17 abr 2010

3: Bipolar


--Este combustible orngánico es genial hermano ¿por qué nunca había oído hablar de él?
--¡Es una conspiración de las petroleras hermano!
Dialogo de la película Cars

De nuevo, como el día anterior y como los últimos años, estaban todos juntos. Cuatro hombres y dos mujeres, el círculo perfecto para evitar incomodidades debido a la diferencia matemática e las combinaciones afectivas que pudieran existir. Estaban los seis juntos haciendo su tarea, cada uno con una versión del futuro posible, de una historia que estarían dispuestos a escribir, todo en el plano hipotético, por supuesto. Daniel pensaba que al ser seis personas, cada uno presentaría una versión diferente de cómo hacer las cosas, lo interesante seria rescatar los puntos de acuerdo.
            Héctor, como era el anfitrión, fue el primero en llegar por las razones obvias, se consideraba una persona de cierta forma superior al promedio, con veintiséis años recién cumplidos y una vida por delante, se veía a sí mismo, si no como el más inteligente del grupo, por lo menos el que tenía un plan de vida medianamente más coherente que el de los demás.
            Aunque su casa necesitaba un arreglo, del tipo de los que van más allá de una simple limpiada, consideraba que esas eran actividades seculares, demasiado terrenales para agotar las neuronas necesarias para su vida intelectual, ¿Acaso Einstein no llevaba el cabello peinado de esa forma porque consideraba un desgaste de neuronas pensar en la forma de la moda? Aunque él no llegaba a esos extremos de desprolijidad, creía que aprender a arreglar la fontanería (desde armar un fluxómetro hasta el acto soberanamente impensable de instalarlo) eran cosas destinadas precisamente a personas especializadas en esas cosas, no él. Pensaba, “si yo estudié para ser lo que soy, no estoy en mi derecho de demeritar los estudios de un fontanero”, en dónde sea que éste haya estudiando", nunca se puso a considerar una licenciatura  en fontanería o un doctorado en la metodología del la mezcla de cemento. Sabia, como buen fisiócrata que se consideraba, que en el mundo existía un orden social que era la base de, precisamente eso, el orden. No era el orden divino del que hablan los religiosos, ni del principio de autoridad que pregona la casta castrense; no, era otra clase de orden, un orden emanado del status quo, en el que cada uno tiene un papel en el universo, un papel no preescrito, con el que no nacemos, porque sabía, como sabe cualquier hombre inteligente, que nacemos libres e iguales no ante Dios o el Estado, sino ante nosotros mismos, quienes serán los jueces de nuestros actos. Pero más allá de nacer iguales, sabía que cada hombre elige su camino en la vida, él era un fisiócrata, estaba seguro de que el orden social radica en base a las funciones que realizamos en tal dinámica, el que era albañil, taxista, obrero había elegido ser eso, era su destino, “su” vida, el destino que había seleccionado, nacieron iguales a él, no era su problema que hayan ocupado la fracción de genialidad que les tocaba, esa cuota de ingenio con la que todos nacían, una vez que se da el primer respiro al nacer, era necesidad de cada uno aprovechar su parte. Su forma de pensar no era discriminadora, solo racionalizada, además, no había diferencia con el marxismo, solo que en el mundo ideal de Héctor, era más democrático, el Estado no te asignaba tu rol social, era uno el que elegía su papel, la única condición era que si escogías un rol, no tenías por qué cambiar a la mitad del camino, la ambición es mala, si eliges una vida de clase media, las aspiraciones de ascendencia social te podrían frustrar en lugar de gozar los limitados pero gustosos gozos que se te asignaron. Él era diferente, no es que tuviera deseos de asenso social, estaba seguro que el lugar en el que estaba no era el rol seleccionado o destinado para él. La miseria de la vida en la que estaba era fruto de la inacción de su porción de ingenio, pero cuándo esta llegue, será inmediatamente reconocido por los que son sus pares.
            Se afeitó con la rutina diaria de cada tres días, era la norma, si había fiesta el sábado, se afeitaba el jueves para que pudiera lucir una “barba de tres días” propia de los de su medio,  medio en el que la pulcritud no está peleada con la ideología, pero si es necesario tener cierto grado de ficción y apariencia para no convertirse en el paradigma de burgués promedio. Pensaba en Daniela, ella le agradaba, no entendía que miraba en Daniel, tal vez fuese la asociación nomenclatora de los nombres, o su deseo de “rescatarlo” de su radicalismo ateo que suele ser molesto en veces, él no era ateo, más bien agnóstico, vive y deja vivir, sigue tu camino y ya está. Pero Daniela era diferente, casi electrizante, no podía entender por qué ese tipo de mujeres se encariñan con las personas que no las dejarían aprovechar su potencial, por fortuna Daniel nunca pareció más interesado en ella que en panfletos del Subcomandante Marcos o una colección de discursos de Mussolini, decía que los leía por cultura general y entender su mente, pero él estaba seguro que lo que era Daniel era políticamente correcto, jamás admitiría afección por Il Duce, aunque fuera por su forma de organización más que por sus ideas sociales. Él lo sabía, si te considerabas de izquierda en México, por tradición tendrías que ser simpatizando del Fascismo italiano, Lázaro Cárdenas imitó la forma de Estado ideada por Mussolini, así que admirar al General Cárdenas, era admirar a la ultraderecha. Él prefería mantenerse al margen de las ideas de Daniel sin sentir desprecio o alguna enemistad hacia él. Solamente lo considerabas un joven confundido que, ya sea más tarde que temprano, entendería que las revoluciones solo viven en canciones, que todo eso está en el pasado, solo que a veces el pasado no quiere dejarse pasar y permanece en una constante. Pensaba en Venezuela, la “Revolución Bolivariana” pujante entrenando niños de secundaria para formar “guerreas ideológicas”, eso es adoctrinamiento, el adoctrinamiento tiene como fin defender una idea que, a su manera de pensar, era indefendible por su propia fuerza, si un pensamiento es falso, ocupas reforzar los mecanismos que legitimen ese pensamiento, si es verdadero, entonces  se mantendrá por sí solo.
            Salió del baño rumbo a la sala, era sencilla, una alfombra roja con una mesita en el centro, la típica sala de segunda mano y el televisor, lo encendió tratando de buscar algo más entretenido, encontró en Disney Channel Cars, pese a lo que le dijeran, todas las películas de Pixar eran un éxito no por su dosis de humor o colores, sino que eran espectáculos escritos por adultos para adultos disfrazados de consumo infantil, eran historias universales repetidas por generaciones, al final esa era la base del arte, las mismas pocas historias siempre repetidas con variantes diferentes; Cars era la historia de un viaje iniciático, un hombre arrogante y soberbio en plena gloria es abandonado a su suerte, el abandono se convierte en un viaje iniciático de moderación y humildad, después de terminar el aprendizaje espiritual regresa para recuperar su gloria, su reino, y gobernar con justicia por los siglos de los siglos, amén, larga vida al rey y la mierda que lo parió, la idea le desagradó, de repente Cars parecía más una película de auto superación que una historia de carritos. Cambió de canal, bien La revancha, Mel Gibson es un camarada con quién compartir una tarde, dejó la televisión correr y se sentó a esperar a sus amigos, esperaba que para cuándo llegara el primero, la película hubiera ya terminado. Cuando terminó recordó que aun no comenzaba a hacer su parte del juego: pensar en por qué y para qué mataría al presidente. Sacó una cerveza y se recostó en el sillón, honestamente él no sentía tanta animadversión hacia él, pero muchas veces la parecía un tanto irritante su postura ante ciertas cosas. De cualquier forma, había dicho que lo haría y lo haría, recordó que lo único por lo que se mantiene con ellos como amigos, es que hacen lo que prometen. Así que entró al juego, era un buen guión para una película, como una versión de Perros de Reserva, al la inversa, en lugar de narrar los hechos posteriores a un crimen, se centraría en los acontecimientos anteriores, no era mala la idea, siempre hay un Bichir para interpretarlo a uno.

2 comentarios:

KenMD dijo...

Muy bueno Benjas, profundo y oscuro, justo como se te caracteriza...

Benny dijo...

espero mantener el ritmo los próximos cien días en que termine el relato. saludos y gracias por el comentario mi buen.