Algo era seguro, cuando estábamos drogados éramos simplemente los mejores amigos, no existía nada que no compartiéramos ni diferencia que no resolviéramos en estado de drogadicción, aunque nunca me ha gustado usar ese término, decir “drogadicción” implica una dependencia hacia la mota, está bien, consumimos diario, pero no desatendemos nuestras obligaciones sociales, entonces, aunque dependemos de cierta forma de la droga por sus efectos relajantes, sería una idiotez considerar que somos adictos, nop, no lo éramos porque si un día nadie trajera no estaríamos casi matándonos para conseguir un poco, ya saben, llamadas a destiempo a todos los dealers que conociéramos para ver si alguno tiene algo de faso, hierba, mota, toque, gallo, como quieran llamarlo, no, ellos no eran adictos, solo engrosaban la masa humana que trata de relajar la cabecita un rato.
Era oficial, ahora podría sentirme con toda la libertad de decir “estoy drogado”, aunque no me gusta mucho esa palabra, prefiero la jerga peninsular y decir que ando colocado.
--ando colocado—digo en voz alta para hacer participes a los demás de mis pensamientos.
--aim so jaig—contesta Carlos haciendo con las manos como si tratara de tocar el cielo.
--yo estoy re fuamo.
--yo ando pacheco.
--yo me puse bien loco.
--yo creo que ustedes están drogados como yo—enfatiza Carla para acabar con los sinónimos del acto.
Ahora seguía la parte interesante, el momento en que los pensamientos versaban sobre ideas descontextualizadas, ahora estoy tratando de recordar algo divertido que haya visto. Pero no me llega nada a la mente, tal vez es porque estoy violando una de las reglas fundamentales del consumo de psicotrópicos, nunca hay que forzar el cerebro a pensar, no, lo necesario es dejar que la menta fluya, si no piensas en nada, es porque al cerebro no le viene pintando pensar en algo y ya, no hay ciencia cuando de pensar drogado se habla, solo se da, como el sexo con una amiga, un día son amigos y al otro están revolcándose en la cama, nomás pasa porque pasa, me pregunto si pasaría con Daniela, Carla es linda, pero tiene como que otra onda, más bien es sexosa, y eso le quita encanto porque carece de reto, es como llegar a la meta sin participar en la carrera, no existe logro, al contrario, Dani, me gusta llamarla Dani, es un asunto totalmente diferente, tiene pinta de niña fresa y cuerpo de niña fresa, pero con toda seguridad puedo pensar que trae una tanga, porque tiene su lado sucio, no sé si sea virgen, la neta nunca conocí de algún desliz de ella, pero no creo que lo sea, hoy día nadie lo es. ¿Cómo será cogerse a Dani? Tal vez sea del tipo gritona, sí, estoy seguro que es gritona, ponérmela de perrito y mirar ese culo redondo pensando en la posibilidad de sacar el pene de su coño y pasarlo al ano, sexo anal con Daniela, demasiado bueno, puta madre, pero qué buena imagen.
Mientras tomo nota mental de ese pensamiento para retomarlo ya que me encuentre solo y dedicarle una llega la comida, mal momento porque caigo rápidamente en la cuenta de que me tiene excitado y no puedo pararme sin poner en evidencia mi estado, pero es un jodido pensamiento tan bueno que no pasa otro por la cabeza, ¡mierda! Detesto que esto pase. Ahora no puedo más que... huelo la comida, huele bien, la comida siempre huele bien cuando se tiene hambre, pero hay comidas que tienen olores atemporales, que aunque estés completamente satisfecho siempre producen deseo, ganas de comerlo, sentir su sabor, gozar su esencia, y el del pollo rostizado es uno de ellos, aunque creo que lo que me gusta es la sal, el aroma de la sal mezclada con aceite siempre es seductoramente mortal. Todo lo frito, y si es empanizado mejor, sí, todo lo empanizado (lo que implicaría freírlo) tiene un pulgar arriba.
Noto que gracias a la disertación culinaria la erección se calma, mejor, ahora puedo pararme y servirme sin la incomodidad de tratar de cubrir un bulto evidente. Es lo bueno de la comida, siempre va a sustituir al sexo. Aunque se puede aplicar la filosofía de George Constanza, tener sexo mientras se come, no un juego erótico, no, comer comida elaborada, como comer pollo rostizado mientras se tiene sexo anal con Daniela, no, trata de pensar en otra cosa Julián, habla de ti en tercera persona, Julián tiene hambre y Julián comerá pollo rostizado con sus amigos, eso hará.
--Julián tiene hambre—digo para cambiar de tema invitando otra vez a los demás a participar.
--pues dile a Julián que coma—responde Daniel.
--pues eso hará Julián, comerá.
Me levanto y tomo un fragmento de muslo, la mejor parte de un pollo, hay gente que tienes especial atracción por las alas y otros por las piernas, pero el muslo tiene más carne, el problema que tiene es que por su facilidad de acceso a los dientes, es la pieza que se come con más rapidez. La terminé y fui por más, solo que esta vez tomé dos piezas y algunos totopos, siempre es bueno cargar con totopos cuando están disponibles, son pequeños y sacian el hambre cuando el producto principal no cumple con los requerimientos mínimos de tamaño.
Me levanto y fumo un poco más para seguir a tono, además aprovecho para cambiar la música de mierda que siempre carga Héctor para tratar de culturizarnos, creo que mejor le apago y prendo la tele, sí, eso haré, de hecho lo estoy haciendo, ¡mírenme! Miren como enciendo el televisor y ahora todos se congelan y miran a la pantalla en espera de alguna revelación.
“¿Saben el cuanto del Rabino que jugó Golf en Sabbat?”
“Dios le permitió una gran jugada”
“sí, pero nadie lo supo”
Excelente, pasaban El Plan Perfecto, Clive Owen es uno de esos actores que simplemente caen bien, pero bien, como Bruce Willis, Denzel Washington no era así, pero en esta peli sí que se defiende, pero se defiende bien, como Ewan McGregor, es buen actor y cae bien, pero tiene buenas pelis y malas pelis.
McGregor como alegoría de la vida, hay buenas y malas vidas, pero nadie puede saber cuál es hasta que la critica la vea y emita su juicio, la mierda, no sé quién es el crítico que verá mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario