdeña las superproducciones de Hollywood y se entrega casi sexualmente a películas de Europa del Este donde mientras más difícil sea de decir el nombre del director mejor.
Digo todo esto porque estoy en el trabajo y en la televisión están pasando una película de El Santo (el Santo contra algo, no me pregunten qué, creo que es la mafia, no me pregunten cuál) y no me queda más que ser el único que grite en el desierto que me aburren mil las películas del Santo, que le cambio instantáneamente de canal cuando dicen “Tin tán”; que si oigo hablar de Pérez Prado me duermo y que volteo a otro lado cuando me mencionan a Chico che y cambio de conversación cuando me hablan de Viruta y Capulina.
Porque esos son los elementos identitarios del mexicano universitario, ese deseo de descubrir un pasado más por el interés de ser cool que por el rescate de elementos interesantes ¡Por Dios! TODAS las películas e Cantinflas son una PORONGA TOTAL! ¿Será porque los miro con ojos demasiado modernos y aculturizados? ¿Será que es como el cuento del nuevo traje del emperador en el que nadie quiere admitir que no le gustan ese tipo de cosas por temor a ser excluido del club de hipsters al que desean ingresar para marcar tendencia? No es asunto generacional, cualquiera puede mirar El Padrino y decir ¡Ah la pelota!, pero cuando veo una peli de Tin tan digo “no les den pelota”. Además, quebró una lanza por Pedro Infante, desde los tres García, los tres Huastecos, nosotros los pobres y ustedes los ricos hay calidad (no la exageración histriónica que resultaba incomoda de Cantinflas).
No sé, ustedes pensarán que soy un resentido por no entender la belleza cultural de piezas clásicas, pero yo prefiero explosiones en lugar de bailecitos de pachucos y diálogos tarantinescos en lugar cantinfladas; prefiero ver a Tina Fey como Liz Lemmon en lugar de un Tin tan repitiéndose ad infinitum como un pachuco, nada contra el Santo, pero prefiero a Batman y entre Alfonso Sayas y Adam Sandler solo encuentro la similitud de que ambos me dan lastima y se empernan a mujeres de campeonato (lo que convierte mi lastima en una profunda ira).
El resto es historia.
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