Manifiesto: pág 23
“…un paradigma lógico dentro de la construcción de las ciencias sociales es la existencia de principios contradictorios convergentes en una sola estructura social y cómo convergen entre ellas.
La ciencias sociales, a diferencia de las ciencias duras, carece de axiomas y/o principios rectores inalienables, si bien, casi de manera cíclica dentro de las ciencias duras se rompen esquemas y cambian paradigmas, una vez que por medio de la aplicación del método científico se comprueba la validez de alguno de los postulados que defienden, los principios anteriores que no cuadren con estas nuevas formas de explicación quedan descartados.
En las Ciencias Sociales ocurre de manera diferente, ya que al aparecer un nuevo paradigma este vendrá a complementar los ya existentes y enriquecerá la construcción de conocimiento. El conocimiento, como la materia, no se crea ni se destruye, solo se transforma, es decir, es preexistente a la condición humana, es función del bípedo encontrar los mecanismos necesarios para descubrir el conocimiento preexistente.
Ahora bien ¿de qué mecanismos se auxilia el científico social para la construcción de conocimiento? Eso depende de qué disciplina social se parta para la búsqueda de un resultado a la problematización y el objetivo en el que se tenga para la formación de nuevas estructuras mentales y de conocimiento.
Un problema recurrente en las Ciencias Sociales es el debate de la objetividad ¿cómo se puede ser totalmente objetivo ante una disciplina cuya función es medir en interpretar un cumulo de personalidades que por definición son inmedibles y difíciles de interpretar y tienen por condición inherente su subjetividad? Los seres humanos responden con pasión antes que razón ante las condiciones que les propone su medio; con ese antecedente, es virtualmente imposible interpretar con objetividad, no solo por el problema adyacente en el objeto de estudio, sino que el sujeto mismo es objeto/sujeto y no esta desprendido de las pasiones humanas, prejuicios y tendencias.
Si se establece que el investigador carece de la objetividad total con la que contaría aquel que investigue las ciencias duras, se podrá llegar a un acuerdo interior. La historiografía parcial y combativa no es una postura condenable a priori. Ya que dentro de cada prejuicio humano existe un germen de aportación a la construcción de conocimiento.
Las ciencias sociales, al ser a final de cuentas “ciencias” tiene como función básica ayudar al ser humano en la búsqueda de la felicidad subjetiva, en ese caso, es función del investigador más que interpretar las reacciones y explicar los por qué de los acontecimientos humanos, cuáles serán los métodos y mecanismos sociales por medio de los cuales se podrá acceder a la felicidad del colectivo.
Como dicho colectivo parte de una suma de subjetividades, es función del investigador, en este caso, por medio del método científico, descubrir cuál es la subjetividad mayoritaria, y cómo se puede aspirar a que esta subjetividad sea compatible con su felicidad.
Muchas veces, suele suceder que las minorías, más conscientes de los verdaderos problemas de la sociedad tienen que actuar de manera antidemocrática en la búsqueda del bien mayor. Un ejemplo claro es la religión.
Partiendo de un principio de democracia pura, México debería ser un estado clerical gobernado ya sea por una casta sacerdotal y o patriarcal, debido a que la naturaleza machista de la mayoría de la población impediría la existencia de la mujer en la toma de decisiones.
La derecha, haciéndose valer de esta condición mayoritaria, refuerza los mecanismos de control por medio de la imposición y reforzamiento de este modelo ideológico de pensar, recortando el presupuesto para la educación y destinando lo poco que tiene a obras carentes de sentido o con programas educativos basados en más en el ludismo que en la educación cívica y ciudadana.
En ese caso, los científicos sociales, gremio minoritario por antonomasia, tendrían que requerir a la aplicación métodos que faciliten, sin minar el espíritu de la democracia, el camino al bien.
El Estado, órgano rector y fundamental de la sociedad sea como sea la forma que tenga. Tiene como función permitir tal felicidad otorgando los medios y mecanismos para que se puedan desenvolver como ciudadanos. La paulatina desmantelización del Estado gracias a la ola de políticas neoliberales, las que dejan a la pobreza a merced de aves rapaces que, con la venia de los gobernantes y sin la intervención estatal, del que, una vez colapsado, se alimentan de él como si fuesen buitres ante un antílope muerto. Así, sin nadie los regule, los intereses del gran capital tienen manos libres para controlar a la población. Gracias a la ayuda de sindicatos corruptos, gobernantes que no gobiernan, sino administran, la sociedad civil solo tiene dos opciones, morir ahora o después, teniendo como única supuesta herramienta otorgada, el proceso democrático de las elecciones, proceso cada vez más cuestionado no en su naturaleza teórica, sino por el factor humano que interviene en él. Al ser el IFE una institución, por más autónoma que se crea, formada y financiada por el Estado, quién tenga las riendas del Estado tiene pleno control de las elecciones en el país.
Una vez que se ha demostrado, con el paso de los años, que el proceso electoral está corrupto y totalmente desvalorizado gracias a su apropiación de la derecha y cómo los mecanismos de información, ya sea radio, prensa o televisión están en manos de grupos afines a esta tendencia ideológica.
Por lo tanto, para poder asegurar la felicidad de la población, no solo es necesario teorizar acerca de sus problemas, sino consolidar la teoría en propuestas prácticas y coherentes de ser llevadas a cabo. No solo es necesario conocer los problemas, eso solo es una cuarta parte de un todo. La segunda consiste en propuestas de solución, la tercera en la convocatoria y la cuarta en la aplicación.
Los problemas del país se resuelven con participación, acción y una consolidación de una sociedad civil consiente y lista para actuar aunque el gobierno no lo permita. La forma de ser libre es aquella que la opresión no permite, si las leyes actuales son opresoras, la disidencia y la rebelión son los únicos que justificarían la libertad. Por eso…”
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