16 mar 2010

Mundo Cogtazá: Tokio Blues

Ella había sido una mujer excepcional. Alguien hubiera debido salvarla
p. 281


me siento y tomo un trago de Cutty Sark (un placer gustoso heredaro del autor), pienso en las palabras con las que escribiré el texto y claudico cuando las tengo precisamente en la mente...
en un momento de la novela el protagonista tiene un dialogo con un anciano desauciado acerca del teatro griego que no es grauito para el universo del autor; la charla versa alrededor de Euripides.
este autor (Euripides), segun Murakami, Euripides tenía una formula, lo que parecía ser una historia sencilla, se complicaba cada vez más con la aparición de diversos personajes, cada uno de ellos con una historia propia y sus problemas internos que, en cuestión de tiempo, denotaba la imposibilidad de que todos estos se resolvieran; cuando restaban pocas páginas, el autor griego usaba un recurso llamado "deux ex machina" Dios como maquina, la cual acomoda los engranajes y pone a cada uno en su lugar, los personajes, concientes de su impotencia ante este ente, aceptan impavidos y se dispersan sin que sus conflictos concluyam (por lo menos dentro de la obra). esa es la fórmula de Muarakami.
Al final de cuentas, las historias desarrolladas por Murakami historias demanera sencilla, de gente miserable, angustiada en una soledad derruida por sus propios demonios.
Anteriormente ya había reseñado la crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Las similitudes son evidentes, según una opinión más experta en el autor, Murakami es un voyeurista que solo abre una ventana durante un breve tiempo en la vida de una persona y la gente que durante el momento que dura la apertura dela ventana se cruza con él en pocas palabras, Murakami hace Zapping en el mundo y cuando se aburre cambia de canal, por eso siempre deja la sensación inconclusa en todas sus novelas. Aunque difiero de cierta forma en esta interpretación, tiene algo de cierto en el sentido de qué no es la Historia de una persona en mayusculas, sino que es solamente un fragmento de esa historia en determinado momento. si las historias no tiene una conclusión satisfactoria es porque la vida nunca tiene una conclusión satisfactoria; un final feliz solo será la antesala a una desgracia que disminuya la felicidad, al contrario, dejar a los personajes en un limbo produce esa sensación de angustia lo suficientemente amplia como para sentir empatia hacia los personajes y tratar de ayudarlos, permitiendo una salida.
la historia de Tokio blues es esa historia que todos alguna vez tuvimos (y algunos otros seguimos teniendo) en la que, como fuego cruzado, un idnviduo está atorado en relaciones complicadas e imposibles aderezadas con una educación que le resulta indiferente y un cada vez más reducido grupo de amigos. el contexto de un movimiento estudiantil mediocre y una vida rutinaria que se quiebra cuando la sombra de la muerte recorre los pasillos, esa pesadilla genérica de la posibilidad de morir provoca no solo miedo ante ella, sino una cada vez mayor indiferencia.
sexo y muerte son las constantes que recorren la vida de tres personas, Toru (el protagonista), Naoko (la novia de su amigo muerto) y Midori (una rara avis de la que no tengo idea en sí qué papel juegue en la historia), en una espiral descendiente del exito a la mediocridad y de esta a tratar de permanecer en ella sin correr el riesgo de bajar más.
aunque es más corta que historias anteriores, la fuerza de esta obra radica precisamente en su tamaño y sencillez, los personajes son más que complejos, acomplejados, las situaciones son tan sencillas que ellos las convierten en disertaciones complicadas acerca de la vida. libro para leer una semana pero para tener miedo a partir de ahora.
¿qué nos queda? como diría Naomi Klein: la nada, la nada es bella...

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