27 abr 2011

El Oscuro Pasajero: Hablando de bodas reales


Son muchas cosas las que he visto en el curso de mi vida, pero no es por habilidad o suerte, sino porque formo parte de una generación que nació en una coyuntura en la que el tiempo se mantiene inmutable, estático, donde las figuras emblemáticas no se habían movido durante años y de cierta forma uno crece implícitamente creyendo que de alguna forma van a quedarse un rato mas.
            Los ejemplos más claros los tengo con Juan Pablo II y Fidel Castro, esos dos polos bonachones que uno, por nacer cuando ya estaban ahí y crecer cuando seguían ahí, pensó que su permanencia en el poder era inherente a la misma naturaleza del cargo y la posible desaparición del régimen que representan una vez que estos se fueran.
            Del Papa pues el buen don Bene demostró que papas viene  y papas se van (ok, fue error de todos creer que justo en nuestra generación es cuando las cosas van a cambiar), pero creo que todas las generaciones crecen estando seguras que el sistema termina con ellos, y de cierta forma sí, pero termina para iniciar uno relativamente similar con algo de barniz.
            En Cuba entre que se va a renovar el PCU con la definitiva salida de Castro a su dirigencia, dirán, pero está Raúl y yo diré, Raúl no es Fidel como Steven Baldwin no es Alec. Eso no es lo que me interesa en realidad, sino ver caras nuevas, caras que nunca asociaste a tales cargos o que ya habías dado por sentado que nunca estarían ahí.
            El principal ejemplo para mí es el Príncipe Carlos, en realidad desde hace años me he mantenido seguro de que este heredero morirá sin probar las delicias del poder absoluto de un monarca, claro, si no estuviera consciente de que la monarquía inglesa tiene menos prerrogativas que el parlamento Venezolano. Pero aún así, creo que a cualquiera le gusta que en su momento le digan que es el rey de algo.
He visto muchas cosas; el fin del imperio del PRI, la elección de un Papa, la salida de Castro, el fin de Saddam, un accidente nuclear, tomas de rehenes, terremotos devastadores y tsunamis; lo de Oriente Medio no aplica porque en realidad no era muy consciente de los gobernantes mediorientales  de esa zona, aparte de Gadafi  o Mubarak no sabía que todos llevaban tanto tiempo ahí. Y el fin del comunismo ta, era un niño, estaba más para las caricaturas como para engalanarme con una supuesta consciencia de mi entorno a los 5 años.
            Lo que no he visto en la muerte de un rey, rey occidental claro, no algún emir o sultán. Sino un monarca de esos que en realidad no son monarcas de nada sino solo símbolos de cohesión social. No estoy siquiera seguro de cuál es el procedimiento actual para cuando se muere un rey y es coronado otro. No es una duda gratuita, sino que en un mundo visual consolidado más por símbolos que por palabras, el protocolo real es un elemento en el que tienen que estar todos los elementos de los gobernados para que no haya sentimiento de exclusión, pero al mismo tiempo representar la clara diferencia que existe entre los monarcas y los súbditos, ¿por qué? Porque una vez llegada la idea de la soberanía popular el monarca ha desaparecido como autorizado por Dios, ahora es el pueblo el que le otorga el gobierno, por eso mismo tiene que demostrar su magnificencia al pueblo para que el pueblo no cuestione tal imperio.
            La costumbre real de la coronación como todos saben proviene de la navidad del año 800 en que León III le coloca la corona. Los cronistas recuerdan la ira de Carlomagno ante tal pretensión papal de soberanía sobre el Emperador, pero luego del furor reconoció los usos políticos que podría haber de un matrimonio entre la corona y el altar, estamos ante el inicio de la teoría de las dos espadas, de las testas coronadas.
            Anteriormente en la Europa de la decadencia Romana y las invasiones barbarás los monarcas se movían de la forma tribal, en la que un gran guerrero era electo por los miembros de su tribu como líder, al morir se elegía otro y ya.  Los emperadores romanos, al permitir las uniones dinásticas con los principales líderes de las tribus bien pudieron impregnar a los barbaros de sus costumbres, los romanos tampoco eran monárquicos, no hay que asociar el imperio romano con la monarquía, ya que la monarquía es hereditaria por costumbre, el imperio era selectivo, debido a que no hay nada que te ligue de manera simbólica a una figura o familia (como sí pasa en la monarquía), un día tu hijo era el heredero del imperio y al otro la guardia pretoriana te mataba y elegía a un general.  Con el advenimiento del cristianismo las cosas cambiaron, al tener la monarquía hereditaria como principal función simbólica (Dios es el rey incuestionable y Jesús el heredero de trono), para algunos reyezuelos sirvió tener a su disposición una fe que les sirviera primero por su sencillez y facilidad de dispersión y en segunda, porque les otorga bendición divina a su autoridad, convirtiendo cualquier oposición civil en una afrenta al mismo Dios (Rom 13:1). El desmembramiento del imperio y la pérdida de la autoridad real (más no su legitimidad) hacía que la fe necesitara de una autoridad fuerte para mantenerse y la autoridad de una fe cohesionada para legitimizarse. El matrimonio entre Carlomagno y la Iglesia de Roma selló definitivamente esa alianza otorgando al papa tácitamente (y sin autorización o ratificación alguna) el derecho de seleccionar a los gobernantes, ya que si estos existen con el permiso de Dios y Dios tiene un representante en la tierra, es lógico que el representante en la tierra sea el encargado de engorro trámite de seleccionar quién tiene permiso de Dios para reinar sobre la cristiandad.
            En su momento la ceremonia de la coronación tenía cierta lógica secular, en el Imperio Bizantino antes de coronar al monarca el patriarca de Constantinopla mostraba la corona al pueblo para pedir su autorización, cuando éste contestaba “es digno de ella” se procedía a la consagración del Emperador. Con el paso de los años la vena secular de la coronación cedió a la autoridad únicamente de Dios, alejando así a la nobleza del pueblo (durante Roma cualquier botijita podía ser Emperador, durante la Edad Media solo aquellos con título de nobleza tenían derecho a gobernar). Lutero, aunque no tanto, abrió la puerta más que a la secularización, a pensar en occidente fuera de Roma. Enrique VIII, más por berrinche que por razón de Estado separa a Inglaterra del catolicismo convirtiéndose en el jefe de la Iglesia Anglicana.
            ¿A qué viene todo esto? A lo del inicio, durante mi vida he leído de tantos reyes, emperadores, soberanos, testas coronadas en todos lados que nunca  he visto como hoy, en pleno siglo XXI seria una coronación cuando los elementos tradicionales de una monarquía están o desaparecidos o en crisis de legitimidad. Me pregunto en qué se sostendría la permanencia de un rey.  No es en la religión, tampoco la ignorancia, tampoco el sentido de pertenencia; no sé qué es, tal vez la costumbre, pero ¿Por qué esa costumbre y no otras? ¿Cuál es el elemento que permite la existencia actual de la monarquía?
            No les deseo mal, pero para satisfacer el morbo me gustaría que se murieran o la Reina Isabel o el Rey Juan Carlos. Solo para ver el vacio dinástico, solo para que digan el rey ha muerto que viva el rey, solo para ver a los comunistas menos familia real, más gasto social; así, mientras el William en un arranque de fetiche incestuoso trata de que todo en la Kate se parezca a Diana (fuck in the bethroom, William se le montará a la ahora futura reina y le gritará  “call me dodi! Ho is your dodi?!”)
            En fin, es cosa de esperar a que los años pasen factura, de todas formas veré la boda real, nunca pasa de que algún desequilibrado con una bomba ande en la vuelta… el resto es historia.

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