12 oct 2017

Parte 2

Fue a comienzos de Julio, el día trece para ser exactos. El cielo estaba despejado y en la radio anunciaban que así estaría por algunos días más. Sam había salido temprano a una reunión y yo tenía el día libre (el exceso de trabajo en un trabajo como el mío equivale a poder pasar días sin hacer nada). Me había preparado el desayuno mientras miraba las noticias. No sé cuánto tiempo estuve así hasta que la señal de la televisión se interrumpió, tampoco creo saber hasta cuándo me di cuenta de eso, estaba tan enfrascado en la rutina que simplemente no tenía noción de las cosas que cambiaban alrededor.
Cuando la señal regresó todos estaban paralizados, el presentador miraba la pantalla como expectativa, como si esperara instrucciones de qué decir, me corrijo, no era como si, sino que en realidad estaba esperando instrucciones de qué decir. No le di importancia y seguí haciendo lo mio, no era mi problema que los conductores de televisión fueran unos incompetentes. Pasaron unos minutos y no se movían, primero pensé que fue un error de la señal y la pantalla estaba congelada, lo que rápidamente descarté porque el reloj de la pantalla seguía dando la hora y se podía notar claramente el movimiento de la respiración de la conductora. Cambié de canal y me topé con una escena similar, solo que en esta el conductor balbuceaba alguna clase de explicación sin mucho éxito.
Miré más canales y lo mismo en todos lados, lo que no entendía era qué era lo que los tenía asustados, miré hacia la ventana y no había nada irrelevante, todo parecía seguir igual, las personas que pasaban lo hacían con normalidad. Miré mi celular buscando algo en Internet pero más allá de las personas que se preguntaban qué le pasaba al tipo de la tele nadie tenía explicación.
Escuché un grito, venía de la televisión, cuando giré la cabeza vi cómo el presentador trataba de perforarse la sien con una pluma que tenía en la mano, aunque lo realizaba con fuerza el filo de la pluma no hacía más que producirle algunos picotazos, los gritos eran de las personas del set de televisión, algunos se acercaron a detenerlo, pero no pude ver el resultado porque alguien del canal apagó la señal y mandó a corte. Cambié de canal y la misma presentadora estaba sollozando mientras solo decía “no, no, no, por Dios no”. Instantes después, lo mismo, la señal se mandó a corte, era de esperarse que todos los demás canales pasaran por lo mismo, y así fue. Probé con la CNN en inglés y aparentemente no era solo aquí, no sé si eso era reconfortante, lo dudo, habría sido más fácil de explicar una histeria colectiva o un episodio de locura eminentemente local a un fenómeno global. Internet se había caído.
Marqué a Sam pero no contestó el celular, no me asusté, generalmente cuando está en su trabajo tiende a no hacerlo, pero la inquietud no la perdí, llamé al trabajo pero tampoco encontré respuesta, comencé a tener un ataque de ansiedad al saberme solo e incomunicado, que era lo mismo de ser incompetente. Estuve cerca de una hora tratando de pensar en qué hacer, si debería salir para buscar a Sam o esperar a obtener más noticias si se llegan a recuperar las comunicaciones; el primer impulso del hombre moderno es pensar que las catástrofes son algo pasajero, que la sociedad se auto regula y se repara a sí misma en cosa de minutos si es de telecomunicaciones se refiere.
El primer miedo en nuestra sociedad es la incomunicación, comencé a tensarme hasta que decidí salir de casa, por instinto o confianza en que todo estaba bien me tomé mi tiempo para guardar las cosas y arreglarme antes de salir, revisaba el teléfono cada cinco minutos. Salí de casa y caminé lentamente esperando ver alguna reacción de parte de los vecinos que me pudiera tranquilizar, pero de nueva cuenta no veía nada que me calmara, pero tampoco que me inquietara ¿Qué estaba pasando? Acababa de ver al tipo de la tele intentar matarse sin motivo alguno pero pareciera que nada había cambiado. Vi a María, una vecina del edificio frente al nuestro, tenía la mirada fija en su teléfono, al parecer también intentaba que recuperara la vida a base de mirarlo y apretar botones sin sentido, me acerqué a ella solo para confirmar que lo que estaba pasando no era una mala pasada de mi mente o una broma tipo “la guerra de los mundos” de la que yo no estaba enterado. Me acerqué a ella pero antes de decirle algo me espetó.
–¿Tienes idea de lo que está pasando con la maldita red?
Sorprendido por el exceso de familiaridad, tal vez fruto de la desesperación causada por lo que estaba pasando, respondí:
--¿Has visto la televisión?
--Yo no veo tele, pero el jodido teléfono no sirve desde hace más de una hora y tengo que ver unas cosas.
–¿Tienes tele en tu casa?
--Sí ¿Por?
--Ven, pasemos.
No le di tiempo de responder y entré a su casa directo a su sala, ella me siguió entre desconfiada y algo inquieta; encendí el televisor y ahí estaba, la pantalla congelada en stand by, ni siquiera había comerciales , todos los canales tenían la misma señal.
–¿Y?--me dijo.
--Esperaba ver algo diferente, acaba de pasar algo que no sé qué fue.
--¿Qué cosa?
--El tipo de canal once intentó matarse en señal abierta y la del cuatro estaba desesperada llorando.
Se quedó mirándome, aunque más bien juzgándome.
--No tengo tiempo para esto—me dijo en clara intención de invitarme a salir de su casa.
--Te digo que algo no está bien, yo sé lo que vi y que tu pantalla muestre lo mismo lo confirma.
--Si supieras lo que viste no necesitarías confirmación, y yo solo veo una señal de problemas técnicos.
–¿Y Qué me dices de tu teléfono, la señal se perdió al mismo tiempo?
--Posiblemente lo que provocó que se cayera la red causó lo de la tele, hoy día todo está interconectado. No se van a convertir todos en zombis por una señal de radio.
--Voy a buscar a Sam a su trabajo—dije ignorando su comentario—¿Vienes?
No tenía razones para quedarse en casa, así que aceptó y vino conmigo, durante la caminata hacia la estación del tren ella seguía intentando dar vida a su teléfono A medida que caminábamos veíamos que las demás persona estaban en la misma situación que nosotros, de pasada oímos cómo algunos comentaban lo que pasó en la televisión y cómo el tipo se golpeaba con la pluma, María se fue poniendo tensa al ver que no estaba mintiendo cuando dije que vi lo que vi. Intentamos acercarnos a algunos de ellos para ver si tenían más datos que nosotros, pero todos estaban a ciegas, por lo menos una consecuencia de estar aislado no solo es no saber, sino que es imposible que los rumores se difundan con la velocidad acostumbrada, por lo menos tampoco hubo mentiras que desmentir.
Llegamos a la estación del tren y la encontramos abarrotada, al parecer el tren no estaba en funcionamiento—lo que atribuimos a la misma razón.
--Nos quedamos sin opciones ¿Ahora qué?
--Pues tomamos un taxi, no creo que las calles estén cerradas.
Mientras hablábamos escuchamos un grito afuera, como eramos de los últimos en llegar estábamos más cerca de la salida, así que no nos costó nada ver qué era lo que pasaba. Salimos y solo vimos a una jovencita paralizada, parecía que intentaba gritar pero el shock no le permitía, María se acercó a ella a preguntar qué había pasado.
--De... de..--balbuceaba--se fueron todos.
No entenderíamos lo que dijo de no haber mirado alrededor y notar que no había nadie más en una zona que apenas diez minutos antes tenía una cantidad considerable de personas. Dos autos acababan de chocar entre ellos porque sus conductores se habían desvanecido, los puestos comerciales estaban igual, vacíos con las mercancías—incluso comida preparándose—sin tocar.
Tenía que pensar rápido antes de que la gente de abajo viera lo que pasó, tomé a María de la muñeca y la arrastré—ella entrando en pánico—vamonos de aquí—le dije al momento de que la metía en una casa con la puerta abierta. No sé por qué tomé esa desicion, tal vez pensé que a las personas del interior les había pasado lo mismo, mi mente estaba trabajando a marchas forzadas tratando de entender qué pasaba a la vez que intentaba mantener la cordura y arrastraba a María a un lugar del que no sabía si estaría seguro.
Entramos en la casa la que, para sorpresa mía, no estaba vacía, dos personas, un hombre joven de unos veinte años y una niña de no más de diez estaban adentro, no pareció sorprenderles nuestra entrada, pero el tipo se acercó rápidamente hacia nosotros.
--¿Lo vieron?
--¿Qué cosa?--Pregunté--¿Qué fue lo que pasó?
--Fue un destello, como si tomaran una foto con flash desde el cielo, no sé, nomás pasó.
De los fragmentos que nos pudo decir con certeza pudimos deducir primero, que un destello había hecho desaparecer a las personas, pero que solamente a aquellas que estaban a la intemperie, por eso a los que estábamos en el tren, siendo subterráneo, no nos había pasado nada ni a ellos que estaban a la sombra en su casa, tal vez la muchacha que vimos al salir estaba a la sombra o bajo algún techo. De entrada eso me tranquilizó un poco porque sabía que Sam pasaba todo el día encerrada en su trabajo pero, ¿Y si era el Sol? ¿Y si aunque estuviera bajo techo pero en una ventana le pudiera pasar algo? No era imposible, dos autos se habían quedado sin conductor, estaban con techo pero con las ventanas a la luz del Sol. El celular seguía muerto.
--¿Ha vuelto la señal en la televisión?--Pregunté.
El joven la encendió y la pantalla estaba totalmente en blanco, afuera los gritos comenzaban a escucharse; cerramos la puerta y las ventanas para que se viera lo menos posible del interior y, por si acaso, nos alejamos de la luz solar, comenzamos a poner sabanas y cortinas que taparan el sol, dejando una pequeña abertura para tener visión del exterior.
--Hay un ruido.
Notábamos primero como la gente gritaba desesperada, algunos de desesperación, otros voceaban nombres esperando encontrar a personas desaparecidas.
--Hay un ruido—volvió a decir María mientras subía el volumen del televisor.


10 oct 2017

Parte 1

Suena el despertador, no tiene un sonido especial, es simplemente el beep beep normal, mantenía el mismo tono desde hace años por diferentes factores, el primero es la costumbre de saber que ese es el sonido del despertador, el segundo es que es un sonido suficientemente irritante como para obligarlo a uno a despertarse, el tercero, que en realidad resume los dos anteriores, es la pereza de tener que buscar otro.
Comienzo el día como si fuera el último de mi vida, es decir, quejándome de lo que no he hecho con la misma y sin ninguna esperanza de cambiar algo el día de hoy porque no habrá mañana.
--Eres un optimista—Me dice Sam—es un placer estar a tu lado.
Le quito la hoja y la leo.
--Nunca escribí tal cosa.
--”La diferencia que tengo con las personas que se consideran pesimistas o negativas es que con el tiempo he aprendido a tener una opinión tan baja de los seres humanos que ya no me interesa esperar nada de ellos, ni que ellos esperen algo de mí”, ¿También de mí?—dice—“He sido traicionado por amigos y esperando tanto de los demás que ya no espero nada de nadie, lo que me vuelve un optimista a mi modo, una vez me enamoré quise a alguien, nunca supe si ella sintió lo mismo, ahora está muerta, se suicidó, dudo que haya sido por mí”.
--¿Eso es lo que piensas de la vida?--me pregunta incrédula.
--Te juro que yo no escribí eso.
--Es tu letra y estaba en tu escritorio, si no es lo que piensas lo copiaste de algún lugar, y si lo copiaste fue con una intención.
--No recuerdo ni una cosa ni la otra.
--Entonces estabas drogado ¿Te estás drogando de nuevo?
--No lo creo ¿Se puede estar tan drogado que uno no recuerde que se está drogando?
--No le veo la gracia—dice sin separar la mirada del papel.
--Le tomas mucha importancia a una hoja ¿Eso es todo lo que dice?
--”Una vez casi me suicido, estaba en un elevador en el edificio de rectoría y noté que llegaba hasta la azotea, subí por inercia y cuando estuve ahí arriba pensé en lanzarme, no tenía motivo porque siempre he odiado que todo se haga por un motivo, nunca por instinto, solo pensé que debería de aventarme, estuve dos o tres minutos y me fui de ahí cuando recordé que no había desayunado y sería una idiotez morir sin desayunar.”
--¿Eso es todo?
--No, sigue: “?Será fácil matar? No creo que me atreva a hacerlo, pero siento que todos hemos fantasiado con eso más de una vez, dudo que lo que nos lo impida sea nuestra brujula moral, más bien las repercusiones sociales ¿Matariamos si fueramos conscientes de que no nos va a pasar nada? Y si así fuera ¿A quién, elegiríamos entre un dictador o un vecino odioso?”
--Deberías dejar de leer eso.
No respondió pero dejó la hoja de lado, realmente no recuerdo haber escrito eso, pero ultimamente mi memoria está dejando de trabajar, en otro escenario diría que tengo doble personalidad, pero lo único que hago en esos espacios en blanco es escribir, aunque tampoco es que sea una bendición, generalmente son garabatos o reflexiones sin mucho sentido, parece que simplemente soy algo sonámbulo.
–¿En qué piensas?--me pregunta.
--¿Tienes hambre?--replico evasivamente.
Nos conocimos hará cosa de dos años, la historia no es nada especial—es el error común de buscar epopeyas con significado en vidas rutinarias—amigos de amigos y una cosa llevó a otra y henos aquí. Nunca le he preguntado si mis episodios de sonámbulo se han dado en su presencia, pero si no ha dicho nada posiblemente la respuesta sea negativa.
Salimos de casa, llevábamos cerca de seis meses que nos habíamos mudado juntos. Digo todo esto para entrar en contexto con lo que es mi vida, tengo treinta y tres años y no había llegado a nada en mi vida, ella lo sabía y lo aceptaba porque tampoco es que fuera una prodigio de éxito; hombre mediocre para mujer mediocre a la larga hacen una personada medianamente normal. Como casi todo los de mi edad soñaba con ser escritor pero no he pasado de dos páginas y cientos de ideas de cómo sería la película de mi obra maestra mientras veo televisión y solo miro la computadora para masturbarme de vez en cuando.
Y vaya que tenía ideas buenas, pero carente de disciplina era lo mismo que no tener ninguna, detestaba los dramas, mi interés era la ciencia ficción, pero a lo largo de mi vida se volvió una sensación estresante ver que todas las ideas que tenía de alguna forma alguien más la llevaba a cabo. Compensaba mi ausencia de producción trabajando como redactor de una revista digital de cosas curiosas, era una tendencia de moda, a las personas ya no les interesa la información, todo eran tops, algo bastante fácil de hacer, la formula consistía en ver algo, lo que sea, literalmente lo que sea y luego tomar cualquier parte de ese algo e inventar una lista para ese algo. Por ejemplo, escribir en una hoja de word y a partir de ahí hacer una lista de los siete procesadores de texto más famosos, luego, mañana, hacer una con los siete procesadores de texto menos famosos, pasado mañana sobre las siete mejores plantillas de word y luego las siete peores plantillas de word, así agotamos el recursos y la semana siguiente se repite con excel, nadie lo nota, simplemente son clicks y el trabajo está hecho.
No es que sea el mejor trabajo del mundo, honestamente preferiría hacer noticias falsas, pero no satíricas, sino estar a sueldo del gobierno ruso y desestabilizar al gobierno, difama que algo quedará, ese es el dicho y sería un trabajo realmente divertido.
Sam—Así se llama ella—trabajaba en una editorial local, su trabajo era peor que el mío, pues tenía que leer espantosas obras de autores arrogantes y auto financiados “prefiero que no escribas nada a que termines como ellos” me decía cada que llegaba con un manuscrito. Era una tendencia natural en los que se sentían escritores, una vez que tenías una obra publicada querías andar por el mundo presumiendo que lo habías hecho y aprovechabas cada instante para hablar de tu superioridad intelectual porque no pocos son publicado, lo que no contaban es que generalmente ellos pagaban la impresión, ilusionados con que una vez que llegue a más manos su verdadero talento sería reconocido. La gran mayoría terminaba pagando stands en ferias de libro para auto promocionarse—los más discretos le pagaban a alguien que lo hiciera para no verse tan obvio. Al final tiraban la toalla y regresaban a sus oscuras vidas, había unos pocos necios que lo volvían a intentar, pero los resultados eran los mismos y se encerraban en que el mundo no reconocía su talento.
Así transcurrían los día para ambos, sin embargo, algo pasó entre ambos que no puedo entender.