Las historias de Reverte, con el paso del tiempo, han pasado la línea de la monotoneidad, de hecho, en opinión del autor, lo que separa lo monótono de un “estilo” es la forma en la que se narra la monotoneidad y el flujo de las historias. No me refiero a que siempre narra la misma historia (como Carlos Ruiz Safón cuyas novelas parecen calcadas una antes de la otra), sino a el tipo de personajes, lugares y situaciones.
Los personajes de Reverte son gente sin escrúpulos, antihéroes y canallas criados en lo más bajo de la escala social, gente curtida más por la experiencia que por la educación, aunque los personajes cultos nunca faltan, como una asociación que busca el autor pare demostrar que conocimiento no está peleado con agresividad y mala vida. Los escenarios son siempre dos, el océano y una taberna, escuelas de la vida que sirven de punto de reunión entre clases sociales.
Aún así, la ética no falta en sus personajes, una ética retorcida claro, pero una ética al fin; hombres de honor que defienden su palabra y se arriesgan por causas perdidas, “por este rey sí me mato” dice Alatriste en El Caballero del Jubón Amarillo cuando ve cómo Felipe IV está dispuesto a aceptar la muerte de manera estoica sin implorar piedad alguna. Esa es la clase de honor de defiende Reverte.
El Asedio, tercera entrega de los Episodios Nacionales Revertianos, quien siguiendo y superando lo escrito por Galdós le da un giro total a su forma de escribir. Si bien Galdós se centraba en los grandes momentos heroicos y las escenas gloriosas con los caudillos y los grandes gobernantes; Reverte se centra no en eso, sino en el pueblo llano que se encuentra viviendo la coyuntura a la que los líderes los condenaron. Tampoco hay un “protagonista” como lo hay en todos los Episodios Nacionales de Galdós, sino que cada episodio de Reverte cuenta con sus propios personajes que viven el momento y mueren en el momento o se pierden en el tiempo, porque su parte dentro de la Guerra se ha dado. En Cabo Trafalgar (correspondiente a Trafalgar de Galdós) no hay personajes, sino un barco y un día, en Un día de Cólera (que amalgama La Corte de Carlos IV y El 19 de abril y el 2 de mayo) el contexto es también un día en el que, después de enterarse de que España se ha quedado sin monarca, comienza lo que se llama la Guerra de Independencia Española con un arranque de frenesí irracional sediento de sangre.
El Asedio es la historia de una ciudad, de casi dos años encerrados en un mundo indiferente, al contrario de los demás relatos, aquí no hay “contexto histórico” porque cuando una ciudad está asediada como lo está Cádiz, el flujo de información es realmente limitado. ¿Por qué Cádiz? Para un conocedor de la historia de Latinoamérica, Cádiz es el parte aguas que cambia el curso de los hechos en el continente, el 19 de marzo de 1812 es proclamada la Constitución de Cádiz, dentro de una ciudad rodeada es el punto de inflexión para entrar en la “modernidad”.
Los personajes son seis, un policía corrupto, una rica comerciante, un corsario, un taxidermista espía, un artillero francés y un guerrillero, todos deambulan en la ciudad que está cambiando al mundo sin tener la mayor deferencia ante el acontecimiento y dedicándose a sus problemas personales y dilemas propios.
No es un libro de historia, porque la historia solo sirve de contexto para dilemas actuales, setecientas paginas dignas de leerse y pensar en un mundo que ha dejado de ser lo que es intentando ser lo que quería ser. El Resto es historia.
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