15 dic 2010

El Oscuro Pasajero: Se acabó...



Bien, después de haberlo digerido un rato voy a hablar del final de temporada de Dexter. Un final que nos dejó con diversos sabores, aunque el más amargo será saber que no volveremos a ver un episodio nuevo hasta tal vez septiembre del 2011, hubo otros agridulces.
            ¿Qué se jugó en esta quinta temporada?  La primera fue una especie de presentación, más una novela policiaca que Thriller, la historia de un asesino que de repente encuentra un fan. Después, a partir de la segunda temporada la historia da un giro completamente diferente; ya no se trata solo de matar y buscar al asesino en turno, sino de un proceso de humanización; un juego de gato y ratón donde el cazador ahora es la presa; por primera vez (entendamos que si bien es apenas la segunda temporada,  técnicamente lleva más tiempo en el oficio) se siente acorralado. En Dexter lo que opera es la suerte, como si el karma en un gesto de agradecimiento lo liberara de cada situación. Pero la herida está hecha,  se sabe adicto, no puede parar de matar y en lugar de asistir a recuperación, sigue con su doble vida. En la tercera parte lo vemos con el primer gesto de conexión, aunque la relación con Rita se mantiene, hay algo de frio, en ella no ve una compañera, sino una aspiración de una vida normal, humana. Miguel Prado suple esa soledad con una aparente amistad que terminará con una tragedia. Hasta aquí los finales de temporada se habían mantenido en una lógica. La historia terminaba, se ataban cabos, se alumbraba por fin felicidad, eran finales cargados de optimismo. Mostraban a un Dexter humano, formando una familia y dedicándose a tener una vida. La falsa ilusión de que ambos mundos (el de la humanidad y el del asesino) eran capaces de convivir.
            La cuarta temporada fue sin duda la más dramática, un thriller psicológico donde su enemigo era ahora un espejo, una confirmación de que es imposible conciliar ambos estilos de vida. Arthur Mitchell se muestra como el posible futuro de Dexter, hombre de familia que mantiene una doble vida por más de 30 años como asesino. Dexter se entrega al juego, quiere conocerlo, saber de él y moverse en su mundo. Solo para descubrir la falsedad de las promesas a la vez que su mundo se colapsa, su vida familiar, el nacimiento de su hijo, la suspicacia de su hermana, todo choca y lo arrastra a los límites del control hasta estallar. El final de la cuarta temporada es un aviso, la confirmación de una tragedia, lo que sucede si juegas demasiado al “hombre de familia”. Por eso la cuarta temporada termina de esa forma.  Sin resolución, sin optimismo, con una implosión de la vida, ahora destrozada. Rita muere en manos de Trinity, es su culpa, mezcló ambos mundos y uno consumió al otro.
            En este punto inicia la quinta temporada. El tema es la culpa. Su esposa ha muerto por su culpa  y ya nada le queda en la vida. No amaba a Rita, pero sentía algo por ella; le gustaba, era su mundo, su vida, no es necesario amar a alguien para considerarla lo mejor que te ha pasado y desear vivir con ella. Eso se fue. Lumen aparece de manera circunstancial, una víctima como él.
            La quinta temporada termina con un tono trágico, por fin aprende lo que es amar, pero ese amor no es compartido, porque existía en base a la culpa (Dexter) y a la venganza (Lumen), tenía que terminar una vez que ambos satisficieran sus necesidades. Lumen decide irse no porque no quiera estar con Dexter, sino porque quiere estar peor no puede, porque ya no es la misma, está liberada y ha perdido la necesidad que los unió. La persecución de Jordan Chase culmina con un cardiaco encuentro con Debra, quien lentamente libera su lado oscuro, su interpretación del código de Harry sin haberlo escuchado jamás “algunos no merecen vivir”.
            Se dieron otras dos historias, una se malogró con una insípida y acartonada policía latina que cayó mal solo de llegar; rápidamente olvidada como personaje a la mitad de la serie el asunto de Santa Muerte queda descartado para centrarse en las otras dos historias, una es la de Lumen, la segunda, Quinn.
            Quinn tiene su historia, desde el inicio se avecinaba como un rival digno; su instintito policial le hace sospechar ¿por qué nadie pone en duda las extrañas circunstancias que envuelven la muerte de Rita? ¿Solo porque es Dexter nadie sospecha? Al momento que inicia un romance con Debra contrata a un policía corrupto, Liddy, para investigar al chico de la sangre. En medida que Liddy descubre los secretos de Dex, Quinn se enamora de Debra y deja se sentir interés en investigar a Dexter. El final en este caso me parece algo apresurado. Eran demasiadas las pruebas contra Quinn como para limitarlo a un análisis de sangre. Pero lo que es claro es que él sabe que Dexter mató a Liddy, pero prefiere guardárselo.
            Ese es el fin  de la quinta temporada: el secreto compartido. Todos son culpables, todos comparten secretos peligrosos, todos están mentalmente dañados. Quinn calla por amor, Debra calla por empatía, Dexter conoce sus secretos y ve culpa en todos ellos, cargas que tendrán que llevar solos, como él.  Así termina, con una comprensión, pierde a Lumen, pero sabe que no está solo porque no es el único con una carga. La escena final es  concreta, mira su anillo, logra salvar a Lumen y por fin borra su culpa, ahora puede seguir adelante. La vida continúa, y continúa para su hijo, el único inocente.
Y con esta frase termina la quinta temporada, será lo último que veamos en por lo menos un año.

“Lumen dijo que le había devuelto la vida, una inversión de mi papel habitual. Bueno, el hecho es que ella también me devolvió la mía. Y me quedo, no solo con lo que se llevó de mí, sino con lo que me aportó. Ojos que me vieron por fin, por quien soy en realidad. Y esta certeza. Que no hay nada grabado en piedra. Ni siquiera la oscuridad. Mientras estuvo aquí, me hizo pensar, por un breve instante, que quizá pudiese tener una oportunidad… de ser humano. Pero los deseos, por supuesto, son para los niños.”

 en pocas palabras, un final digno de una historia digna. el resto es historia.

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