30 abr 2010

16: Buenas noches queridos conejos


Prefiero recostarme, trato de olvidarlos y despejo la mente, un tabú recurrente sobre la marihuana es que te hacer ver cosas, ya saben, el cliché del tipo drogado que de repente se queda mirando su mano, eso es una falacia, si fuera cierto, habría más consumidores, a todos nos gusta imaginar, pero es mejor cuando vez lo que imaginas. ¿Qué tarado moralista habrá inventado esa escena casi ofensiva del tipo drogado que inmediatamente se queda mirando su mano y esta hace un barrido, o que solo se queda riendo como imbécil? Claro que te ríes, pero te ríes si estás feliz, las drogas solo intensifican el estado de ánimo en que te encuentres al momento de consumirlas, pero por ningún motivo su función es alterarlo. Para escapar de la realidad es mejor pensar en otra cosa, así pasas de una realidad a otra. Sí, eso es mejor.
            Cierro los ojos, me imagino que estoy corriendo como Mark Renton al inicio de Trainspotting, el canto generacional de los noventas, una historia más admirada que analizada; sí, estoy corriendo e Iggy pop  canta Lust for life detrás de mí,  a todos lados, deseo de vivir y de ser alguien grande.
            En veces creo que algo anda mal, pareciera que estoy rodeado de estúpidos que no logran entender los verdaderos designios de mi talento, si fueran tan solo capaces de ver la escenas que yo veo, que imagino, que pasan por mi cabeza y me hacen crear historias profundas, radicales, historias miserables con personajes miserables, pero uno que destaca entre todos ellos y escapa de la miseria humana a la que lo condenan sus amigos, algo así como los personajes de Stendhal, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no como los personajes de Stendhal, los protagonistas de sus historias nunca tienen buen final, pero es lamentable pensar que tal vez esa sea la pendiente de la humanidad.  Julián Sorel tratando de filmar una película, bizarro.
            No puedo concentrarme, hay algo familiar en esto, es una situación que se repite con frecuencia con mis amigos, pero no, precisamente el día de hoy algo está pasando que sienta una familiaridad más allá que no tiene que ver con ellos, o tal vez sí, o tal vez sea con alguien de ellos en particular y por eso me siento cómodo y familiarizado con precisamente este momento.
            ¿qué será? Trato de tararear la canción oh que será que será, que no tiene misterio  ni nunca tendrá, no recuerdo como va en brasilero, pero me gusta mucho más el ritmo que le mete el paraguayo ese.
            Trato de recordar lo que haya hecho, algo que esté relacionado con este momento, busco alguna señal, algo en el contexto, en la pared, en la televisión que active la sensación de familiaridad, de contacto con otro momento. Buscaré en sus caras. Tal vez mirando sus rostros encuentre un sentido, alguna frase o segmento, destellos de lucidez para mí que me digan por qué  chingados me siento que ya he estado en esta situación antes, lo peor del deja vú no es tenerlo, sino querer saber por qué lo tienes.
            Primero miro a Daniel, cabrón, si algo me es familiar en este momento estoy seguro que no tiene que ver con él, porque no sentiría familiaridad, solo desprecio, no, mejor cambio de vista. Julián está sentado, ¿habremos hecho algo juntos? Tal vez estuvimos en alguna parte, pero no, creo que no acostumbro a salir mucho con él a solas, no sé, no es mal tipo, pero no es fácil llevar una conversación con él sí que saque una referencia televisiva de esas porquerías que solo él ve, es como un sacerdote con mala reputación con una persona joven, es mejor tratar de evitar permanecer a solas con él.
            Carlos, con él sí paso tiempo, de entre todos creo que él es el mejor tipo, aunque la mayor parte del tiempo la pase ya sea ebrio o metiéndose mierda y media al cuerpo, él vivirá menos que todos, pero habrá vivido más en términos cualitativos. Recién hace dos semanas me llevó  a una de sus fiestas con gente que yo no conocía pero él saludaba como si fuera su ambiente, creo que para él nosotros somos parte solo de su vida, pero no SU VIDA, será mejor así, puede que conocer a fondo su vida termina asustándonos a todos, tiene algo de chulería y miedo. Al contrario de Julián, al que no te gusta molestar porque sientes que no lo merece, a Carlos es mejor traerlo tranquilo porque nunca sabes quienes pueden ser sus amigos. Claro, yo soy Renton, Julián es Spud y Carlos es una mezcla entre Begbie y Sick Boy.
            Carla ¿habré hecho algo con ella? No, no lo recuerdo, creo que una vez  lo intentamos, pero ella tiene ese toque de “a mí no me abras ni la puerta cabrón” que más que disgustar a un hombre, termina de cierta forma cansándolo, un feminismo demasiado radical de forma, pero de fondo no lo entiendes bien, cuando le pregunté qué tenía de malo abrirle a una la puerta, que solo era un acto de caballerosidad, me contestó que eso era machismo disfrazado, que de hecho era la génesis del machismo, abrirle la puerta a una mujer, según ella, era establecer diferencias y darte un status de mujer débil e incapaz de hacerse valer,  creo que el único recuerdo realmente personal que tenemos fue una vez que, ya sea por lujuria o alcohol, terminamos en mi cama a punto de hacerlo, mi vena moralina me lo impidió, “nunca te folles a una borracha” me dice siempre Carlos como parte de su decálogo del sexo. Según él termina peor, porque al día siguiente, aunque sea consensual, siempre da un escozor de violación, y eso no es agradable para nadie. Bajón total para la cruda.
            Daniela, ella era un casi diferente, separada de todos, una especie de diva o ángel caído en busca de redención. Me acuerdo cuando la vi por primera vez ¡era eso! ¡Lo recuerdo! Estaba sentado, totalmente ido o borracho y llegó Carlos, “viene una amiga ¿no te molesta?” no me interesaba, no sé qué respondí pero ella entró y la vi, estaba sentada en ese mismo sillón y no dejé de verla durante toda la velada, ese día se volvió frecuente su visita hasta que formalmente (con las formalidades implícitas en la costumbre) se convirtió  en una más del grupo. Era eso, un día como hoy la conocí, no era aniversario ni nada, pero estaban haciendo exactamente lo mismo, hace tres años que la conozco, eso me deja pensando, hace tres años que tengo la misma vida, hace tres años que vivo en la misma casa, y hace tres años que no he pensado siquiera en cambiar el puto sillón de lugar.
            Necesito cambiar de amigos.
            O de muebles.
            O de recuerdos.
            O de aspiraciones.
            O de vida.
            O dejar de pensar en eso y seguir disfrutando del viaje.
            Eso, la vida es una buena droga y nadie se muere se sobredosis de vida.

29 abr 2010

15: Buenas noches queridos conejos


Llevamos una hora aquí juntos y Daniel no ha dicho nada, me está cansando, si va a decir algo que lo haga, tengo mejores cosas que hacer hoy que mirar la tele.
            De pronto recuerdo que tenía que entregar una película que renté hace unos días,  no tenía caso pensar en eso, es ya es suficientemente tarde como para ir a entregarla, ni modo, tendré que pagar multa mañana, pero este me hace pensar que, hoy, precisamente hoy, solo estamos perdiendo el tiempo, así que decido cortar por lo bueno.
            --oye Daniel—digo— ¿Podemos comenzar con tu juego?
            Los demás se me quedan mirando, era obvio, parece que están pensando lo mismo que yo y solamente esperaban que alguien tuviera la iniciativa para hacer la pregunta. Como siempre, fui yo.
            --cálmate—me contesta—todo a su tiempo, todo a su tiempo.
            Que te den por culo, todo a su tiempo no, lo que quieras decir dilo o lárgate, que tengo cosas mejores que hacer que caer en tus jueguitos.
            --¿cuánto tiempo?  ¿O a qué quieres esperar?
            --no sé, si quieres comenzamos ya—me dice, pero mirando a los demás pendiente de su aprobación en lugar de la mía. Parece que están retrocediendo o en realidad interpreté su expresión de “estamos contigo” y en realidad era un “no nos arruines el momento”
            --pues yo tengo flojera—dice Carlos, prefiero darle tiempo, apenas estamos cotorreando a gusto.
            Busco con la mirada algún signo de aprobación, pero parece que todos están demasiado drogados como para secundar mi propuesta, de hecho, creo que yo también lo estoy, tal vez solamente estoy de necio y nada más, eso es todo; aunque sigo algo molesto por la película, no es que sea remilgoso, pero no me gusta que si alguien dice algo no lo haga para cuando dijo que lo hiciera, y así aplica conmigo, quiero entregar mi película porque en Blockbuster confiaron en mí palabra, en que la entregaría la fecha  en que acordamos entregarla; aunque desde otro punto de vista, fueron ellos los que decidieron que la entregara hoy, de ser por mí lo habría hecho al día siguiente, porque ya la vi, pero no, hacer las cosas así de rápido refleja ansiedad, y no quería que las personas pensaran que soy ansioso, porque una persona ansiosa es la más fácil de estafar y engañar, se aprovechan de su urgencia.
            No, creo que lo más coherente será darle su tiempo, si Daniel quería tardar ya no era problema suyo, intentaría de todas formas cobrarle a él y solo a él lo de la multa de la película, se negará, eso es cierto, pero por eso no tendrá que darse cuenta, y no tendrá que ser hoy, tal vez dentro de algunos días o semanas, pero en algún momento recuperaré ese dinero.
            Trato de relajarme y me siento un momento a mirar un punto fijo, no me gusta hacerlo, pero un estereotipo de drogarse es mirar puntos fijos como si en ellos estuviera algo importante, a veces lo intento y francamente no encuentro nada, pero tengo la sospecha de que debe de ser agradable o divertido o simplemente tiene que haber algo, algo que diga “mereció la pena estar mirando este punto fijo” pero mala decisión, elegí mirar una pared, creo que necesito adornar mi casa, no tengo muchos cuadros y esta pared es una prueba viva de eso. Pero no sé con qué se adorna una pared; nada de símbolos juveniles, eso es seguro, cada que entro a una casa y veo un Che Guevara quiero gritar, no por no simpatizar con él, porque a todos nos agrada, sino por el comercialismo en el que ha caído que todo aquel que tenga un Che Guevara el primer pensamiento que me llega a la mente es que esta persona carece de ideales. Si tiene algo más allá, como a Víctor Jara o León Trotsky todavía le creo, aunque igual en la sala no pondría eso, los veo más como panfletos que van en la puerta de un cuarto de estudiante que en un decorado de sala.
            --¿Quién quiere otra cerveza?—pregunta Daniela mientras se para rumbo al refrigerador
            --yo—le contesto.
            Me sacó de mi idea ¿dónde estaba? Era algo sobre Guevara o parecido, detesto estar así, cuando de repente olvido por completo lo que recién acababa de reflexionar. Daniela me pasa la cerveza y creo que ya está haciendo efecto conjunto con la Marihuana, me está pegando, pero pegando bien, de esas pegadas relajantes y tranquilizantes que son más euforia senil que adrenalina juvenil. Ahora lo importante es permanecer en este estado, no ir más allá como para hacer o decir cosas inconvenientes pero tampoco tan acá como para darle oportunidad a que comience el bajón. No es difícil, con el tiempo me he convertido en un experto en estas artes, cosa de ciencia y empirismo, ensayo y error, causa y efecto.
            Acabo de darme cuenta que no puedo recordar la peli que renté, no puede ser tan mala ¿o sí? Supongo que sí, solo las cosas malas son las que nos negamos a recordar. Mejor no hago esfuerzo, de seguro al rato podré recordar,  y si no lo hago, pues cuando la vaya a entregar la veré, aunque, si recuerdo que no recuerdo el titulo de la película, no tengo certeza de poder recordar que la tengo que entregar, tal vez sea tan mala que ni siquiera sentiré, inconscientemente, la necesidad de entregarla. Tal vez crea que le voy a hacer un favor a todos ellos, a la humanidad guardando una porquería así ¿y si es buena? Y si al contrario reacciono egoístamente y quiero esa joya solo para mí, que nadie más tenga el descubrimiento que hice.
            Ahora estoy intrigado y me paró, voy a mi cuarto y busco la peli, ahí está, el secreto del título está a punto de ser revelado y podré saber si soy altruista o egoísta, todo en el sentido fílmico obviamente.
Es hora de ver el título:
Emanuelle
            --Carajo, una porno—digo para mis adentros.
            Por eso no la recordaba, porque es porno y la pornografía tiene por definición ser pasajera, bueno, entonces estamos tablas, solo diré que se me olvidó, sin reflexión ni nada. Es  casi relajante, me evitó la revelación de una parte de mi ser que no conocía. Ya mañana la entrego, lo que ahora me intriga es saber por qué no la bajé  de internet. Veo en la computadora y descubro que en alguna parte de los trescientos veinte gigas de mi disco duro está, en la sección de “cine erótico”.
            --mierda, treinta varos gastados a lo pendejo… sin olvidar el recargo.
            La próxima vez que vaya a Blockbuster lo haré con una lista en la mano.

28 abr 2010

14: Bosques de Neón

--Esa película siempre me gustó—dice Héctor para sacar algún tema de conversación—de hecho me gustan las películas no planeadas, sino las de planeación, saben, ese tipo de pelis cuyo poder radica en narrar cómo se va planeando algo y lo que supuestamente tendría que ser el momento clímax, apenas dura un poco y eso es lo importante, cuando la esencia está en el desarrollo de los eventos y no en los eventos mismos.
“es como Perros de reserva, si miran bien, el leit motiv de toda la peli es un asalto que nunca se ve y nunca se sabe qué salió mal, pero algo se jodió y todo el guión se centra en saber qué es lo que se jodió, qué salió mal en el asalto, es una película de referencias, ya saben, esas películas donde el tema central nunca se ve, solo se hacen referencias.”
--como en el episodio de Doug cuando va a ver la peli del monstruo del pantano—dice Carla.
Recuerdo ese episodio, es cuando sale una peli que va a ver y nunca se ve el monstruo hasta la escena final, escena que, cagado de miedo Doug nunca ve y todo el episodio versa en qué es lo que no vio Doug y qué tan terrible podría ser. Al final el mentado monstruo es tan chafa que no le queda más que reírse de él.
--algo así—contesta Héctor—pero tengo más en mente algo así como El proyecto de la bruja de Blair, durante toda la peli no se sabe nada del aspecto de la bruja y por lo tanto genera esa sensación de miedo e impotencia.
--debe ser eso lo interesante—Daniel interviene como quien no quiere, creo que solo quiere fastidiar a Héctor en plan de “mira, soy igual de gilipollas que tú”—lo central es desconocer cosas, el miedo a través de lo que no se puede ver y por lo tanto, es imposible conocer, no causa miedo la bestia, sino el no saber qué es la bestia.
--Exacto—Héctor entra en el juego—Sun Tzu decía que la guerra se basa en el engaño, lo mismo es el buen cine, el que te hacer sentir que hay algo aunque no lo veas.
--como en las pelis del shambalaya ese.
--¿Quién?—me preguntan todos.
--el hindú, paquistaní, iraní, no sé que sea, el del niño de la gente muerta. Que se la tira de Hitchcok, bien de “mientras más te confundas mejor la estoy haciendo” ya saben, el que hizo esa madre de la aldea que al final de aldea nada, totalmente ilógico. Una mugre.
--ahh ya, no me acuerdo del nombre, pero él es un buen referente, aunque más que “tirársela de algo” se merece el titulo de heredero de Hitchcok, otro ejemplo sería no sé, como esas historias en las que nunca se sabe quién es el asesino. Estrés constante. Provocar una sensación de deseo de conocer lo que no se nombra pero siempre hacen referencia. Creo que aparecía en esa novela de Welsh “es fácil amar a alguien ausente, a alguien que no conocemos” acá es igual es fácil tener miedo a lo que no conocemos.
--o como el papá de Fran Drescher en La niñera, nunca aparece, solo lo nombran. —digo un poco hastiado.
--no tiene nada que ver, eso es comedia, no es serio.
--tampoco creo que Tarantino se haya puesto en plan de seriedad cuando escribe esos diálogos. Eso de las royal güit chiss no parece un dialogo demasiado profundo.
--no, no lo es, pero en su caso la profundidad radica en la sencillez, no todo es complejo.
Claro, ahora va a hablar de la escena de Belleza Americana cuando el tarado se queda grabando una bolsa, me rio, no por la escena, sino porque recuerdo la parodia que hacen en Familia gay.
Me canso, me canso mucho de tener conversaciones que no terminan, prefiero enfocar la cabeza a la película, creo que me gusta El plan perfecto por la dupla entre Clive Owen y Denzel, el cabrón se siente detective de los cincuentas y eso es lo que lo vuelve atractivo. Una especia de superposición de personajes que son antagonistas y pero parece que se protegen mutuamente.
No sé por qué estoy pensando en esto, por qué hablamos de pelicular, me estoy cansando, creo que es el efecto del faso, eso pasa cuando fumas mucho, la primera etapa es de euforia transicional, pero hay un momento leve, en que piensas “mierda, creo que fumé de más, tal vez me dé un infarto” el corazón late aceleradamente y siento cansado el brazo izquierdo, sé que no me está dando un infarto porque siempre pienso lo mismo cuando fumo, pero puede que esta vez sea cierto, nadie me asegura que las cosas no le pasen a uno, las cosas pasan cuando pasan, antes de que pasen simplemente no pasan. Si pasaran antes de pasar entonces no pasarían, sino que existirían desde antes, como pensamientos preconcebidos. Deberían hacer eso, inventar una maquina de pensamientos preconcebidos e implantarlos a aquellos que necesitaran. Por ejemplo, si yo nunca he estado en la playa o Europa podría comprar un paquete de recuerdos e instalármelos, “hola, quisiera follarme a dos estudiantes extranjeras en un burdel de Holanda, una alemana y una italiana” “perfecto, serán doscientos pavos, fórmese y en treinta minutos le llamarán para el implante de recuerdos ¿le gustaría aprovechar nuestra promoción, por cincuenta pesos más incluimos una orgía en Praga?”. Perfecto, recuerdos a la carta a buen precio y nada de leer o gastar, serían cosas que recordaría.
Tomo nota mental para escribir algo parecido o contarlo en alguna borrachera con personas más pertinentes y receptivas a una idea tan tarada como esa. Hoy me interesaba algo, Daniel, él nos había traído y como que no quiere decir ya nada, no, parecía como si se le hubiera olvidado o no tuviera interés ya de decirnos nada.
Tal vez solo estaba esperando, tal vez solo es cosa de hacerla de emoción para poder arrastrarnos a su juego por ansia y así pueda ser él el que lo controla, desde mi punto de vista eso era mejor, si fue su idea que se haga cargo de su chistecito, total, al final él quedará siendo un neciecito que impondría su punto de vista, creo que solo nos preguntó a nosotros para ver la forma en que estaríamos equivocados, si no hay lucha de clases, para Daniel no existe nada, es el némesis de Francis Fukuyama. Bueno, creo que en modo general, todos somos némesis de Francis Fukuyama. Por lo menos todos los que no somos acurrucados por la mano invisible de Adam Smith

Mundo Cogtazà: Trainspotting


Vi la película hace unos ocho o  nueve años, en esa época era imposible sentir empatía por alguno de los personajes, mi acercamiento a las drogas era por medio de comerciales de Tv Azteca—ya saben, ese de “¡Marianooo! Mariano no lo logró, estaba drogado”—así que era imposible comprender el 80% de la historia; mis encuentros sexuales se reducían a algunas revistas y estirar un poco el cuello disimuladamente para intentar ver algo de más a alguna compañera. Las borracheras que me metía eran con tequila—porque en toda primera época,  el tequila era el símbolo de “ya me siento grande y tomo bebidas de grandes”—así que no comprendía el placer de solamente tomar una cerveza.
            Así que la película pasó de manera indiferente, lo que era llamado por la crítica como La naranja mecánica de los noventa pasó a ser una producción extranjera de “arre, ta chida” y punto.
            Tuvieron que pasar algunos años, más concretamente la semana pasada, para poder comprender el poder de esa historia. Un Benjamín, ahora más viejo y menos sabio intenta escribir una novela que sea una especia de “radiografía generacional”, para eso, necesita rodearse de otras visiones de generaciones, mundos de alienados; paseando por los pasillos de la biblioteca me encuentro con Trainspotting de Irvine Welsh y digo “ta, puede que el libros sea mejor que la peli” porque la peli la recuerdo, porque todos recuerdan a Iggy Pop o la escena del bebé que gira la cabeza. Antes de poder leer el libro decidí, después de varios años, volver a ver la peli y ta, por fin comprendí.
            La historia que narra Welsh es la de unos parias, Mark Renton, Sick Boy, Spud, Begbie, Tommy, Matty, Nina, Kelly, Hazel, Segundo premio, ellos, representantes de lo que se llamaría “el otro Edimburgo” el que no aparece en la tele. Aunque está narrado en tercera persona en momentos y en otros en primera (desde la perspectiva de todos) se nota que el protagonista es Renton por la simple razón de que es el que tiene más diálogos tanto en primera persona como en tercera.
            La empatía que uno siente por él es obvia, tal vez porque, a diferencia de la peli, en el libro se explica que Renton es un historiador vegetariano que nunca se tituló y su vida transcurre alrededor de ex esos y fracasos amorosos. Toda una flor de vida en la que se elige no elegir nada, no elegir la vida o formar parte de la sociedad sino convertirse en un paria, un espectro con una vida corta, razonada, si soy un fracasado no tiene sentido extender la vida, mejor me autoconsumo hasta desaparecer, así no hago más daño a la sociedad.
            Trainspotting se desenvuelve entre la decadencia y el nihilismo, en un paseo entre adicciones, sexo, alcohol, futbol, SIDA, sobredosis y violencia; un cuadro que se podría repetir en cualquier grupo social que se quiera jactar de pertenecer al mundo moderno.
            No es una apología a las drogas, tampoco una crítica a ellas, es una forma de decir “hey, hay gente que las consume, pero no necesita ayuda, no necesita ser salvado, solamente quiere avisar que lo hace por elección, porque esa es la vida que eligieron vivir” ahora estoy comenzando Porno para saber qué pasa diez años después… aunque una reflexión ya me dejó pensando:
Hoy la gente ya no aprende narrativa en los libros, pero tampoco en el cine, sino en los videojuegos.

27 abr 2010

13: bosques de Neón.


Algo era seguro, cuando estábamos drogados éramos simplemente los mejores amigos, no existía nada que no compartiéramos ni diferencia que no resolviéramos en estado de drogadicción, aunque nunca me ha gustado usar ese término, decir “drogadicción” implica una dependencia hacia la mota, está bien, consumimos diario, pero no desatendemos nuestras obligaciones sociales, entonces, aunque dependemos de cierta forma de la droga por sus efectos relajantes, sería una idiotez considerar que somos adictos, nop, no lo éramos porque si un día nadie trajera no estaríamos casi matándonos para conseguir un poco, ya saben, llamadas a destiempo a todos los dealers que conociéramos para ver si alguno tiene algo de faso, hierba, mota, toque, gallo, como quieran llamarlo, no, ellos no eran adictos, solo engrosaban la masa humana que trata de relajar la cabecita un rato.
            Era oficial, ahora podría sentirme con toda la libertad de decir “estoy drogado”, aunque no me gusta mucho esa palabra, prefiero la jerga peninsular y decir que ando colocado.
            --ando colocado—digo en voz alta para hacer participes a los demás de mis pensamientos.
            --aim so jaig—contesta Carlos haciendo con las manos como si tratara de tocar el cielo.
            --yo estoy re fuamo.
            --yo ando pacheco.
            --yo me puse bien loco.
            --yo creo que ustedes están drogados como yo—enfatiza Carla para acabar con los sinónimos del acto.
            Ahora seguía la parte interesante, el momento en que los pensamientos versaban sobre ideas descontextualizadas, ahora estoy tratando de recordar algo divertido que haya visto. Pero no me llega nada a la mente, tal vez es porque estoy violando una de las reglas fundamentales del consumo de psicotrópicos,  nunca hay que forzar el cerebro a pensar, no, lo necesario es dejar que la menta fluya, si no piensas en nada, es porque al cerebro no le viene pintando pensar en algo y ya, no hay ciencia cuando de pensar drogado se habla, solo se da, como el sexo con una amiga, un día son amigos y al otro están revolcándose en la cama, nomás pasa porque pasa, me pregunto si pasaría con Daniela, Carla es linda, pero tiene como que otra onda, más bien es sexosa, y eso le quita encanto porque carece de reto, es como llegar a la meta sin participar en la carrera, no existe logro, al contrario, Dani, me gusta llamarla Dani, es un asunto totalmente diferente, tiene pinta de niña fresa y cuerpo de niña fresa, pero con toda seguridad puedo pensar que trae una tanga, porque tiene su lado sucio, no sé si sea virgen, la neta nunca conocí de algún desliz de ella, pero no creo que lo sea, hoy día nadie lo es. ¿Cómo será cogerse a Dani? Tal vez sea del tipo gritona, sí, estoy seguro que es gritona, ponérmela de perrito y mirar ese culo redondo pensando en la posibilidad de sacar el pene de su coño y pasarlo al ano, sexo anal con Daniela, demasiado bueno, puta madre, pero qué buena imagen.
            Mientras tomo nota mental de ese pensamiento para retomarlo ya que me encuentre solo y dedicarle una llega la comida, mal momento porque  caigo rápidamente en la cuenta de que me tiene excitado y no puedo pararme sin poner en evidencia mi estado, pero es un jodido pensamiento tan bueno que no pasa otro por la cabeza, ¡mierda! Detesto que esto pase. Ahora no puedo más que... huelo la comida, huele bien, la comida siempre huele bien cuando se tiene hambre, pero hay comidas que tienen olores atemporales, que aunque estés completamente satisfecho siempre producen deseo, ganas de comerlo, sentir su sabor, gozar su esencia, y el del pollo rostizado es uno de ellos, aunque creo que lo que me gusta es la sal, el aroma de la sal mezclada con aceite siempre es seductoramente mortal. Todo lo frito, y si es empanizado mejor, sí, todo lo empanizado (lo que implicaría freírlo) tiene un pulgar arriba.
            Noto que gracias a la disertación culinaria la erección se calma, mejor, ahora puedo pararme y servirme sin la incomodidad de tratar de cubrir un bulto evidente. Es lo bueno de la comida, siempre va a sustituir al sexo. Aunque se puede aplicar la filosofía de George Constanza, tener sexo mientras se come, no un juego erótico, no, comer comida elaborada, como comer pollo rostizado mientras se tiene sexo anal con Daniela, no, trata de pensar en otra cosa Julián, habla de ti en tercera persona, Julián tiene hambre y Julián comerá pollo rostizado con sus amigos, eso hará.
            --Julián tiene hambre—digo para cambiar de tema invitando otra vez a los demás a participar.
            --pues dile a Julián que coma—responde Daniel.
            --pues eso hará Julián, comerá.
            Me levanto y tomo un fragmento de muslo, la mejor parte de un pollo, hay gente que tienes especial atracción por las alas y otros por las piernas, pero el muslo tiene más carne, el problema que tiene es que por su facilidad de acceso a los dientes, es la pieza que se come con más rapidez. La terminé y fui por más, solo que esta vez tomé dos piezas y algunos totopos, siempre es bueno cargar con totopos cuando están disponibles, son pequeños y sacian el hambre cuando el producto principal no cumple con los requerimientos mínimos de tamaño.
            Me levanto y fumo un poco más para seguir a tono, además aprovecho para cambiar la música de mierda que siempre carga Héctor para tratar de culturizarnos, creo que mejor le apago y prendo la tele, sí, eso haré, de hecho lo estoy haciendo, ¡mírenme! Miren como enciendo el televisor y ahora todos se congelan y miran a la pantalla en espera de alguna revelación.
“¿Saben el cuanto del Rabino que jugó Golf en Sabbat?”
“Dios le permitió una gran jugada”
“sí, pero nadie lo supo”
Excelente,  pasaban El Plan Perfecto, Clive Owen es uno de esos actores que simplemente caen bien, pero bien, como Bruce Willis, Denzel Washington no era así, pero en esta peli sí que se defiende, pero se defiende bien, como Ewan McGregor, es buen actor y cae bien, pero tiene buenas pelis y malas pelis.
            McGregor como alegoría de la vida, hay buenas y malas vidas, pero nadie puede saber cuál es hasta que la critica la vea y emita su juicio, la mierda, no sé quién es el crítico que verá mi vida.

26 abr 2010

12: bosques de Neón.

America takes drugs in psychic defense
Iggy Pop, Neon Forest

--listo, ahora ya estamos todos.
Trato de mirarlo como si supiera qué está diciendo, no entiendo qué le pasa a estas personas que siente que todo debe de ser un acto de ceremonia o solemne, era mucho más fácil decir las cosas y ya, además, tenía razón en lo primero que dijo, a todos nos estaba dando un poco de hambre.
--¿Qué tal si primero resolvemos el asuntillo de la comida?—les digo antes de que quieran pasar a temas importantes t dejar algo tan fundamental como la comida en segundo plano.
--me parece bien—dice Daniela apoyando mi moción—a mí también me está dando un poco.
Parece que tenemos el primer consenso, a todos nos dio hambre al mismo tiempo y ahora tenemos una prioridad: comer.
--¿Qué se les antoja?—dice Carlos.
Ahora viene lo malo, tardamos cinco minutos o más, tal vez veinte, divagando entre pizza, comida china, papas, tacos, lonches, hamburguesas, sushi, pollo. Una gama de variedades diseñada para satisfacer los más amplios paladares, pero con paladares tan especializados cada uno en su ramo, lo que debería haber sido un consenso en general se convirtió en un debate más polarizado que la reforma migratoria en Estados Unidos. Por un lado los pizzistas (entre los que me cuento como apologista) se enfrentan a los defensores de los derechos del pollo (republicanos intransigentes que buscan la explotación del hombre por el pollo), todo un debate que se llena en las cámaras legislativas.
--Dice Evo Morales que el pollo te hace puto—remato sentenciosamente.
Daniel me mira, como defensor del pollo y admirador de Morales entra en un debate interno, pobre, no me gustaría estar en este instante en su piel ante ese debate ideológico, si eligiera la pizza desde un comienzo no habría pasado por esta situación.
--fue sacado de contexto—me responde dando a entender que no va a flaquear en su decisión—él hablaba de las hormonas femeninas.
--nel, fuera o dentro de contexto, dijo que el pollo te hace calvo y puto.
--además—interviene Carlos en defensa no solo mía, sino de la pizza—bajo esa lógica, si inyectamos hormonas masculinas en el pollo y se lo damos a homosexuales estos se harían heterosexuales, como si fuera una enfermedad.
Ahora sí estaba donde queríamos, sin argumentos qué defender, aunque con personas como Daniel, siempre habría un argumento que pudiera defender. La discusión remata con lo que llamo “la ley del más necio”, siempre el más necio del grupo termina ganando no por su destreza retórica, sino que termina agotando a sus interlocutores, quienes, cansados o hasta la madre de una discusión que no llega a nada concreto, prefieren ceder y cerrar el argumento.
--¿lo ven? Si desde hace rato me hubieran hecho caso, no habríamos perdió tanto tiempo—nos dice Daniel a todos jactándose de su victoria.
Detestaba eso, si algo odiaba de la ley del más necio, era principalmente que creyera que su victoria fue fruto de su intolerancia, y no le digas a la nena cuál fue la razón, porque toma más dignidad que una virgen recién violada.
Pedimos el pollo, obviamente era pollo rostizado, Daniel sería incapaz de consumir algo producido por una malvada multinacional como la del Coronel, ya saben, pollos transgénicos genéticamente modificados para que nazcan sin cabeza, la ciencia al servicio del empanizado. Eso era raro en Daniel, en un buen momento podía ser realmente lúcido y arrojar teorías y argumentos coherentes que no tenían forma de ser rebatidos simplemente porque tenía razón, pero en otros (los más) existía en él una extraña predisposición a creer cualquier leyenda urbana o teoría de la conspiración por más idiota que sonara, con tal de que tirara mierda al capitalismo. Recuerdo que una vez me platicó sobre cómo Estados Unidos planeó el terremoto de Haití con un dispositivo nomás para probar su funcionamiento, todo listo para una posible aplicación en Irán. O la vez que nos contó a Carlos y a mí que los videojuegos bélicos son parte de una estrategia ideológica norteamericana para desensibilizar a la población y presentar a países anti americanos como la quinta esencia de la maldad pura. Cuando Carlos compró el Mercenaries 2, que se desarrolla en Caracas, nos dijo que obviamente era ahí porque al Tío Sam le conviene que a la gente le divierta destruir una ciudad bolivariana. A mí me daba igual esa disparidad de creencias en él, pero no dejaba de ser curioso resaltar su extrema credulidad disfrazada de objetividad.
Mientras llegaba la comida, nos pusimos a hablar de nuestro tema favorito, drogas. Digo hablar porque en un tema así, nuestro lenguaje “hablado” era más que nada corporal. La rutina era sencilla, casi todos cargábamos un poco cuando nos veíamos, el mecanismo solamente consistía en esperar cuál de los seis sacaría primero el porro o la hierba sin desmorrugar y comenzaba el milenario rito. Los demás, como religiosos o sacerdotes de la poderosa diosa Mota, miraban silenciosos y se acercaban al gurú para iniciar el círculo social de la amistad basada en estirar la mano, fumar y luego pasarla.
El primero esta vez fue Héctor, así que nos pusimos a su alrededor y ofrecimos encendedores masivamente para ganarlos la gloria de ser el segundo elegido para dar una fumada. Por fortuna tomó el mío. Dio una fumada, dos fumadas y antes de dar la tercera me pasó el porro, le di una fumada, dos fumadas y antes de dar la tercera se lo pasé a Carla que era la que tenía a mi lado.
Los primeros diez segundos son los más memorables, porque es el transcurso entre un estado y otro, se puede medir fácilmente el cambio, se tienen ciertos pensamientos en la cabeza que no desaparecen, pero se transforman en una nueva forma de verlos. Al decimo segundo el cerebro se cierra y lentamente va dejando espacio a nuevos pensamientos. Una gradualización de prioridades hasta terminar en un leve gozo indiferente, solo interesado en el mundo en el que vives, nada más, solo existe lo que estás mirando en este momento, y en este momento, solo existen mis amigos.
Lo mejor de las drogas era eso, no te hacía escapar de la realidad, solamente te permitía verla desde otro punto de vista.

25 abr 2010

Elige una vida...

11; Jesus doesn't want me for a sunbeam


Tomó el camión y en treinta minutos estaba en casa de Héctor, la peor parte de cualquier viaje siempre era precisamente el viaje si éste era largo y cansado, pero sobre todo, si era aburrido. Precisamente sus viajes en autobús eran aburridos, la razón era sencilla, nada de avenidas, nada de grandes distritos comerciales como para ver desde lejos los aparadores, no, ella vivía en una región donde el transporte se limita a meterse en casas y barrios de clase media, esos cuya única característica es precisamente carecer de características, todas las casas tenían variaciones de uno o dos, casas de uno o dos pisos, con uno o dos carros, con uno o dos perros, con un o dos problemas de infidelidades o uno o dos hijos que consumen drogas, esa es la vida de la clase media, tranquila e hipócrita, mujeres autodenominadas independientes que igualmente deseaban casarse, estudiaban para ser profesionistas, profesionistas con un marido que sea el que pague las deudas, sí, la mujer de clase media es la peor que puede haber, la de clase baja tenía pretexto por su condición o su bagaje ideológico, ya sea impuesto por la Iglesia o el hogar; las de clase alta tienen una cuota de poder propia como para no necesitar de hombres a los qué depender para poder cerrar tratos o realizar acuerdos. La mujer de clase media vive de manera hipócrita, piensa como si fuera de clase baja pero cree que tiene la misma autoridad de una mujer de clase alta. Ya sabe, pensar con la derecha y hablar con la izquierda, son el tipo de mujeres que en el culto interno legitiman la violencia de género, pobres, ellas no saben que si quisieran, se darían cuenta que son mayoría.
            México como Amazonas, sería simpático pensar un día en que un país fuera gobernado solo por mujeres, pero no solo gobernado, sino una autocracia femenina donde su voto tuviera mayor peso que el de un hombre. Sería como un refugio para la mujer perseguida de todo el mundo, unos campos elíseos donde el hombre no tenga el más mínimo derecho de levantar su mano contra una mujer, y esta vez se haría justicia por la simple razón de que la justicia estaría en manos de mujeres, no de misóginos que disfrutan con la humillación de una.
            En fin, llegó a la casa de Héctor y tocó la puerta, cuando abrió estaban casi todos menos Carlos.
            --Bienvenida, tienes titulo de penúltima.
            --lo sé, pero me gusta detenerme a mirar el paisaje cuando vengo hacia acá.
            Entró al mismo tiempo que saludaba  a todos y repitió la rutina de ir a refrigerador por cerveza. Se sentó junto a Daniel y retomó la conversación donde la llevaban.
            --No entiendo—dice Julián—comenzó como algo bueno,  pero cuando comenzó la segunda temporada como que ni sabían qué pedo con ellos, todo se fue al carajo.
            --¿de qué hablan?—pregunta Carla.
            --Héroes—dice Héctor— ¿La has visto?
            --un poco, luego de la segunda temporada me empezó a aburrir.
            --¿Vez? Es lo que digo—puntualizó Julián cerrando la discusión.
            Héctor se paró y puso algo de música para variar un poco los tópicos, Lust for Life de Iggy Pop, música yonkie para yonkies pequeño burgueses.
            --Esa canción era buena, pero creo que se convirtió en un estereotipo—dice Carla.
            Lo fue desde Trainspotting, ella vio la película una vez hace años y está segura que lo que recuerda de ella no tiene mucho que ver con la trama argumental, recuerda los nombres de los personajes, la escena del bebé en la pared.
            --todo mundo recuerda la escena en la pared—se dice a sí misma.
            Lo malo viene cuando trata de pensar en la película, qué tanto es lo que vio y que tanto sin escenas cortadas vistas posteriormente o si en realidad lo que recuerda son momentos cortados de otras películas y sí la llega a ver nada tendría que ver con lo que recordaba, excepto el bebé, se dijo, es lo único de Trainspotting que estaba seguro que sucedía.
            Trataron de seguir el ritmo de la canción, pero notaron que solamente les gustaba, pero no tenían idea de la letra ni de la forma en la que se canta, olvidaron la letra, o tal vez nunca la conocieron.
            Carla trató de pensar en qué habrían hecho todos sin tener que preguntarles, Julián era seguro que viene directo del trabajo, Daniela de su casa y Daniel de alguno de esos comités de base a los que se acostumbra cada que quiere llamar a la guerrilla, Héctor suponía que habría pasado la tarde oyendo música o mirando alguna película de Cracovia o alguna ex republica soviética. Carlos no había llegado, era fácil suponer que podría estar dormido o apenas yéndose a acostar.
            --¿y qué han hecho chicos?—les pregunta para sopesar su reflexión.
            --nada—responden todos casi al unisonó.
            Eso era lo que esperaba, una respuesta cortante, sencilla y  diplomática; también era una forma de evitar hablar de trivialidades, si alguno hubiera hecho algo diferente o más relevante que lo sacara de la rutina diaria, entonces se habría manifestado diciendo lo que le pasó, un “nada” equivalía a decir “oye, si tuviera algo que decir lo diría por iniciativa, no esperaría a que me preguntaras para poder desahogar el alma y desgarrarme por un consejo o solo alardear de mi vida, por eso solo te digo NADA”.
            Siempre es bueno escuchar un nada, así sabía que por lo menos a ellos no les había pasado nada malo, nada bueno tampoco, pero nada malo, en un balance es mejor eso, aunque siempre se podía mejorar.
            --¿Hiciste tu tarea?—le pregunta Daniel.
            --no, pero tengo buena imaginación.
            Daniel hizo un gesto reprobatorio y murmuró algo en voz baja, así era él, Carla lo conocía de hace tiempo y sabía que era a veces más arrogante de lo que estaba dispuesto a admitir, si él decía que algo tenía que pasar aunque los demás no pudieran, pues no era problema de él, era obligación de todos seguir su ritmo de vida. A ella ya le daba igual seguirle la conversación, así era él, su actitud de tipo rudo solo le duraba unos segundos y después admitía silenciosamente que no tenía esa autoridad que deseaba y cambiaba de tema en seña de tregua.
            --Tengo hambre—dijo.
            Lo sabía, ahí estaba el cambio de tema, aunque, a decir verdad, era un tópico demasiado interesante, tenía hambre y eso durante la reunión se iba a convertir en un tópico fundamenta.
            Sonó el timbre, era Carlos, ahora sí el circulo estaba cerrado.

10; Jesus doesn't want me for a sunbeam


Carla miró el reloj.
--es tarde.
Esa era la única palabra que se le ocurre cuando cae en cuenta de que ha cometido un error en la programación de los horarios, acababa de llegar y le molestaba saber que solo estaría en su casa por unos treinta minutos antes que tener que Salir. Preparó un café, era uno de esos días en los que se lamenta de no programar la cafetera con el tiempo suficiente, algunas veces lo hacía y era mejor, solamente, cuando tenía tiempo, echaba el café y el agua para que en el momento que necesitara un café, que era prácticamente casi tres veces por día, solo encender el botón y dejar que se prepare solo, eso le ahorraba valiosos segundos, pero hoy no era uno de esos días de previsión. De algo estaba segura, si llegara a matar al primer mandatario lo haría principalmente estresada por no tomar café.
Mientras se preparaba encendió la computadora para checar su correo, en eso era previsora, la dejaba encendida todo el día para que siempre al llegar pudiera estar al instante que la necesitara, debería hacer eso siempre con el café, se dijo mientras revisaba cuantos correos que comenzaban con “FW:” tenia y cuántos de ellos eran notificaciones con publicidad o noticias a las que se suscribía desde hace años pero dejo de revisar uno o dos meses después de la suscripción. Se levantó para tomar el café, cuando regresó a la computadora miró que acababa de recibir un correo, su cara se iluminó casi reaccionando de manera instintiva ante la posibilidad de darse cuenta de la posibilidad de que haya alguien interesado en ella.
No, era un mensaje de Facebook, una persona que nunca había visto en su vida deseaba ser su amigo, uno de esos tipos que miran su perfil y deciden que como  comparten a una o dos personas, ya es motivo suficiente como para comenzar una relación amistosa, borró el mensaje y dejó para luego la decisión de si quiere aumentar su ya de por sí gruesa lista de amigos. La siguiente fue leer algunas noticias, con el paso de los días se dio cuenta que el mundo estaba pausando, si hoy decidía no volver a enterarse de nada y dentro de un mes volviera a mirar  lo sucedido, todo se basaría en tres tópicos, localmente sería la guerra contra el narco y la aparición de algún cadáver en alguna parte; si es de carácter continental el tema sería algo inmigratorio o alguna crisis institucional en Argentina, si el tema fuese global, es seguro que sería algún atentado en Irak o Palestina, sin olvidar nunca que el mundo giraba alrededor de esa moda políticamente correcta que se llama “calentamiento global” más citado que estudiando por el común de los mortales. El mundo estaba mal, muy mal. Pensó que, aunque sigan siendo dos grandes gigantes, Rusia y China no acostumbraban a ser tema de noticia digna de primera plana,  no era un buen augurio no conocer mucho acerca de los manejos internos de esos dos gigantes, después de todo, si el ritmo que llevamos es constante dentro de algunos años esos dos países serán los que marquen la agenda global.
¿A ellos les importaría si hay un atentado acá? En una arena geopolítica no entendía cómo es que a las grandes potencias les dañara los asuntos internos de México, con Estados Unidos es obvio, pasa con cualquiera, si roban en la casa de tu vecino, lo que haces es reforzar la tuya porque tienes la posibilidad de que pasara lo mismo en dónde uno vive. Ella opinaba que había cosas más importantes en la agenda nacional que saber quién es la cabeza del ejecutivo, al final, él solamente era el que “preside” el poder ejecutivo pero no era él en sí, Weber había dado al traste con eso en su definición de Estado Moderno, un Estado sin rostro, una burocracia invisible. Si se muere el presidente, además de nombrar un interino para su cargo, el poder que representa no desaparece porque el ejecutivo lo conforman todas las secretarías federales. No, había cosas más importantes que se podrían hacer por otros métodos, si democráticamente se pudo despenalizar el aborto en la capital entonces democráticamente se podría legalizar el consumo de marihuana o la eutanasia. Matar al presidente solo pausaría esos avances, aunque también aplazaría todas las medias que afectan directamente a la sociedad, como las leyes de medios o la gradualmente supresión de libertades civiles bajo pretexto de la seguridad.
Trató de pensar en qué método usaría, si fuera tan fácil alguien más ya lo habría hecho, el veneno estaba descartado porque era seguro de que alguien probaba la sustancia, tampoco una bomba, para eso se revisa el lugar en el que va a estar antes de comenzar. No, un disparo era lo más seguro, es repentino y le da a uno un margen e segundos de confusión suficiente como para dar dos tiros, uno que mate al hijo de puta y el otro para quien dispare, así el asesino solitario se hundiría y nadie sabría si en realidad era solitario o detrás de él había una conspiración. Si lo hacía ella sería doblemente intrigante, una mujer apretando el gatillo demostraría no solo la igualdad de género, sino que trastocaría toda la historia de la humanidad en donde es patrimonio de los hombres cometer crímenes de Estado; no tenia memoria de que en algún momento algún asesinato de importante o un golpe de Estado esté involucrado una mujer, por lo menos no de manera directa o importante. Siempre eran las mujeres detrás, nunca adelante y mucho menos cargando con la responsabilidad de apretar el gatillo. No, siempre era alguien con falo el que se llevara los laureles o los oprobios de la humanidad; claro que ha habido mujeres importantes, ya no en la historia, sino en este siglo, Golda Meier ordenó al Mossad perseguir a los planeadores del atentado e Munich, o Margaret Tatcher acabó con el Estado de bienestar en Inglaterra. Claro que ha habido mujeres importantes, pero siempre de la manera social, rostros como parte de una maquinaria institucional que la puso ahí, que esta maquinaria esté controlada por hombres o mujeres la tenía sin importancia, no, lo importante sería actuar en solitario, que pese a todas las especulaciones que se puedan dar, sea cien por ciento seguro el acuerdo de que fue una mujer la que tuvo la suficiente valentía como para actuar y salvar al país.
            --o por lo menos que sea una mujer la que se lo lleve a la mismísima mierda—dijo sonriendo mientras pasaba entre las páginas de diferentes periódicos.
            Un año de Influenza, parecía ser la noticia del día, hace un año el mundo estuvo a punto de desaparecer, en realidad no era así, pero fue divertido el shock que sacó al planeta de la rutina, nada más relevante, Morales convierte leyendas urbanas en discursos públicos, aunque Venezuela ya lo había hecho con Haití y culpando al HARPA del terremoto en ese país, por eso la izquierda no avanza, debería ser discreta, trabajar  entre bambalinas construyendo justicia social en lugar de pavonearse en discursos. En Chile funcionó con Bachelet, perfil bajo es igual a solo trabajar, nada de escándalos.
Dio el último trago del café y se alistó para salir, tomó algunas monedas de la mesa, abrió la puerta, saludó a los vecinos sin detenerse a razonar sobre todo eso, solo realizando mecánicamente, una idea tenía en la mente, y era que si de algo estaba segura, que si se llegaba a algo razonable el día de hoy, que sí todo esto fuera más allá de un juego, que si hoy día planearán un golpe de Estado, ella sería capaz de ofrecerse para ser la que dé el disparo.

23 abr 2010

9; Jesus doesn't want me for a sunbeam

Una hora después estaba los suficientemente lúcido como para poder, ahora sí, tomar la determinación de salir de su casa rumbo a lo de Héctor, aunque no tenía interés en presentarse más que en solo estar afuera o hacer algo que no implique alcohol, o una cantidad relativamente menor de este.
--aunque puedo quedarme—se decía mirando el desastre que era su rostro siempre a esas horas.
Tenía una vida disipada, eso no lo negaría ni lo negaría nadie con dos dedos de frente. Drogas, alcohol y algunas veces mujeres “buena onda”, esa palabra sonaba estúpida, pero desde que Fabián Lavalle se defendió luego de una golpiza argumentando que estaba en compañía de ese tipo de mujeres, se convirtió en léxico común en la sociedad mexicana.
Aunque no era especial preferente de ese tipo de mujeres, muchas veces la necesidad física era más imperante que las perspectivas financieras a largo o corto plazo. Una llamada, quinientos pesos por treinta minutos y todo el mundo feliz, si el trabajo le daba a uno la oportunidad de tener una vida así, entonces estaba en su derecho de seguir ese camino con toda libertad.
Total, su vida era su vida y desde ese punto de vista era mucho más sencillo tratar de evitar las disertaciones con sus iguales. Salió de su casa, decidió salir caminando, consideraba que en su estado actual, era necesario despertarse todavía un poco y caminar era una forma rápida y sencilla de restaurar las neuronas perdidas y rehabilitar los músculos atrofiados por estar sentado consumiendo alcohol.
Tomó el tren hacia el centro y se bajó ahí, tampoco era imperante caminar todo el recorrido, con hacer la mitad o una parte de la mitad era suficiente, además era más entretenido el recorrido por el centro que el otro.
Era una buena forma de socializar, aunque no hablara con nadie por lo menos miraba a la gente pasar y de vez en cuando usaba los recursos básicos de la diplomacia urbana en hora pico, “perdón” “disculpe” “con permiso” “gracias”, todos esos códigos que se aprenden con el tiempo, en las condiciones actuales del día eso ya contaba como socializar. Revisó el morral, era una técnica rutinaria cada que tenía conciencia de que cargaba un morral, siempre para darse cuenta si el celular seguía ahí; no lo encontró, se puso nervioso y volvió a revisar, ahí estaba; siempre pasaba así, un leve susto inicial que provocaba una revisión más exhausta y luego lo encontraba y se tranquilizaba. Además del celular cargaba un libro, un ejemplar en rustica de La ciudad de Dios de San Agustín editado por Porrúa. Lo había tomado casi por inercia, era tradición en él, sentía una necesidad imperante de siempre tener en la mano un libro, ya sea para leerlo o para ojearlo solamente. Recién acababa de terminar una novela, y como ocurren con los papas, después de un largo pontificado se elige uno relativamente viejo que sirve más de transición y reajuste al interior; así le pasaba con los libros, después de un texto denso, trataba de buscar alguna lectura que no implique todo un periodo de tiempo, nada de novela o cuento, sino textos de referencia, La Ciudad de Dios es uno de esos libros, lo suficientemente denso y aburrido como para no desear terminarlo y con un índice demasiado atractivo como para tener la necesidad de dedicarle un tiempo.
Con esa idea en la mente y antes que pasaran cinco minutos entró a una librería, tal vez la reflexión le permitiera encontrar algo útil. Miró que en el estante estaba Flashfoward, miró la serie dos o tres episodios, pero no logró engancharlo, aunque había leído que el libro era profundamente mejor, a diferencia de la serie, desde el comienzo en la novela explican por qué todos tienen una visión del futuro y el protagonista es precisamente el que provoca la visión, parecía que en el futuro muere el hijo de alguien conocido y la historia se basa en saber cómo es que muere y cómo lo puede evitar. Aunque desde ese ángulo da menos morbo que la serie, según leyó en internet, la estructura era mejor.
Siguió revisando libros y se detuvo en Apocalipsis Z, le agradaban los zombies, pero no tanto como para ser un melómano, aunque la novela tenía algo de buena prensa como para llamarle la atención. El costo era de doscientos noventa pavos, le gustaba decir pavos, era como una traducción española de una novela de Palahniuk, “qué mogollón se armó tío”, en fin, le daría una oportunidad a los zombies, lo que le interesaba es salir de ahí y llegar rápido a lo de Héctor, pagó y salió ahora con el doble de peso. Y acelerando un poco el paso una vez que ha cumplido con su cuota de sociabilidad urbana. Seleccionó Jesús doesn´t want me for a sunbeam de los Vaselines en la versión conocida por todos de Nirvana, de hecho era el Unplugged completo, cosa que sabía que no duraría porque después de terminar la canción lo más seguro es que cambiaría de canción, tal vez algo de Hash o Manu Chao, eso depende de la adrenalina liberada mientras caminaba.
Siguió la ruta y veinte minutos después estaba parado frente a la casa de Héctor a media canción de La Marcha de la Bronca.
--¡Mierda! Detesto que se corte a la mitad la canción.
Se dijo eso a la vez que consideraba la posibilidad de quedarse afuera hasta que terminara, pero eso era inútil y casi innecesario, más fácil sería salir de ahí al terminar la reunión y volver a iniciar la canción, aunque estaba seguro que la melodía lo acompañaría durante todo el día y un ansia de tararearla sería irrefrenable, sabía eso, como sabía que el ansia de escuchar la canción duraría solo cinco minutos, así que si era lo suficientemente disciplinado como para no tararear nada en ese tiempo, podría seguir la tarde como si nada hubiera pasado.
Tocó el timbre, oía voces adentro, sabía que era el último en llegar y que le reprocharían eso, cosa banal porque siempre era el último en llegar y siempre le reprochaban eso. Pero tenía una sutil forma de pedir perdón: un paquete de doce cervezas. Si eran seis personas tocaba matemáticamente dos a cada quién sin tener en cuenta que algunos bebían con tal velocidad que era posible que se adelantaran a la de algunos de los demás.
--Llegas tarde—dijo Héctor mirándolo reprobatoriamente y señalando a los demás—llevamos rato esperándote.
--solo veinte minutos, y traigo alcohol.
--veinte minutos son veinte minutos—dice Carla desde adentro.
--claro, como son mil doscientos segundos o un tercio de hora, es el tiempo de tolerancia.
--y una cerveza es el mejor perdón del mundo—contesta Julián
Lo dejan entrar para evitar toda la discusión, saluda a los demás y va al refrigerador y coloca las cervezas menos la suya y otra que le pasa a Julián, se sienta preparado para la conversación más indiferente del día que vaya a tener, no le interesa lo que suceda, lo importante es que al final, todo termine con una explosión, las explosiones le flipaban un mogollón, se dijo sonriendo, como un buen español hijo de puta que nunca ha estado en España.

22 abr 2010

8; Jesus doesn't want me for a sunbeam


Don't expect me to cry for all the reasons you had to die.

The Vaselines, JESUS DOESN'T WANT ME FOR A SUNBEAM


Sonó el despertador, Carlos se levantó y lo apagó, regresó a la cama y siguió durmiendo, cinco minutos después volvió a encenderse y no tuvo más remedio que volver a levantarse y apagarlo, regresó a dormir y otros cinco minutos después la rutina se repitió, esta vez fue definitivo, apagó el despertador y fue directo al baño para realizar los ejercicios fisiológicamente rutinarios, esos pequeños detalles que nos mantienen unidos a reyes y gobernantes, sonrió imaginando a Napoleón en la campaña en Rusia saludando a su Estado Mayor con un saludo de cara mientras se dirigía a echar una meada antes seguir reinando sobre veinte millones de almas. Sí, era placentero poder mear igual que mean los amos del mundo.
            Salió del baño y se puso la misma ropa que el día de ayer, aunque eran las 5 de la tarde se había acostado recién a las diez de la mañana, no vuelvo a tomar como ayer ¿o como hoy?, se dijo mientras trataba de desayunar algo, sabía que era una declaración rutinaria, casi mecánica; prometer lo mismo cada que rompía la promesa era una forma de mantener el orden cósmico sin tener miedo a las intermitencias de la voluntad.
            Miró el celular y vio que había un mensaje de Daniel, parecía que hoy habían quedado de verse para compartir respuestas, no tenía el menor deseo tanto de asistir como de pensar en una respuesta, no es que no le importara el ejercicio mental, sino que le aburría el esfuerzo de tener que salir de su casa en la siguiente hora; no, era imperante tomarse mínimo una hora o dos para poder salir de casa sin sufrir una decaída o un desmayo en el transcurso de treinta minutos que tarda el recorrido.
            Cuando terminó el desayuno, le gustaba entrecomillar esas palabras cuando eran lo que son en el momento que no son, como desayunar a las cinco de la tarde, abrió el refrigerador y sacó una lata de cerveza, el tradicional sobreviviente de una juerga, uno sabía que había bebido mucho la noche anterior no solo por la cruda, sino cuando éste se da cuenta que aún queda alcohol suficiente para seguir, no beberlo era, o ya no desear, o ya no estar en condiciones para poder moverse y consumir  más.
            Nada, terminó la cerveza y aún el cuerpo no reaccionaba lo suficientemente bien como para hacerle regresar los deseos de comenzar lo que restaba del día.
            --tal vez mirando un poco de televisión me inspire a no querer verla.
            Tomó el control y la encendíó, en la pantalla apareció Cars, miró no más de veinte segundos y cambió de canal rumbo a VH1 esperando que sea momento de esos realitys de gente nada famosa exintegrante de algo famoso convertida en gente medianamente famosa, todo gracias a la maquinaria televisiva echada andar por nosotros mismos que gozamos con esa clase de producciones. No tenía nada malo, era un placer culposo que era secreto a voces, a todos les gustaba ver eso, pero lo hacían con la misma discreción que la masturbación, se hacía en casa y en secreto sin que nadie se diera cuenta y cuando se te preguntaba lo negabas maliciosamente con la cara de quien sí lo hace con más frecuencia de lo admitido. Sí, debía ser eso, de todas formas no conocía a nadie que no hubiera visto Flavor of love, Charm School o I Love New York, esos programas eran los pilares de toda una serie de realitys con una formula preestablecida, juntar a un personaje grotesto o desagradable, darle una mansión y ponerle unas doce personas dispuestas a perder lo poco que les queda de dignidad ya sea por él o por simplemente ser su amigo, Charm School era diferente, porque su base inicial es precisamente explotrar la vulgaridad de dónde provinieron las “alumnas”, a Carlos le gustaba ese programa, no por la inteligencia del guión, no, no era eso, era porque todas las alumnas aparecían en uniforme de colegiala lo suficientemente poco sutil como para poder dejar volar la imangiación.
Su cabeza comenzó a volar y cuándo se dio cuenta tenía una erección obvia, casi desafiante.
--¡Mierda!
Se levantó y trató de llevar las ideas a otro lado, era demasiado tarde y demasiado temprano a la vez como para masturbarse, además, sea como sea, no tenía interés en dedicarle una a un programa de VH1, para ese tipo de actividades extracurriculares era más satisfactorio que la persona aludida fuera alguién de su entorno, le divertía el morbo de ver, saludar y platicar con una persona que, ya sea la noche anterior o por la mañana, había estado entre sus manos y hecho los actos más salvajes imaginados; claro, todo eso en su imaginación, pero era divertido, sabía que, a pesar de todo y de su condición con las mujeres, si contaba con su mano y su imaginación el mundo era suyo, ya que no existía femina capaz de escapar de ese influjo al que las atraía con el simple acto de invocarlas con la mente. Amigas, primas, vecinas, maestras, todo estaba en su poder y ellas no tenían forma de negarse.
Rió, la erección había bajado pero ahora estaba feliz, esa reflexión pareció gustarle y rapidamente buscó un libro o un cuaderno, algo en dónde escribir, se conocía, sabía que si en cinco minutos no escribía lo que se le ocurrió, a partir del sexto se parecerá imposible poder volver a hilar el razonamiento con la misma coherencia de cuando se le ocurrió.
Al primer minuto buscó en su cuarto y no encontró el cuaderno; al segundo minuto recordó que en la sala tenía uno, pero cuando fue por él se dio cuenta de que lo había puesto en otro lado, era el minuto tres y no tenía éxito, pensó en encender la computadora, pero eso significaba uno o dos minutos con los que no disponía.
Cuando comenzó el cuarto minuto fue a la cocina y tomó una servilleta y una pluma, antes que nada anotó:
No olvidar que siempre hay que cargar un cuaderno a todas partes
Guardó esa servilleta en su cartera y tomó otra, era el minuto cinco y la idea estaba desapareciendo, trató de volver a pensar en ese razonamiento pero se dio cuenta que ya no sonaría tan bien escrito, total, a la mera luego se me vuelve a ocurrir y ahora sí cargaré el cuaderno.
Era el minuto 6, la idea había desaparecido.