Abrió su bolso y sacó una cajetilla de cigarros, fumar, fumar tabaco, por lo menos eso era lo único que la hacía, valga la redundancia, única, en su grupo; aunque en ciertas ocasiones era causal de condenarla al ostracismo, estar en un lugar encerrado con cinco personas que no fuman es una invitación a salir a fumar a dónde no haya nadie, siempre corriendo el riesgo de perder el hilo de una conversación que al regresar se niegan a actualizarle bajo pretexto de que ellos no deben de gastar con saliva las problemáticas de su vicio, no, era mejor quedarse pensando en lo que dijeron, tal vez ya le tienen el modo y esperan a que salga para hablar mal de ella, solo uno o dos minutos, pero sería lo suficientemente catártico como para que pudieran compartir sus críticas y experiencias acerca de ella. No, parecía una estupidez que lo hicieran todo en dos minutos, eran demasiados defectos, no, más seguro era que acordaran una fecha y ese día criticarla con toda tranquilidad y sin restricciones de horario o tiempo, tal vez lo hagan, no era tan mala idea teniendo en cuenta que a veces ella era la chica ajena al grupo, no, eso era imposible, se dijo, estoy segura de que todos nosotros nos sentimos el chico raro del grupo y desconfiemos de los demás, como en El hombre que fue jueves Chesterton nos hacía creer que nadie confiaba en nadie porque todos confiaban en todos, o algo así. Tal vez…
--ya se acabó esta madre—dijo Daniel interrumpiendo sus ideas—cámbiale a ver qué más hay.
Héctor tomó el control y siguió con el zaping que mantenía en la tarde, ahora dejando caer en el canal Sony, parecía que estaban dando Third Rock.
--¿le dejo ahí—pregunta.
Todos asienten.
A Daniela le gustaba ese programa, era divertido, sencillo y la hacía reír de manera inteligente.
Inteligente, no recordaba usar en mucho tiempo esa palabra, desde que terminó la carrera de Psicología trató de consolidar su vida, pero el mercado laboral no era el más apto para una recién graduada en una de las carreras en la que había más recién graduadas por capita.
--si vas a fumar salte—dijo Héctor mirándola.
Había olvidado que tenía un cigarro en la mano, ahora tenía que pasar lo que tenía qué pasar y seguir con la rutina; salió y encendió el cigarro, Benson & Hedges 100 mentolados, el sabor más digno para un tabaco, aunque solo ella lo fumara y los demás miraran con incredulidad.
Son así porque no pueden comprender el verdadero sabor de un cigarro, del dulce humo que se expone, alimento del viento y olor natural de un mundo sofisticado y a la vez contradictorio. Fumar no solo era un acto rutinario, tampoco era relajante, no permitía dormir y aún así era necesario fumar un poco antes de irse a la cama. Era más un acto de libertad, o mejor dicho, de reconciliación, había leído alguna vez que eso de la pipa de la paz significaba que cuando los antiguos americanos iban a firmar algún acuerdo de paz, tenían que fumar antes y al momento de decirlo hacerlo junto con el humo; esa era una forma de comprobar que las palabras salían del interior de uno, del corazón. Vaya forma de usar el tabaco para sincerar; en ese caso, ella podría usar un cigarro como suero de la verdad y saber en qué momento le estarían mintiendo, menos sus amigos, ellos no fuman, de ellos nunca sabrá cuán sinceros podían ser en el momento en el que le contestaban una pregunta, en ese caso, la lección sería “nunca confíes en alguien que no fume” no, mucho menos si son tus mejores amigos.
Acabó el cigarro y volvió a entrar, estaban hablando de la nueva película de tim Burton.
--a mí me gustó—decía Julián.
--pues no—contesta Héctor—no tiene nada de buena por razones simples, es solo una burda copia de un estilo que Burton no ha cambiado desde hace años, un pedazo “tétrico” por acá y los mismos colores, actores y métodos de filmación. Eso no lo hace un artista, solo un director sin ingenio.
--pues nadie dice lo mismo de Iñiarritu.
--porque él es un gran director que te lleva al corazón, conmueve.
--claro, narrando tres historias unidas por un accidente, todo un artista con “ingenio”.
Daniela los mira sonriendo, esa parte de llegar a media conversación le gustaba, cuando ya no sentía el compromiso moral de seguir la conversación, solo permanecer escuchándola con diversión.
--¿tú qué dices Dani?—pregunta Julián mirándola.
Lo malo es que podría llegar el momento en el que se embarre un poco.
--no sé, de hecho no la he visto—contesta.
Eso era cierto y a la vez era gratificando saber que podía muchas veces escaparse de un problema simplemente diciendo la verdad sin tener qué colocar una cruz más en sus culpas diarias.
La discusión siguió en tono cordial, ella veía cómo cambiaban rápidamente de tema a película, hace rato que habían dejado de hablar de esa película y no sabía cómo habían pasado por titanic, Plan 9 del espacio exterior y Torrente. No sabía mucho de cine, pero sabía que un cambio de tema entre esas películas sería difícil de asimilar.
Mientras hablaba pensó en que si matara al presidente entonces lo siguiente que haría sería hacer que las personas como ellos tuvieran una forma de ser felices, ya no se veía como una magnicida, sino como una presidente que cree un país más agradable, más justo, haría que Daniel estuviera con ella para que ambos crearan su utopía, le pediría a Héctor que filme todas las películas que quisiera y a Carlos lo mandaría a estudiar algo en el exterior, algo relacionado con sus computadoras, con Bill Gates, a Carla le daría el instituto de la mujer para que las ayudara siempre y a Julián, bueno, tal vez a Julián lo tuviera como su mano derecha, al final, siempre es bueno tener a alguien confiable a lado.
Para ella era fácil, total, si muere el presidente en manos de uno entonces esa persona será como un símbolo, la gente lo protegerá y seguirá porque es la voz del pueblo. Será defendida y la votarán como la nueva presidenta, después solo ayudaría a sus amigos a ser lo que desearon y así con todos los habitantes del país, era una forma ridículamente simple de ver el mundo, pero si no lo veía de esa forma, sería muy complicado explicar por qué a ella le interesaría matar a una persona que conoce, pero con la que nunca ha cruzado palabra alguna y, entonces, no tendría motivos para odiarlo directamente, ni siquiera entonces para tener motivos de verlo muerto, era una mensada y tal vez ellos lo supieran, o no, no, no creía que ellos lo vieran así, les gustaba complicar demasiado las cosas como para tratar de encontrar la salida fácil, a ella le funcionaba la Navaja de Ockham. Mucha gente creía que la salida fácil a las cosas era algo malo por definición, pero ella sabía que no siempre era así, muchas veces la salida fácil es la buena, solo que la gente se empeña en complejizar y problematizar todo lo que ve como si fuera necesario ver el lado complicado de la vida para luego terminar en el sencillo.
Era una lastima que la gente pensara así, pero así era y nada cambiaría con o sin revolución, eso lo sabía ella y lo sabía todo el mundo.
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