Cuando llevas cinco horas trabajando el ambiente se comienza a poner pesado, no me refiero al ambiente laboral, sino a la paciencia de tener que aguantar a la gente que solo existe para pedir combos.
Lo peor es la forma en la que los hacemos creer que se llevan una ganga, los envases, tanto de palomitas como de refrescos hace años que dejaron de ser chicos medianos y grandes, no, según las normas de marketing, la idea ya no es solo satisfacer al cliente con lo que pide, sino producirles la ilusión de que, además de obtener más por lo que pagan, dejarles la idea en la mete de que ellos acaban siendo más inteligentes y estafaron con unos pesos a una gran corporación. Así, los chicos ahora son grandes, los medianos maxis y los grandes jumbos. Si la tendencia sigue así, en unos años los chicos-grandes serán jumbos, los medianos-maxis serán metavasos y los grandes-jumbos serán solamente un número exponencial.
La misma constante con las palomitas y los refrescos, peor aun cuando es miércoles, recuerdo que antes ese era el peor día de la semana, demasiado lejos de todo, comienza el cansancio después del lunes y martes y todavía se ve lejos el descanso porque faltan jueves y miércoles, nada, el inter, como un lapso innecesario, así debo ser yo, según mi horóscopo el miércoles es mi día, si es así, tengo una vida bastante deprimente, en el medio del caos y la tranquilidad sin poder moverme porque, si me esfuerzo, llegaría a martes o jueves, pero para nada cerca de la tranquilidad. Hace años era así, pero en alguna parte del país o del mundo, alguien dijo “el miércoles es el peor día, es necesario cambiar eso y hacer que las personas de alguna forma quieran hacer algo los miércoles” entonces idearon, de eso estoy segura, de que todo comenzó en los cines, como decía, idearon el mágico concepto del dos por uno, la mitad del costo, el día barato, ¡Y fue un éxito! La gente gozaba la vida pagando la mitad de lo que gastarían, bueno, no pagando la mitad, pero ya podían ir en pareja o un grupo de amigos, el error radicaba en que siempre tenían que ir en números pares, si era impar, entonces uno de ellos se amolaba y pagaba completo, eso fue corregido años después y el dos por uno pasó a ser a mitad de precio. Esa fue una medida popular que rápidamente fue imitada por casi todo, de ser el peor día de la semana pasó a ser el día de reuniones porque el país se volvía barato.
Tal vez mi horóscopo no es tan malo, tal vez la idea es que con el tiempo, me convierta en una persona buscada. Tal vez...
--¿en qué piensas?
Volteo y me topo con Julián que está del otro lado de la barra.
--no tienes que estar trabajando—le digo sin siquiera saludarlo, lo que nota de inmediato.
--un “hola” estaría bien antes de la pregunta ¿sabes?—sonríe—pero no, para los burócratas, a diferencia de los obreros de las multinacionales, existen más días de descanso, cosas sindicales, ya sabes, no es que me importe, pero siempre es bueno aprovechar los descansos.
--está bien, entonces “hola”—le digo riéndome—pero de todas formas ¿qué haces por acá?
Hace un gesto de ofendido
--¿Acaso no puedo pasar por acá a visitar a una amiga?
--por supuesto, pero es muy raro que lo hagas. Además eres el segundo de hoy.
--¿en serio?—pregunta intrigado.
--sí, Daniel pasó por acá hace rato.
Sonríe.
--¿y te parece raro por qué vengo yo? ¡Deberías estar pensando en qué carazos hacía el acá! ¿Te vino a buscar por algo?
--eso es lo raro, al parecer no me buscaba a mí, y cuando lo vi salía medio rápido, le pregunté a mi supervisor y me dijo que buscaba a otra persona.
--pues sabe en qué ondas andará ese güey, a veces es demasiado extraño, como hermético.
--pos sí—digo con gesto de cansancio—por eso no tardé mucho pensando en a qué vino y me pensé en otras cosas.
--haces bien.
--¿y bien? Además de visitarme ¿qué te trae acá concretamente?
--nada, quería aprovechar ver una peli, y como trabajas aquí, supuse que así también podría saludarte.
--¿tienes hambre?—le digo—me tomo mi descanso y vamos a comer algo.
--dale.
Cuando aviso que tomaré mi descanso salimos hacia la zona de comidas, una regla natural de los cines es que funcionan como los pueblos mineros, donde se instala uno, se forma una especie de comunidad de pequeños Burgos diseñada para satisfacer los intereses de los que estén esperando una película. Por eso están en las plazas y centros comerciales, no es que el cine se ponga ahí, sino que existen para mantenerse del cine, para comer las migajas dejadas por los que van y se enteran que la peli que quieren comenzará hasta dentro de dos horas.
--La estructura de los centros comerciales siempre es la misma—me comenta Julián mientras pasamos afuera del Wall-Mart—una parte se dedica a esas chucherías de supermercado, a su lado hay cosas destinadas a la banda que entra ahí, cajeros, tiendas de regalos—señala una fila de pequeños comercios adelante—esa es la segunda etapa, hileras de locales para publico variado, ahí tienes lo que necesita una persona para pasear, nieves Dolphy, Bing, Danny yo, tiendas de ropa, de discos, videojuegos, blockbuster, representaciones del consumismo primermundista.
“ahora, entramos a la zona de comida, este es el tercer nivel, aquí hay mesas, todas rodeadas de un circulo de sucursales y restaurantes, allá está—señala con el dedo—un Burguer King compartiendo armonioso espacio con una tienda de ensaladas. Te digo, un centro comercial es una alegoría de la paz y la hermandad emanada del capitalismo desmedido, rectifico, más que alegoría, es una paradoja, una completa y total paradoja de las contradicciones de un sistema, pero ta, se come rico e igual seguimos viniendo.”
Asiento sin decir nada, es gracioso escucharlo hablar, tiene ese toque cínico y simpático sin parecer arrogante, ojala Daniel se portara un poco más así, mejor aún, ojala fuera Julián el que me gustara, creo que sería más fácil acercarme a él, pero no puedo, en estas cosas del corazón la razón poco tiene que ver.
Llegamos a un asiento y compramos algo de comida corrida, Julián siempre con sus mugres burritos.
--fríos, calientes—dice—ya sean del OXXO o de aquí, la combinación de ingredientes llamado “burruitou” es la química perfecta.
Yo pedí tres tacos de asada, nada complejo y poco condimentados, total, solo era par calmar el hambre y tenía muchas palomitas en el estomago como para poder comer más.
--tú y tus tacos.
--si miras bien—le digo—son burritas destapadas.
Y seguimos comiendo sin hablar.
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