1 may 2012

El orgullo de Videla


Uno de los episodios más dramáticos que recuerdo haber escuchado de la dictadura argentina es en la final del mundial del 78, en ese día, algunos de los presos políticos relataron que fueron parcialmente liberados por su captores durante los festejos del triunfo,  ellos, que impotentes gritaban a las multitudes que eran presos, que los tenían encerrados y bajo torturas, se perdieron en la euforia de las personas que los miraban como uno más de la marea pletórica que celebraba el triunfo de la Argentina. El país tenía la copa del mundo, los derechos humanos son cosa de otro día…
            La reciente decisión de la Federación Mexicana de Futbol no es un ejemplo más de la frágil democracia mexicana ni del desinterés hacia la política del grueso de la población, sino una pincelada de cómo una institución se mueve en una marea ajena a las prioridades humanas y nacionales. Muchos podrían alegar que eran horarios preestablecidos, pero esa pretensión de apropiarse de un espacio por ser el primero en pedirlo tiene la misma validez que justificar una guerra por ser preventiva. El partido es jurisdicción de TvAzteca, la cual, en un alarde de cinismo en voz de su presidente Ricardo Salinas Pliego, se ha dejado claro que el debate no va en Azteca y que el que quiera verlo se vaya a Televisa. En otro escenario la televisora del Pedregal podría erigirse como la defensora del proceso democrático, pero la decisión de ésta de pasar el debate a un canal de menor audiencia programando en el Canal de las Estrellas uno de sus espectáculos que rinden tributo a la banalidad la deja en contubernio con la del Ajusco.
            Luego de las semanas previas en las que se discutió en diferentes niveles y con diferentes tonos hasta el hartazgo sobre si el llamado “debate del debate” donde la agenda nacional se encargó de responder todos los cuestionamientos de si estaba permitido debatir y, en casi de una respuesta afirmativa, bajo qué condiciones se podría. Carmen Aristegui tuvo dos intentos infructuosos que dejaron en evidencia la incapacidad de las mismas instituciones en definirse y definir el alcance de las cosas y hasta qué punto la autonomía del IFE dependía de la de los partidos en disputa. Primero intentó un debate entre precandidatos del PAN, que no se dio porque nadie aceptó no por no querer, sino porque técnicamente no los dejaban, el IFE desmintió eso y los candidatos entre dimes y diretes dejaron pasar los tiempos y el debate no se dio. Luego intentó lo mismo con los candidatos presidenciales, dos aceptaron incondicionalmente (AMLO y Quadri), una aceptó condicionalmente y el otro se negó (rompiendo la condición de JVM), nuevamente el debate se malogró.
            Después vino el IFE y programó el, ahora sí, “debate oficial”, en un formato tan rigido que, coincidiendo con López Obrador, pareciera que estaba hecho a modo para Enrique Peña Nieto ya que limitaba las respuestas a frases de tan corta duración que podrían ser fácilmente memorizadas y dichas con soltura, limitando la capacidad de réplica o de profundizar en las propuestas.
            Para los niveles de la incipiente democracia mexicana, este era el escenario menos aceptable pero con la resignación atávica de la sociedad fue el “de los males el menor”. Ahora, una vez que el tema quedó cerrado, los poderes fácticos se hacen presente, porque si bien la FEMEXFUT puede programar el partido a la misma hora, a final de cuentas es decisión de Televisión Azteca la designación de transmitirlo o no en lugar del debate presidencial. El mismo caso de Televisa. La autoridad de las televisoras quedó manifiesta cuando hicieron caso omiso del exhorto del IFE a reprogramar el partido y la misma cámara de diputados discute si se cambia la fecha del debate porque, eso sí, es más fácil cambiar las leyes y prioridades nacionales que la voluntad de una televisora.
            Dicen que al pueblo pan y circo, esa es una frase en veces demasiado infravalorada, ya que también puede significar que el Estado debe de garantizar alimento y bienestar lúdico, baluartes de la paz social porque, si un ciudadano satisface sus necesidades alimenticias (lo que implica también salud) y placeres (que no tienen que ser carnales, sino también intelectuales), pues está en condiciones de desarrollarse como individuo en una sociedad que garantice siempre otorgar esos bienes. El caso de que se haya decido dar el circo sin el pan rompe el equilibrio impuesto en el mismo orden de las palabras de la frase, ya que el pan siempre tiene que venir primero.
            Las elecciones de 2012 están cerca de repetir el escenario de 2006 ante la cada vez más debilitada posición de las instituciones estatales y el control casi hegemónico de los poderes fácticos y, principalmente, los medios masivos de comunicación. México no está en capacidad de resistir nuevamente un cuestionamiento como el del 2006; pero eso pasa a segundo plano cuando Tigres y Morelia juegan cuartos de final, Videla estaría orgulloso.