23 ago 2014

Sexta Temporada: ideas dispersas (1)

Hace unos días tuve fiebre napoleónica y me puse a leer todo el material que tenía sobre ese periodo, así que durante aproximadamente poco más de un mes leí desde historias, novelas y crónicas sobre Bonaparte para cuando terminé ya no sabía qué  hacer.
    El primer impulso fue el de seguir cronológicamente el periodo siguiente, pero es ahí donde la puerca tuerce el rabo y cae uno en la amarga realidad de que son abundantes las lagunas históricas que a veces uno se brinca periodos con sólo datos generales para dar el salto a los periodos más relevantes, así, me di cuenta de que entre el Congreso de Viena a la Revolución Rusa, solo tengo una amplia bibliografía plagada de generalidades.
    Obviamente, dentro de esas generalidades, la más grave es sin duda la Primera Guerra Mundial. Por experiencia me he dado cuenta que cuando uno se acerca a ese periodo, casi siempre es como telón de fondo a la Revolución Rusa o al ascenso del Nazismo. Opacada por la polarización ideológica de la Segunda Guerra Mundial, la “Gran Guerra” a veces es pintada como un conflicto anacrónico entre potencias coloniales, una lucha por el control de los mercados y por la repartición de un mundo en el que ya quedaba poco por repartir.
    Algo que me extraña es que siempre se habla de que en esa guerra desaparecieron cuatro imperios, el Inglés, el Otomano,el Alemán y el Austro-Húngaro, dejando de lado el caso Ruso que, si nos atenemos a las consecuencias, fue el que tendrá más repercusiones porque pasará a ser sustituido por otro de proporciones colosales.
    Hace unas semanas en el History Channel pasaron una miniserie llamada “Guerras Mundiales” que se presentaba como una historia de los dos mayores conflictos del siglo XX. Sin embargo, pasó como pasa en la producción reciente de esa cadena, el titulo solo era un engaño para, como siempre, solo hablar de la Segunda Guerra y la primera sólo como contexto para la aparición de los caudillos del 39. Recientemente se puso en boga las reseñas y artículos con motivo de los cien años del inicio del conflicto, la mayoría hacía énfasis en que fue un conflicto que e pudo haber evitado, es un vicio natural de los intelectuales jugar a cómo lo que pasó pudo no haber pasado, en realidad cualquier coyuntura de la sociedad, vista a distancia, pudo haberse evitado haciendo tal o cual cosa, esto siempre dentro de un cuadro de los acontecimientos a los que los personajes de la época no tenían acceso, como cuando varios años después recuerdas una relación fracasada o  una mala desición de tu vida, la cual ahora sabes que pudiste tener otra alternativa, pero obviamente en su momento vivías según las circunstancias a tu alrededor.
    La Primera Guerra Mundial se pudo haber evitado, sí, pero no se evitó y ese es el dato duro, de todas formas, la última guerra era una guerra inminente; luego de que todos nos dicen que pudo no pasar, hay otra pléyade de historiadores que se empeñan en decirnos que de una u o otra forma iba a suceder porque los ánimos estaban demasiado caldeados como para no derivar en otro resultado.
    Interesantemente, el paralelismo que los pacifistas del pasado se empeñan en establecer es que la Europa de 2014 se encuentra en una deriva similar a la de hace cien años, con una crisis financiera desgastante que abre la puerta a viejos nacionalismos y discursos populistas (hoy día los españoles, con la aparición de Podemos no paran de definir “populismo” en miles de acepciones), xenofobias y críticas al sistema capitalista...
    Aquí viene la ironía, dentro de un rebelde discurso contra el capitalismo depredador no se deja entrever que es precisamente la ideologìa capitalista la que en estos momentos sirve de muro de contención para conflagraciones continentales, tristemente, los mismos motivos por los que los críticos dicen que se hacen las guerras en otros países, son los mismos por los que no se llevan a cabo entre potencias, eso sí, el colapso del capitalismo desregulado fue el detonante del crack del 29 y del surgimiento de los caudillos que hicieron renacer viejas rencillas históricas y culturales, Podemos, el Frente Nacional, el Partido de la Libertad, Aurora Dorada, populismos xenófobos que temen al mundo global, pero que temen aùn más a la victoria del multiculturalismo, como si las cuestiones raciales tuvieran alguna injerencia en las leyes del mercado. Es irónico como denuncian la decadente cultura occidental utilizando todos los aparatos y tecnologías creados por esta misma decadencia.
    La Primera Guerra Mundial pudo ser evitada, dicen algunos, era inminente, dicen otros, pasó y punto, decimos algunos, eso es lo que es y lo que seguirá siendo a pesar de concienzudos análisis.
    El resto es historia.

12 ago 2014

Sexta temporada: Jamas, nunca Hamas.

Las últimas semanas han sido bastante vertiginosas para un mundo que aún así se resiste a cambiar. Lamentablemente esta consecución de acontecimientos choca con nuestra limitada capacidad de retención, y cuando estamos tomando conciencia de un acontecimiento, repentinamente sucede otro que desestabiliza nuestra atención y confunde nuestro modo de ver las cosas.
Si no son 200 niñas secuestradas en Nigeria es un avión estrellado en Ucrania, o es el Estado Islámico, o es un bombardeo en Gaza o es el default argentino...
Si soy sincero en esto último, me gusta ver en aprietos al gobierno de CFK para reiterar  que “el modelo” es fallido, sin embargo, este tema de los fondos buitre, sobrepasa cualquier comprensión, Argentina tiene razón como víctima y la esencia más degradante del capitalismo depredador solo provoca más simpatías hacia la alternativa populista.
Pero esa no es mi idea, desde que comenzó el conflicto de Gaza ocurre el mismo fenómeno que se da cada que hay algo en esa región. Por alguna razón más allá de la comprensión humana, el antisemitismo se hace presente de la forma más estúpida posible a la vez que un discurso sionista del otro lado no hace más que levantar antipatías hacia Israel.
Porque ese es el detalle, el ciudadano de a pie (ese que postea memes y usa hashtag) no puede distinguir entre un judío y el Estado de Israel, así como estos no pueden distinguir entre un civil palestino y un miliciano de Hamas.
Causó revuelo en EEUU el manifiesto firmado por varios artistas españoles, pero con especial interés en las figuras  de Penelope Cruz y Javier Bardem, los cuales fueron acusado, precisamente, de antisemitas, y ese es el problema, hace algunos años Günter Grass fue fuertemente criticado por un poema en el que acusa a Israel, y se le dio el mismo tratamiento de antisemita cuando precisamente él se refería a una especie de temor entre los intelectuales al ser tildados de antisemitas por criticar las acciones del Estado de Israel (la misma lógica del que piensa que un taxista norteamericano es el que invade medio mundo por petroleo).
Israel es un Estado fallido desde el comienzo porque su base fundacional es la argumentación de que Dios otorgó esa tierra, sin importar quién estuviera ya ocupandola y se sostiene en la creencia de que como la ONU se las regaló, es suya por derecho.
En una guerra asimétrica donde la rabia de los desposeídos se hace presente contra el gigante Goliat la comunidad internacional pide el cese al fuego sin ofrecer solución alguna, porque para Hamas como para el Estado de Israel la única solución es la aniquilación del otro. Sin embargo, tildar de antisemita a todo aquel que critique las acciones de Netanyahu me parece si no estúpido, sí de una irresponsabilidad importante al no poder diferenciar un pueblo y una fe de un gobierno (la misma lógica de decir que todos los católicos son ignorantes y todos los curas pederastas).
Señores, aunque un gobierno esté legitimado por las urnas, sus acciones no tienen que ser precisamente aprobadas por su población, mucho menos blindadas ante cualquier intención de crítica donde se recurre argumento barato de ponerle a uno un bigote  de Chaplin y cerrar la discusión.
Pero ojo, Hamas no es ni de lejos una perita en dulce, es propiamente dicho una organización terrorista que también asola a la población civil israelí con bombardeos regulares, porque Hamas sí es una organización antisemita que declara en su carta fundacional:
Nuestra lucha contra los judíos es muy grande y muy seria. Exige todos los esfuerzos sinceros. Es un paso al que inevitablemente habrán de seguir otros. El Movimiento no es más que un escuadrón que debe ser apoyado por más y más escuadrones de este vasto mundo árabe e islámico, hasta que el enemigo sea vencido y se realice la victoria de Alá.
así, hasta que no terminen aniquilandose entre los dos, en conflicto de Medio Oriente se resume en gente matándose en nombre de la misericordia del mismo Dios.
El resto es historia.

8 ago 2014

Sexta temporada: Piramide.

comienzo con una cita de Stefan Zweig:
“hombres singulares que surgen a la superficie en todas las transformaciones mundiales, uno de esos seres puros, idealistas y creyentes, que suelen causar con su fe más mal y derramar más sangre con su idealismo, que los más brutales políticos y los más feroces tiranos. Siempre será precisamente el hombre puro, religioso, extático, el reformador, quien, con la intención más noble darà motivo para asesinatos y desgracias que él mismo detesta.”

¿A qué me refiero con esto? Uno de los temas que más me fascinan es esa lógica del pensamiento único y cómo este cambia dependiendo de las circunstancias (un fenómeno extraño sobre todo cuando hablamos de algo como “pensamiento único”). Pero más allá del discurso político de los que quieren alienar la realidad para mantener a la población dentro de un discurso utopista, están los seguidores, esos hijos del pensamiento único que simplemente se limitan a cambiar de la noche a la mañana sus esquemas mentales a la  nueva realidad que les enseñan sus dirigentes.
La pureza ideológica de lo que fue alguna vez el chavismo desde sus raíces, un programa ideológico-económico basado en principios utopistas (y por definición irrealizables) de redistribución de la riqueza a base de un ferreo control sobre la economía derivado de una acción política encaminada a la defensa de lo que se llama Socialismo del siglo XXI.
Independientemente de lo que haya opinado de Hugo Chávez, e independientemente de mis filias y fobias en torno a los regímenes unipersonales y autoritarios, su muerte dejó una fractura dentro de la misma estructura creada por él (y en su mesianismo, diseñada para que dejara de funcionar sin su figura). Si bien, desde el año pasado se sabía de una división dentro del PSUV entre los defensores de las decisiones (erradas o acertadas) de Chávez, una de las cuales consistía en la fidelidad a Nicolás Maduro; y otra, la de los llamados boliburgueses (la burguesía que se creó a expensas del bolivarianismo), presentada por la derecha chavista en manos de Diosdado Cabello.
Aunque de eso ya no se supo, aparentemente por un acuerdo entre ambas partes bajo la lógica de que una confrontación sólo fortalecería a la oposición. Las recientes protestas que desde febrero han pasado a ser un dolor de cabeza para el gobierno, el cual tuvo que recurrir a medidas tan populares como desastrosas a corto, mediano y largo plazo que es la intervención de todos los comercios para obligarlos a dar determinado precio a sus productos, reduciendo el margen de ganancia de estos y, por lo tanto, de inversión y abastecimiento.
La situación crítica ha obligado al gobierno de Maduro a tomar algunas medidas que, dentro de los “puros” del partido, pueden ser tildadas de contrarrevolucionarias, en concordancia con aquella frase de Camile Desmoulins de que los jacobinos, cuando son ministros, dejan de ser ministros jacobinos.
He pasado algunos días revisando los llamados artículos de opinión en una página web identificada con el oficialism que es aporrea.org, le he dado especial interés  a este medio porque aglutina el lado más dogmático de proceso revolucionario venezolano  a la par que es también un lugar que está siendo utilizado como trinchera ideológica por parte de una oposición interna que ataca las políticas del gobierno por considerarlas contrarias al legado de Chávez, cayendo en la disyuntiva de criticar al delfín designado por el Comandante, lo que implicaría que criticar a Maduro también es criticar el juicio de Chávez al elegirlo como sucesor.
Los más críticos (“la izquierda trasnochada” como la llama el gobierno) acusan a Maduro de pactismo con la burguesía y de detener el avance de la revolución, Maduro revira y los acusa de deslealtad a él y por ende a Chávez. Por el otro  lado la oposición está en un dilema similar donde los más radicales (Leopoldo López y María Corina Machado) acusan a otros miembros de la MUD de pactar con el gobierno y el ala moderada (Capriles y Arreaza) les piden moderación y una via institucional al asunto. Venezuela está tomando el mismo cariz de Rusia donde la lealtad a Lenin era más importante que la acción misma. Sin embargo, Venezuela vive en un ambiente hostil donde la oposición no puede ser fácilmente callada (ese fue el logro político de Chávez, al darle voz a la oposición no podía ser llamado dictador ni nada parecido), sin embargo, es paulatino el desmoronamiento institucional de un estado donde los niveles de vida se están derrumbando, con un cuasi bloqueo comercial, desabastecimiento, violencia y, algo impensable para el “presidente obrero”: huelgas en las fábricas. Todo, obviamente, culpa de una ultraderecha golpista que busca la caída del gobierno del pueblo.
En el reciente congreso del PSUV, se llegó con muchas propuestas para salvar la revolución languideciente, pero se impuso la línea pragmática, algo bastante razonable de no ser porque precisamente es el antipragmátismo la línea activa que tuvo el chavismo.
Hace unos años, en Montevideo conviví con una venezolana que me decía reiterativamente que Chávez  es lo peor que le había  pasado a la izquierda latinoamericana, ya que la había convertido en una caricatura de un pensamiento necesario en una región llena de desigualdades. Convirtió a la izquierda no en una opción propositiva,  sino en una formación que solo atina a agitar fantasmas (aunque muchos de ellos hace no mucho fueron parte de dicha corte espectral).
No me atrevo a pensar que Maduro debería de caer, en mi psique la  idea de un golpe de Estado es inconcebible, por más decadente que sea este, pero a la vez Maduro es un peligro más grande que Chávez a la democracia, y quedarse sentados y dejar hacer tampoco es una opción (en otros tiempos, los moderados dejaron gobernar a Hitler y a Lenin argumentando que al dejarlos solos no iban a ser capaces de enfrentar la realidad y el pueblo los iba a obligar a dimitir...). La oposición al interior del gobierno venezolano, si bien es la radical, las posturas de Maduro de aferrarse al poder y acusar a decenas de chavistas disidentes de enemigos de la revolución está provocando una polarización más acentuada y abriendo más frentes al gobierno de los que puede sostener, sobre todo cuando es la disyuntiva de que escuchar a un bando es negar al otro y, sea cual sea la opción, acarreará consecuencias desastrosas.
Ironías de la vida  que mientras en México la izquierda reniega de los gasolinazos, en Venezuela se esté por tomar la decisión de una subida de combustible ante la desesperada y precaria situación que han provocado los subsidio a éste.
El resto es historia.