La vida de un grupo de jóvenes de Edimburgo, en el barrio de Leith es el centro de Trainspotting de Irvine Welsh, Mark Renton, desencantado de la sociedad burguesa que lo rodea se convierte en el avatara de “los de abajo”, con un circulo de amigos bastante pintoresco y representativo, Sick Boy, el “carita” del grupo al que nadie quiere acercarle siquiera a una amiga por miedo a que termine encamándosela, Francis Begbie, el HPD que golpea todo lo que se le pone en frente, Spud, el yonqui sin solución, Tommy, el tipo sano que es convertido en drogadicto por sus amigos, Segundo Premio, tipo agresivo y alcohólico que no espera nada de nadie, y Renton, el espejo de todos ellos.
Trainspotting es llamada “la naranja mecánica” de los noventas, esto es por una razón que poco tiene que ver con la película de Kubrick, precisamente porque en la peli el final es omitido y ahí radica la analogía. Después de toda una historia de violencia y excesos, El final de la novela es una especie de redención, en la naranja Alex al final se reconcilia con la sociedad y sigue el camino “del bien”, en Trains, Renton, en un arranque y deseo de escapar del mundo en el que vive, abandona a sus amigos y se queda con el dinero para, ahora sí “elegir la vida”
Porno se desarrolla diez años después en el mismo barrio, cada uno en su propio mundo pero sin seguir el camino, el protagonista, Simón (ahora asqueado de que le sigan llamando Sick Boy como lastre de su pasado) atiene un pub y decide buscar el éxito filmando una película porno diga de Cannes (porno, obviamente). Para eso, reúne un grupo de personajes nuevos dispuestos a participar, no sin toparte (y terminar incluyendo) a los viejos chicos, Begbie, recien salido de la cárcel solo tiene una misión: matar a Renton para saldar la cuenta del dinero robado; Spud, ahora casado y con un hijo, espejo del entusiasmo aplastado por la realidad de los hechos, decide escribir una historia de Leith mientras trata de salvar su relación; Tommy, pues… Tommy murió de Sida hace años; Segundo Premio ahora convertido en predicador religioso; y Renton, el vencedor de la historia final, ahora con una vida hecha se encuentra en Ámsterdam, tiene un club y una vida hecha, la que se vendrá a tambalear cuando Sick Boy descubra su paradero y lo reclute para la producción de la película.
Esta gama de personajes demuestra una cosa antes que nada, cierta madurez en la narrativa de Welsh, cosa obvia cuando entre cada libro hay diez años, pero el texto ahora es más largo, denso en las descripciones y con menos situaciones, es decir, ahora no es “la vida de un grupo de personas” sino que tiene una línea argumental central en la que se desenvuelve la historia.
No pienso narrar más, porque hay detalles, no del final, sino del desarrollo que son interesantes y sería una ofensa exponerlos en este momento, solo les puedo decir que, aunque no tiene la crudeza y velocidad narrativa de la primera parte, es mas coherente en el desarrollo y se siente bien ver en qué van los chicos que corrían con Iggy Pop de fondo.
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