21 jul 2010

Mundo Cogtazá: Good to be God.


Cuando vienen mal dadas, lo sabes. Sabes que vienen mal dadas cuando llamas por teléfono y nadie te devuelve la llamada. Sabes que vienen mal dadas cuando vuelves a casa, han echado la puerta abajo, lo único que se han llevado es el cerrojo y el ladrón ha dejado una nota instándote “a ver si espabilas”.
            La cosa no tiene ninguna gracia cuando es a ti q quien le sucede.
            Intenté ser una persona honrada. Lo intenté durante mucho tiempo. De verdad que lo intenté, pero no funcionó…

El mundo de la literatura es uno de los campos más combatidos dentro de sus filas, debido a que existe una tendencia social a la masificación de esta y a su degeneración en pos de un interés monetario.
            Sin embargo, como en todo, las excepciones existen.
            En sí, lo que comenzó hace unos meses con Crónica del pájaro que dio cuerda al mundo, de  Haruki Murakami, siguió con Trainspotting de Irvine Welsh cierra con este que tengo en mis manos.
            He dicho en otras ocasiones que existen libros que te escogen, porque si tú los escoges, es posible que te gusten, pero hasta ahí; pero, si ellos te escogen, el paradigma cambia, ya que ellos deciden que los debes de leer en cierto momento de tu vida para comprender a plenitud su esencia, no antes, ni después, sino en ese momento.
            Anteriormente tuve en mis manos No apto para estúpidos, una colección de cuentos de Fischer de los que uno no puede evitar sentirse identificado, pero una novela siempre lleva al autor a contextos diferentes, ya que dispone del tiempo suficiente para que el protagonista pueda elaborar todas las reflexiones pertinentes sobre el arte de vivir.
            Oficialmente puedo decir que Quien fuera Dios cierra una trilogía de “¿quieres entender a Benjamín y su forma de vivir? Lee esto”. En otros momentos más ambiciosos ese lugar lo tenían El Club Dumas de Pérez-Reverte, Psicópata Americano de Easton Ellis y Rojo y Negro de Stendhal, sin embargo, por la fuerza de los hechos, los intereses y modos de vida han cambiado. "Bueno para ser Dios" es el titulo en inglés, una afirmación, en español "Quien fuera Dios" un deseo, una aspiración. no sé cuál es mejor en este caso.
            ¿Por qué cambiaron mis libros definitorios? Porque simplemente hace seis años era otra persona. la cosa es fácil, de haber leído a Fischer hace 6 años no lo habría entendido, tanto como la total indiferencia que sentí al ver Trainspotting ya que mis aspiraciones o modos de vivir no encajaban con los protagonistas.
            La tesis de Fischer se basa en un principio que ha hecho mucho eco en mi cabeza estos meses y, precisamente, fue un concepto/duda que adopté de la persona que me acercó a Fischer. Quien fuera Dios se puede resumir en una simple duda que atormenta al protagonista durante toda la novela: ¿Por qué a la gente buena le va mal y a la gente mala le va bien?
            La interrogante constante de tratar de entender por qué a la gente que se ha movido de la mejor forma todo les sale mal, mientras que los hijos de puta alrededor se bañan en éxito, ante esta coyuntura solo existen dos alternativas: seguir cómo se está y mantener la dignidad, o cambiar de bando y rodearse con los grandes.
            El protagonista en cuestión es Tyndale Corbett, un inglés fracasado que a sus  cuarenta años está en ninguna parte, pero por un azar del destino viaja a Miami para sustituir a un amigo a una convención de vendedores de cosas. Usando el crédito de la empresa se hospeda en un hotel de lujo, come bien y se compra ropa en lo que dura la convención para llegar a una verdad absoluta: Le gusta ese tipo de vida, lo que lo orilla a plantearse un plan para extender esa forma de vivir, así que toma la decisión más racional que podría tomar una persona sin nada que perder ni ofrecer: fundar una religión y autoproclamarse Dios.
            Pero el camino a la divinidad no es fácil, para eso nuestro protagonista necesitará realizar un milagro sorprendente a la vez que trata de “ayudar” a los miembros de la reducida parroquia del Cristo Fuertemente Armado, todos ellos de la misma calidad moral del protagonista, una fe hecha a la medida.
            En una Miami (últimamente Miami parece ser el centro de EEUU como antes lo fue Los Ángeles) sin mucho chiste, calurosa y con muchos templos, Corbett se mueve entre la intrascendencia y el deseo de forrarse de dinero. Tratando de hacer buenas obras porque simplemente no soporta que a la gente buena le pasen cosas malas; los ayuda, a su modo, pero finalmente tratar si no de estafar a la gente, ganarse la santidad haciendo ayudas que no son recompensadas, pero en lugar de quejarse de la ingratitud, aumenta su ayuda para embarrarles que él no es como ellos, que ayuda por ayudar y solo quiere estafar a la gente que no necesita ayuda.
            Sin duda las críticas que ha tenido Fischer son ciertas: es un narrador nato que puede describir la mierda sin dejar de poner los pies al borde del abismo.
            ¿Un libro fundamental? Pues no sé, eso depende de la idea que ustedes tengan de la vida.
            El resto es Historia.

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