1 feb 2010

Mungdo Cogtazá: Las pesadillas de Murakami


"Pero, en este mundo, nada hay tan cruel como la desolación de no desear nada"

No entendía la razón de por qué, precisamente, esta frase era la única que estaba marcada en todo el libro, después de terminarlo, puedo entenderlo más claramente. El texto se puede resumir con una sola frase (parafraseando a Kundera): la insoportable desolación del no entender lo que todos entienden.
Partiendo de la lógica interna de la historia, quien leyera este libro (no la obra, sino explícitamente “este” libro en físico) se topará con esta frase, y pasados algunos días entenderá que estaba ahí por una razón, razón que quién la subrayó no entendía, sino que simplemente lo hizo. así pasa con los mensajes más allá del entendimiento, nosotros los creamos para que otros los entiendan.
El meollo de todo el libro son dos ideas, el miedo y el deseo, miedo a no desear o miedo a desear lo que no existe, desear lo que da miedo y desear no tener miedo.
Francamente llegué a Murakami más por fuerza que por un verdadero deseo. Es extraño no sentir cierta compatibilidad con el protagonista (en otras obras sería un gesto de arrogancia de quien escribe, pero en este caso no es ningún honor parecerte a Tooru Okada) partiendo principalmente de una situación del protagonista de no entender la lógica del mundo en el que está viviendo.  De la noche a la mañana, después de que en mi vida jamás había escuchado de él, me entero que Murakami está en todos lados, todos mis conocidos lo conocen y lo admiran (aun cuando hasta hace poco jamás lo habían nombrado frente a mí) es publicado por tres editoriales diferentes (aun cuando son de las que más recurro y nunca había visto libros de él). Pareciera como si mi mundo tuviera un orden, y repentinamente alguien lo metiera de último momento a mi universo y ahora yo era el único que no lo conocía o entendía qué era. La sensación es extraña, sobre todo porque en un escenario normal entendería el asunto, más no cuando el protagonista está sufriendo el mismo aspecto. En pocas palabras ¿quién carajo era Haruki Murakami y por qué de repente yo era el único ajeno a su influjo? No tengo idea aun de por qué precisamente en este momento de mi vida lo conocí, pero creo que en otra fecha no habría entendido nada del libro.
El texto en cuestión es la crónica del pájaro que da cuerda al mundo y, aunque no se entienda, el titulo no puede ser más claro.
La historia es realmente básica, un hombre sin muchas aspiraciones a pasado y futuro sufre un cambio repentino y su mundo cambia. Pero ¿eso fue malo? No es suficientemente decir que todo se vuelve malo, porque no es así, al contrario, desde una perspectiva personal (o sea mía) el mundo del personaje mejora notablemente en comparación a la situación inicial. Una vida mediocre y sin futuro toma sentido por un bien mayor  y aparecen gente buena y amable a su alrededor que paulatinamente va alejando o rechazando (Malta, Creta, May, Nutmeg) por un irrefrenable deseo de regresar al un status quo de mediocridad y traición que se empeña en alejarse de él (Noboru, Kumiko). ¿Por qué esa necesidad de resguardarse en el desastre cuando el futuro toca la puerta? La historia es la historia humana en la que no entendemos cuando el mundo mejora y, por miedo a reconocer lo que se acerca, decidimos mejor empeñarnos en regresar al mundo donde no nos va bien, pero es el que conocemos. La eterna filosofía del “más vale malo por conocido…”
Las pequeñas historias al final terminan entrelazadas no por una fuerza cósmica, sino porque invariablemente las cosas se entrelazan cuando tiene qué pasar, el pájaro que da cuerda, como dedo acusador mira el espectáculo en todas las épocas y situaciones de la desgracia humana porque en él no está la capacidad de acción; pero los nombres cambian, y el pájaro decide tener un huésped, entrar en un ser humano y a partir de ahí volver a darle orden al mundo en caos. Sin embargo, este humano, inconsciente de su  nueva condición, rechaza el don y lo convierte en maldición.
¿Fue todo un sueño? ¿de dónde salen todas esas personas? En realidad el protagonista se debate en dos mundos, uno que se empeña en salvarlo (el bueno) y otro en el que él se empeña en salvar (el malo). Sin embargo no entiende que son mundos diferentes, racionalmente incompatibles y creados para luchar entre ellos: nadie que salve puede ser salvado y viceversa, nadie que sea salvado tiene la capacidad de salvar. Cuando se toma una decisión la otra es sacrificada, pero para el pájaro que da cuerda al mundo la capacidad de ser salvado es nula, porque su función es restablecer el orden y ya.
En algunos momentos me recuerda a las novelas de Bret Easton Ellis, en la que, para el momento clímax la distorsión entre realidad y una completa fantasía queda debatiéndose entre esa línea. Para el protagonista los sueños son el puente, el único fragmento racional que los une entre ambos mundos. La pesadilla en la que vive tiene una salvación que no entiende, la frágil y picara figura de May Kasahara lucha contra su antítesis Noboru que es el espectro del mal que, consciente de su condición de “malo de la película” prefiere, en lugar de luchar contra Tooru, alejarse, dejándolo a su suerte como un don de tolerancia en el que entiende que, en lugar de morir los dos, coexistan cada uno en su mundo, en escencia, Noboru sabe que pertenece a un mundo donde nada puede moverse, donde todos tenemos un nombre y que, a diferencia del mundo “bueno” que se le presenta a Tooru en el que cada uno puede ser quién sea (razón que explica por qué todos los personajes “buenos” se inventan sus nombres) es un mundo al que no puede pertenecer, él no se empeña en destruir a Tooru, sino en alejarse de él y de todo lo que representa, pero Tooru se empeña en destruirlo intercambiando el orden de las cosas por regresar a su pasado sin futuro. La secuencia final puede causar dudas, pero tiene una respuesta, no fue ningún sueño al comienzo y después lo fue ¿cómo pasa? Fácil, uno puede hacer algo, pero siempre tiene una salvación, el grito desesperado de ayuda en la que decide cambiar todo el plano cósmico, cuando el protagonista decide abandonar su misión salvadora y futuro con sentido rompe el hechizo, ahora es capaz de ser salvado y transmite ese deseo a la única persona que lo puede salvar: una adolescente que fabrica pelucas, la que en una especie de ceremonia de iniciación encierra la realidad en un sueño y transforma el universo para que no haya responsables del crimen, salvando a Tooru y regresándolo a su estado inicial, una soledad total en la que se queda solo, pero ahora es posible ser salvado, mediocre, sin futuro, esperando a que su esposa salga de prisión, pero feliz porque existe una persona capaz de cuidar de uno, con una filosofía así, es matemáticamente imposible que uno no sienta empatía y familiaridad con las decisiones y el destino de Tooru Okada.
La fuerza de la obra radica en arquetipos universales, es decir, Murakami cuenta más de lo mismo, y ahí, en  esa falta de originalidad radica la total originalidad, porque se adentra en todos los miedos comunes y tantos particulares que invariablemente terminas relacionando las situaciones, es constante la reacción que uno tiene al leer y decir “yo haría eso” o “yo reaccionaría igual” en eso radica la fuerza y su popularidad, en que todos los que lo leemos sentimos que está escrito para nosotros.
Aun no sé por qué no conocía nada de él, pero es fácil tratar de averiguarlo, es cuestión de irse a dormir y permitir que sean mis pesadillas las que me den la respuesta, no yo. El resto es historia.

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